26/9/11

Promociones





Supongo que todos –o, mejor, todas- habréis recibido alguna vez invitaciones como la que aparece en esta imagen, en la que nos anuncian la promoción de algún artículo y nos ofrecen regalos en premio a nuestra asistencia. El texto de esta invitación dice:

Esta promoción es para parejas y señoras viudas. Entregaremos la cama de aire y el robot de cocina que les presentaremos en la reunión, más un regalo adicional, a la titular portadora de esta carta invitación que venga acompañada de su pareja; y a las señoras viudas que vengan acompañadas de su hija o una amiga (acreditando su viudedad mediante un certificado u otro documento que lo confirme)

Hace años, la destinataria de la invitación tenía que ir acompañada por su pareja legal y acreditada, pero como los tiempos adelantan, ahora ya admiten a señoras viudas. Yo me pregunto si con el paso de los años las solteras y separadas alcanzaremos el estatus necesario para acceder a los regalos de estas reuniones.

18/9/11

La vejez





Todos sabemos que la población española va envejeciendo, que crece la esperanza de vida y los ancianos son cada vez más. Unido a eso cada vez es más frecuente que esos ancianos vivan solos porque no tienen familia, porque la tienen lejos o porque no los atienden. Y en esas circunstancias son muchas las necesidades que se les plantean y que les resulta difícil solventar.

Una de ellas es sacar dinero del banco. Algo muy sencillo, pero que en época de mal tiempo y catarros puede ser tarea complicada para quien está solo y no tiene a mano una persona de su confianza. Estos ancianos suelen tener una persona que los cuida, pero pocas veces confían en ella como para encomendarle esa tarea, quizá por la desconfianza propia de sus años o porque realmente haya motivo para desconfiar.

Y cuando, en el mejor de los casos, encuentran a alguien amigo que se ofrezca a ir por ellos al banco, resulta que el único medio de sacar dinero sin estar presente el titular de la cuenta es mediante cheque al portador, cheque que luego tendrá su comisión del banco por compensación, con lo que la pensión del anciano se lleva otro pellizco en tiempos difíciles.

Lo que me lleva a preguntarme si esas entidades bancarias que tanto nos quieren y tanto hacen por nosotros no podrían establecer sistemas que solucionaran estos casos sin llegar a las costumbres antiguas de que los propios empleados se desplazaban a las casas de los clientes con el dinero que les habían encargado por teléfono. Quizá eso ya sea mucho pedir en estos tiempos, pero algún otro medio podrá haber antes de que un anciano muera de inanición con su dinero guardadito en el banco.

10/9/11

Noche de bodas







Allá por los años 50, una conocida mía, menor de edad por unos días (considerando que no éramos mayores hasta los 21), contrajo matrimonio en la iglesia y de blanco como estaba mandado y, probablemente, yendo al tálamo nupcial tan virgen como la parió su madre. Como por aquella época no estaba el horno para muchos bollos, se celebró un almuerzo íntimo con los familiares y tras ir al fotógrafo para la foto de rigor, la pareja tomó el tren hacia los Madriles.

A media noche llegó el revisor, les pidió el DNI y ¡horror! ella era menor de edad y no llevaba permiso paterno para viajar. De nada les sirvió que enseñaran sus relucientes anillos, que protestaran y suplicaran, pues el revisor inflexible les hizo bajar en la primera estación a la espera de que llegara la policía, cosa que no ocurrió y allí pasaron su primera noche de casados, su noche de bodas, esa con la que soñábamos todas las jóvenes. Una estación de pueblo, quizá un apeadero, y el duro banco de la sala de espera. Si alguien recuerda como eran esas estaciones sabrá que no es el escenario más romántico del mundo.

1/9/11

Viajando






No suelo ver la televisión, pero algunas veces hago un recorrido por las innumerables cadenas que nos ha traído la TDT y en uno de esos vistazos rápidos me tropecé un día con un chico que hablaba de que se había propuesto hacer un viaje de 6 meses sin un euro en el bolsillo. A la pregunta crucial de donde dormía en invierno, contestó tan ufano: En los albergues de Cáritas y otras asociaciones benéficas. Cambié de canal indignada (sí amigos, indignada) porque este joven estaba utilizando como diversión o aventura los albergues que sostenemos entre todos y que atienden voluntarios con gran sacrificio de su tiempo y trabajo. Sin mencionar que quizá le estaba arrebatando una cama a quien de verdad la necesita por no tener hogar ni un techo donde cobijarse.