Captura tomada de IDEAL
Vienen celebrándose estos días las fiestas del Orgullo LGTB, que aquí se anticiparon a la semana pasada, con dos manifestaciones o “marchas”, a causa de las disensiones entre los diversos grupos, como suele ser costumbre en esta ciudad para cualquier cosa. Así que hubo dos celebraciones en días distintos… y todos contentos.
Viendo el otro día las fotos de la segunda cabalgata, que me mandó un amigo, pensé que esta fiesta no me ha gustado nunca. Y no por el motivo que suponéis dada mi edad, sino todo lo contrario. Me explico.
Miro atrás y veo que, a lo largo de mi vida, he tenido amistad con varios homosexuales, con los que me he llevado bien y no tuve ningún problema por ese motivo. Recuerdo aquel amigo buen pintor y mejor persona, aquel otro tan servicial y que tan bien se portó conmigo en un mal momento, y aquel cuya amistad duró más de 30 años y no llegué a saber si realmente era homosexual, por la sencilla razón de que nunca me lo dijo ni se lo pregunté. ¿Para qué? No afectaba en absoluto a la relación que había entre nosotros. Igual que ocurrió con aquella amiga de también de muchos años, de la que oí comentarios sobre su inclinación sexual que, en cierto modo, también me afectaban a mí, pero como nunca eso surgió entre nosotras, tampoco hubo por qué hablar de ello. Y lo dicho: Con todos me llevé bien y con todos vi nuestra amistad normalísima.
Quiero decir con esto que, si de lo que se trata es de afirmar la normalidad de que una persona sea homosexual, bisexual, trans… o lo que le salga del cuerpo, sobran las celebraciones, las manifestaciones y las banderas de colores, que lo único que hacen es recalcar la excepcionalidad. A ver. Yo soy heterosexual y no me siento orgullosa ni necesito una fiesta ni una bandera. Soy heterosexual igual que soy (o he sido) rubia-tirando-a-pelirroja. Y esas personas son lo que son igual que también son altas o bajas, rubias o morenas. ¿A santo de qué, entonces, hacer de ello una excepción, algo que reivindicar? Por ese camino de las reivindicaciones y celebraciones-espectáculo, no llegará nunca la normalidad ni la igualdad.