27/5/23

Reflexión y frustración



      Hoy ha sido el día de la reflexión, ese que yo llamo nuestro día, cuando los políticos tienen ya que callarse y esperar, mordiéndose las uñas, a que nosotros, los ciudadanos, metamos su papeleta en la urna.

      Y hablando de urnas, me he pasado el día pensando en las frustraciones que tuve en esta sencilla operación de votar.

      Después de unos años de transición que se hicieron interminables, por fin llegó el momento, tan deseado, de elegir nuestras instituciones y nuestros representantes en ellas. Llegó la Democracia, llegó el voto y yo fui, ansiosa y llena de emoción, a meter por primera vez mi papeleta en una urna. Lo había visto en fotografías, en televisión y en el NO-DO, había visto como, en otros países, la gente entraba en unas cabinas y salía de ellas con su voto en la mano, se acercaba a la mesa y allí tenía lugar ese momento mágico en el que lo introducía en la urna, algunas veces con dificultad por el tamaño de la papeleta.

      Y llegó el día y la hora. Con el DNI en una mano y el sobre en la otra, entregué mi DNI al presidente de la mesa, él leyó en voz alta mi nombre y yo me dispuse a meter mi voto en la urna. La mano me temblaba, toda yo temblaba de emoción... cuando el presidente de la mesa me arrebató el voto y lo introdujo en la urna. Él, no yo. Me enteré entonces que Spain is different hasta en eso, que aquí no nos estaba permitido ese gesto tan simple, que los españolitos éramos todos mancos de nacimiento a la hora de votar. Y así ha sido hasta hace pocos años en que terminó mi lucha para que me dejaran meter la papeleta. 

      Mi segunda frustración ha sido no formar parte de la mesa, no ser elegida nunca ni siquiera como vocal. Sólo en una ocasión me llegó el nombramiento de suplente de vocal, tuve que madrugar para estar a la hora indicada en el colegio electoral, pero la mesa se completó y yo volví a mi casa después de haber votado. No han vuelto a llamarme y ahora ya se que, por mi edad, estoy fuera de las listas.

      Que ustedes voten bien mañana.

17/5/23

Juan Alfonso García




      Y como no hay dos sin tres, hoy voy a recordar a otra persona que ya no está: Juan Alfonso García.

      Cómo en el caso de Guillén, lo conocí, pero no tuve trato personal con él. Era hermano de una compañera de Teología que un día llegó a clase acompañada por él y me lo presentó. Hablamos un poco y, a partir de ahí, me saludaba cuando nos cruzábamos por la calle. Incluso me parece recordar que alguna vez coincidimos en alguna parte y volvimos a hablar, con gran satisfacción por mi parte, que me sentía orgullosa de conocer a alguien tan notable.

      Por eso hoy -y ya que estamos en racha- quiero recordarlo en su aniversario con este vídeo de una de sus composiciones más conocidas.

      Señor, me cansa la vida.

      Música: Juan Alfonso García

      Letra: Antonio Machado 

     Interpreta: Coro Polifónico de Entenza



9/5/23

José Antonio Mesa, la pérdida


 

      Varias veces he dicho (plagiando a Manuel Alcántara) que hay personas que se mueren y otras que se nos mueren.  Y José Antonio Mesa se me murió hace unos días. Así, sin avisar y sin que nadie me avisara, el algoritmo de Google me colocó delante su imagen el 29 por la noche, cuando me disponía a dormir. Debajo, la firma de Francisco Gil Craviotto y un texto que hablaba de lo que no quería leer, de que José Antonio Mesa ya no estaba con nosotros. Y todo se oscureció. La pantalla del móvil, la habitación… Recordé la última vez que hablamos al felicitarnos para San José y la última vez que nos vimos, cuando me regaló, dedicado, su libro sobre José María Carulla, del cual le prometí una reseña en este blog y no fui capaz de escribirla. Ahí tengo el libro lleno de papelitos señalando páginas y de notas dentro, encaminadas a una entrada que nunca fue. 

      Lo siento, de verdad, José Antonio, siento mucho no haberla escrito, pero yo tengo mis limitaciones y tu libro las sobrepasaba. Como me sobrepasabas tú. Eras mi “archivo viviente”, te preguntaba todo lo que no sabía. Cuantas veces me sacaste del apuro de una pregunta en este blog que yo no sabía contestar… Un correo, tu rápida respuesta… y a presumir de conocimientos ante mis lectores. 

      Tu panegírico se lo dejo a Paco y a todos los que han escrito antes que yo. Solo voy a añadir que, por encima de todo, de tu sabiduría, de tu cultura, de tu educación, tu respeto y tu saber estar, fuiste una Buena Persona, un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno. Y un amigo de los que no se olvidan fácilmente.

      La paz es tuya ya, descansa en ella y no te olvides de los que aun seguimos aquí.

5/5/23

Rafael Guillén. En la memoria.

 



 

 

            Gracias, Dios. Hoy lo se.

      Hoy se que lo que llaman eterno, infinito.

      se encierra entre los límites cercanos y sencillos

      de una palabra tuya.

      Una palabra tuya a media voz,

      dejada blandamente, olvidada tal vez, 

      junto al oscuro mar de nuestra carne.

           Hoy se que la Verdad tiene tu nombre.

           ¡Hoy se que todo es cierto cuando pasas!


Del libro Antes de la esperanza (1956)

Del poema Tengo abiertos los brazos.

De Rafael Guillén.


Descansa en paz.