28/3/25

Walter y Laura

 

      Ya sabéis que, en mis paseos por la Red, me encuentro con cosas que me resultan interesantes o simplemente curiosas que, algunas veces, me gusta compartirlas con los que tenéis la atención de leerme. 

      Y hoy os voy a hablar de Walter y Laura, una pareja de argentinos que emigraron hace unos años a España, concretamente a Granada y, que en su canal de YouTube, GPS Inmigrantes, hablan de su experiencia, aconsejando a las personas que han emigrado o están en proyecto de emigrar sobre las dificultades que ellos han ido superando, sobre los pros y contras de la emigración a otro país, sobre lo bueno y lo malo que tiene una situación así. De camino, muestran Granada, hablan de la ciudad donde viven, recorren sus monumentos, algunos pueblos de la provincia y hasta se desplazan a otros países por cuestiones familiares, que ellos mismos os contarán en sus vídeos. 

      Para mí, tan partidaria de la inmigración, de la riqueza cultural que los inmigrantes nos aportan, ha resultado emocionante ver mi ciudad a través de los ojos de Laura y Walter, pasearme por sus calles de su mano, ahora que tan poco paseo ya por ella. Sus vídeos me han servido también para apreciar cosas que me parecían normales y he visto como para otros no lo son. Y me he alegrado, me he alegrado muchísimo de que hayamos podido dar a esta pareja y sus hijos algo de lo que deseaban cuando decidieron hacer la maleta en su país y venir a esta pequeña ciudad del sur de Europa.

      Desde aquí, deseo lo mejor a Walter y Laura, deseo que jamás se arrepientan de haber elegido Granada como su residencia y que algún día tengan nietos granadinos a los que muestren estos vídeos para que sepan como fue su llegada, las dificultades primeras, los escalones que fueron subiendo a fuerza de tesón y trabajo. Yo me quedo con el deslumbramiento en los ojos de Laura al contemplar la belleza de esta ciudad, que es la mía y, ahora, la de ellos.

¡Bienvenidos! 

   

12/3/25

Ancianos digitales

 


      Si se le da a un niño un móvil inteligente, estaremos tranquilos porque sabemos que sabrá manejarlo con prudencia, controlando perfectamente las situaciones que se presenten, pero si se le da a un anciano o anciana, deberíamos estar atentos, pues es muy posible que desencadene una guerra mundial en menos que canta un gallo.

       Ejemplos al canto.

      Tengo una amiga que, en WhatsApp, me coloca continuamente de "reacción" en mensajes de hace meses la bandera de Portugal. ¿Por qué hace esto? Según ella porque no sabe y "trastea" el móvil. Y se queda tan tranquila, a pesar de que le digo que me ha sacado tres veces de la cocina y me he secado las manos cuatro. Otra amiga me manda larguísimos mensajes de voz que, después de un cuarto de hora con el móvil en la mano, descubro que tal mensaje no era para mí. Hace unos años, un amigo me reenviaba al correo todo lo que le llegaba, incluidos sus correos devueltos, pero es que los correos de otro amigo me llegaban siempre con una enorme lista de todos sus contactos y los contactos de sus contactos, por lo que terminé teniendo la dirección de correo de media ciudad, incluidas autoridades civiles y militares.

      Minucias estas comparadas con la reciente hazaña de una vecina, que se dejó abierto el grupo de WhatsApp comunitario, volcando en él una conversación privada en la que relataba la vida y milagros de los vecinos. Con buena memoria, por cierto, pero dando lugar a enemistades, rupturas familiares y sorprendentes descubrimientos de relaciones inconfesables. Cuando se le hizo ver lo que había hecho, alegó que no sabía de qué le hablaban porque ella no pasaba en el móvil de hacer y contestar llamadas. ¿Para que tenía entonces un móvil inteligente? Se lo habían regalado sus hijos. Y punto. 

      Y este es el problema, que tenemos una gran población anciana con un arma de destrucción masiva en las manos, por lo que sería conveniente establecer un examen previo a la compra de un móvil con el que se garantizara un conocimiento mínimo, pero esencial, de tal instrumento, antes de que, como digo, un anciano o anciana "trasteando" en su móvil, desencadenen la tercera guerra mundial.