Hace unos cuantos años, en el periódico IDEAL cruzaron cartas y artículos dos granadinos, un notario y un escritor, que habían pasado por la experiencia de perder a su padre, asesinado en la guerra incivil. El escritor por los "nacionales" en Granada y el notario por los "rojos" en Málaga, donde también era notario.
Ambos crecieron sin padre, ambos vieron llorar a sus madres, el escritor hablaba de su infancia llena de necesidades y el notario decía que la suya también lo estuvo, por lo que él estudió con becas. Y ahí estaba la diferencia: el escritor no tuvo becas porque era huérfano de un "rojo" y llevó ese baldón durante mucho tiempo. Para los de un bando, la pesadilla terminó en el 39, para los del otro continuó durante muchos años. La guerra está ya lejos, pero los 40 años de dictadura no tanto y muchos de los que nos encontramos aquí la hemos vivido.
El detalle bonito es que este cruce de artículos terminó citándose para comer juntos. El notario ya está jubilado y del escritor hemos leído un poema suyo hace poco.