No soy futbolera en absoluto y jamás me he sentido representada, ni a nivel local ni nacional, por once tíos en calzoncillos. Quizá por esto puedo mirar las cosas “desde afuera” y encontrar chocante lo que para otras personas es normal. Y una de las cosas que más divertidas me resultan es la seriedad con la que los entrenadores se enfrentan a los micrófonos y las cámaras. Cuando hablan del partido jugado o por jugar parece por su tono trascendente que están comunicando el inicio de la tercera guerra mundial o el descubrimiento de la vacuna contra el cáncer.
Una jornada particular
Hace 17 horas