Hemos dejado atrás (aunque no del todo) la época de las preferentes y demás “productos” que los bancos colocaron a quien se puso a tiro, y de ella hemos sacado un poco de más experiencia y mucha pérdida de tiempo en las gestiones bancarias, ya que se han multiplicado los documentos que tenemos que firmar para cualquier trámite que hagamos. Que si el contrato de servicios, que si el test de idoneidad, que si otro contrato para operar on line… Contratos y test que se dice que son para más seguridad del cliente, aunque en realidad están cubriendo la espalda al banco.
Pero no es de eso de lo que voy a hablar, sino de la firma que estampamos en estos documentos dando nuestra conformidad con lo que aparece escrito en ellos. Y yo me pregunto: ¿De verdad es así? Porque lo que estoy experimentando es que dejo mi firma en una tableta en la que solo aparece el casillero para esa firma y, como mucho, otro para la del director o empleado. ¿Cómo se, entonces, lo que estoy firmando? Más de una vez lo he dicho al firmar y he hecho que me impriman el documento con mi firma debajo. Que es lo que deberíamos hacer siempre, pues este sistema, a la larga, va a traer consecuencias similares a aquellas por las que ya hemos pasado estos años atrás.