No hace mucho, viendo en el televisor las imágenes sin sonido de El señor de los anillos,
me acordé de ella, de lo que le hubiera gustado esta película y otras
de ese estilo que se han proyectado cuando ella ya no está.
Era
una mujer inteligente, que conservó su lucidez hasta el último momento
de su vida. Era fuerte, tomaba decisiones rápidas y acertadas. Era
entregada y nunca escatimó trabajo ni esfuerzo para atender a los que
quería. Su pasión era las novelas policiacas, que llamaba de misterio, y de las que llegó a tener una gran colección, pero sobre todo le gustaba Agatha Christie y tenía todos sus títulos, que leía y releía a pesar de conocer ya quien era el asesino.
En el cine sus gustos iban en el mismo sentido y su director favorito fue –como no- el gran Alfred Hitchcock,
cuyas películas llegamos a sabernos de memoria. Pero también disfrutaba
mucho con toda película en la que estuviera presente la fantasía y ahí
asomaba la niña que llevaba dentro. Su último deseo, iniciada ya la
recta final, fue ver Parque jurásico, cosa que no pude conseguirle por no estar aun la película en las tiendas o en los videoclubs.
Supo
que iba a morir y dejó sus cosas preparadas y dispuestas. Era una mujer
de cuerpo entero pero también era una niña. Y era madre, mi madre. Y hoy hace 18 años que no está conmigo.