Que no son hermanos, sino padre e hijo, y que me van a colmar de vídeos este post, pues por algo se trata de dos grandes músicos. Dos músicos, además, poco conocidos fuera de Andalucía y, si me apuran, fuera de Andalucía Occidental, de su Sevilla, donde los dos nacieron y donde murió el padre, Manuel, en 1995. Descendientes de una vieja estirpe en la que se mezclan condes con toreros, los dos componen, los dos cantan y los dos hunden sus raíces en la tierra que los vio nacer y de la que nunca quisieron separarse del todo.
Manuel Pareja Obregón fue –según dicen- autor de 3.000 obras, entre las que se cuentan multitud de coplas y sevillanas, la conocida Salve rociera “del olé” y canciones como Cantinero de Cuba, que hicieron célebre Sergio y Estíbaliz a costa de mutilarla del sabor andaluz y de dos orillas que tenía, sabor que recobró Arturo, el hijo, en su versión, menos conocida que la de los vascos, pero más auténtica. En 1992, Carlos Saura, que siempre tuvo mucho olfato, lo sacó de Sevilla para que interpretara, en su película Sevillanas, unas de las suyas, lentas, parsimoniosas diría yo, y bien distintas de las sevillanas rocieras que aturden fiestas y ferias.
Arturo Pareja Obregón heredó del padre algo más que el apellido. Compositor también e intérprete de su música, su carrera ha sido una especie de Guadiana, en la que aparecía y desaparecía dejándonos, entre medias y como quien no quiere la cosa, canciones espléndidas. Sevilla, Vagabundo, De tripas corazón o Si vienes al sur, pero también interpretaciones muy buenas de otros compositores, como son los boleros clásicos, a los que da un toque flamenco muy suyo o, incluso, las sevillanas de su padre. De su canción más conocida, Sevilla, se han hecho multitud de versiones por parte de otros cantantes y también de él, pues una de sus características es que nunca canta una canción dos veces lo mismo. Podemos oírla ahora con un Pareja Obregón joven y todavía un poco inmaduro, que contrasta con el de la siguiente canción, Vagabundo.