16/10/24

El bando de los perdedores

 



      Crecisteis juntas, desde primero de bachillerato erais uña y carne. Teníais la misma edad y la misma estatura, por lo que os colocaban juntas en la fila de pasar lista, unos años ella delante y otros tú según la que hubiera dado un “estirón” durante el verano. Los domingos os turnabais en las casas, tú disfrutabas del bullicio de hermanas y primos en su casa y a ella le gustaba la tranquilidad de la tuya, tus libros y como cocinaba tu madre. La primera adolescencia pasó rápida y llegó el amor. Tú lo estrenaste con aquel francés de Lanjarón y ella con uno de los vecinos de enfrente. Hasta que un día apareció en vuestras vidas aquel muchacho de los ojos verdes. Las dos os quedasteis prendadas de ellos y tú escribiste en la libreta de las tapas rojas:

      Para verte a mi lado dando vueltas a la plaza

      bajo los tilos

      y bajo el frío aire de otoño que hacía mover sus ramas.

      Pero empezó el juego sucio. Las amigas de la pandilla la ayudaban a ella en su conquista y los amigos te ayudaban a ti. Mientras, el dueño de los ojos verdes no parecía decidirse por la una o la otra. Y aquello os enfrentó. Hasta que a ti te sobrepasó la situación y la llamaste para ir a su casa “a hablar”. Llevabas el discurso bien aprendido, lo habías meditado despacio y pensabas decirle: Mira, amiga, vamos a jugar limpio, vamos a dejar que sea él quien elija entre las dos, sin intervención de nadie más, ni siquiera nuestra.

      Lo malo fue que, nada más llegar, ella sacó el álbum de fotos donde estabais juntas, empezasteis a decir: ¿Recuerdas? Y a reír juntas como antes de que llegara el muchacho de los ojos verdes. Y tú te fuiste sin haber dicho nada de lo pensado, te echaste a un lado y le dejaste el campo libre. Algún tiempo después, te dijo que ya eran novios, que se casarían y se irían lejos. Tú estuviste en la boda, conservaste la amistad con ella, pero perdiste al hombre que quizá te hubiera hecho feliz. No sabías entonces que acababas de ingresar en el bando de los perdedores y que permanecerías en él el resto de tu vida, que tu vida sería una sucesión de pérdidas, que todos tus sueños los harían realidad otras personas y todos tus deseos los cumplirían las demás, nunca tú. Que cada vez que tocaras la felicidad con la punta de tus dedos, algo se interpondría para dejarte con las manos vacías.

      Otra perdedora, Elena Martín Vivaldi escribió:

      ¿De que voy a vivir ahora

      si lo he perdido todo?

      Pero Elena siguió viviendo sin nada hasta su final. Y ahora, tú también estás llegando a tu final sola y sin nada. Y sigues perdiendo, también se esfuman tus pequeños sueños de cada día y tus pequeños deseos de cada hora. Estás en el bando de los perdedores y lo estuviste siempre ¿No lo sabías?

      Abres la libreta de las pastas azules, la que sucedió a la libreta de las pastas rojas, y lees:

      No queda nada ya, todo se ha ido,

      nada vendrá porque ya nada espero.

      El tiempo ya se acaba y solo tengo

      mi soledad y un verso en cada mano.

      Mi soledad y un verso. En esta tarde.

 

30/9/24

Legítimas y acreditadas

 



      Ahora que tanto se habla de la comida sana, de los alimentos procesados, de que un producto no lleve más de cinco ingredientes, yo he recuperado por casualidad algo que he tomado desde niña, pero que había dejado de comprar quizá por no verlo en los supermercados que frecuentaba.
      Hablo de las tortas de aceite, que antes llamábamos "sevillanas" o simplemente de Inés Rosales, por ser esta la marca más conocida. Aunque no era esa la única, pues estas tortas son tradicionales en toda Andalucía Occidental, digamos que son "de toda la vida", ya que se hacían en las casas siglos antes de que a una señora de Castilleja de la Cuesta, provincia de Sevilla, se le ocurriera vender en la carretera y la estación las tortas que le enseñó a hacer su madre y esta aprendió de la suya. Tortas tan simples que no tienen más que tres ingredientes: harina, aceite de oliva y azúcar. Y unos granos de matalahuva, que le dan el ligero sabor a anís. Solo eso. Ni conservantes, ni acidulantes, ni espesantes, ni edulcorantes... ni nada. Más sano, imposible. Ni más bueno. Y quien no las haya probado, que se compre un paquete y verá como no miento.
Nota: Que conste que no tengo nada que ver con ninguna empresa fabricante de tortas sevillanas (aunque un pariente de mi madre las fabricaba en Córdoba hace muchísimos años) y que conste también que ese paquete de arriba lo he pagado religiosamente en el supermercado donde ahora me las ponen delante en exposición cada vez que entro.

17/9/24

Visitas turísticas

 


      En el Patronato de la Alhambra se está estudiando lo que llaman un Plan Director, que replantee las visitas al monumento y establezca nuevos itinerarios, pues tal como está y a pesar de restringirse el número de visitantes, hay momentos en que está masificada y eso daña un monumento tan delicado e, incluso, perjudica a los visitantes, que ven gente en lugar de belleza.

       Ante esto, lo primero que me viene a la memoria es la cantidad de veces que he pensado lo bueno que sería poder distinguir las personas que van porque disfrutan con ello de las que solo buscan la foto ante la Fuente de los Leones para decir: he estado ahí. Y, de esta forma, facilitarlo a los primeros y ponérselo difícil a estos últimos. Difícil y caro, si es preciso.

      Una amiga, cuando se jubiló de una profesión relacionada con las Artes y las Letras, se afilió de voluntaria en la cárcel y su misión era acompañar como guía a grupos de reclusos en visitas a monumentos y museos de la ciudad, dándoles unas sencillas explicaciones sobre lo que estaban viendo. Me contaba entonces que encontró en estos grupos personas nacidas y vividas aquí que no solo no conocían la Alhambra, sino que ni siquiera habían entrado nunca en la Catedral, Capilla Real, Casa de los Tiros, Corral del Carbón...y demás etcéteras. Vio también que había algunos que se habían apuntado a esas visitas para salir unas horas de su encierro, pero que otros se quedaban extasiados ante lo que estaban viendo y costaba arrancarlos de allí. Recuerdo que me emocionó aquello y pensé que estas personas de vidas complicadas merecerían estar en libertad y entrar gratis a todos esos monumentos.

      Curiosamente, unos días después, coincidí con esta amiga y su grupito de reclusos en un museo, me sumé al grupo y disfruté lo más grande compartiendo con ellos la visita y ayudando a la guía en sus explicaciones.

 

3/9/24

Una chica de El Ejido

Imagen tomada del periódico IDEAL

       Hace muchos años, cuando ya empezaba a hablarse de la inmigración subsahariana, asistí a una mesa redonda o conferencia, no recuerdo bien, que se celebraba en el salón de una iglesia cercana. Como ya dije en esa ocasión, esa iglesia está situada en un barrio acomodado y conservador y, en el coloquio del final, una señora muy elegante dijo que sí, que muy bien, que pobrecitos africanos, pero que "esa gente" venía a quitarle el trabajo a los de aquí y ella tenía dos hijos en paro que... Creo que no llegó a terminar su perorata, pues en las últimas filas se levantó una chica muy joven que la interrumpió indignada diciendo: ¿Sabe lo que le digo, señora? Pues que usted no comería tomates y pimientos en invierno si no fuera por ellos. Yo soy de El Ejido, mi familia tiene invernaderos y puedo decirle que el trabajo en invernadero es un infierno, que la atmósfera es irrespirable en verano. ¿Y sabe lo que pasa? Pues que un español se marea, lo sacan, se va a su casa y ya no vuelve, mientras un senegalés se marea, lo sacan, se airea un poco, se bebe un vaso de agua... y vuelve a entrar. Y al día siguiente y al otro y al otro, hasta que se le acaba el contrato. Así que si sus hijos buscan trabajo, que vayan a los invernaderos y lo encontrarán.

      No sé si fui yo la primera en aplaudir, pero el aplauso fue unánime y la chica ejidense se sentó un tanto abochornada, mientras la señora de los hijos en paro supongo que deseó meterse bajo su asiento

 

26/8/24

No pensar nunca en la muerte


      Como, en la anterior entrada, hemos hablado abundantemente del tema, he recordado este poema de Manuel Alcántara, que podemos oír de su propia voz y en la de Mayte Martín, autora también de la música.

 

11/8/24

Los sanitarios tienen corazón

 


      En esta semana que ahora termina, se han cumplido 30 años de la muerte de mi madre. Muchos años, mucho tiempo, pero no el suficiente como para que dejara de pasar por mi cabeza "la película" de aquellos días, los flash back que se te quedan fijos en la memoria para siempre. Y recordé cuando, un par de días antes de morir, tuvieron que cambiarle el suero de sitio y la enfermera le pinchó repetidamente sin encontrar la vena, como suele ocurrir con las personas en su situación. La enfermera tiró la toalla y dijo: Voy a llamar a uno del quirófano. Un rato después, llegó un chico vestido de verde que dio con la vena a la primera. Mi madre musitó un débil "gracias” y el chico vestido de verde me miró con los ojos llenos de lágrimas. Se había emocionado porque una mujer anciana, moribunda pero consciente, le había dado las gracias por acertar con su vena al primer pinchazo.

 

2/8/24

La siesta




      Cuando era niña, la siesta en el verano era sagrada para nosotras. No era obligatorio dormir, pero sí estar en reposo, pues nos decían que beneficiaba nuestra salud y nuestro crecimiento y estaban muy mal miradas las familias que dejaban a sus hijos jugando en la calle o en el patio. Nuestra sospecha era siempre que, detrás de esa preocupación por nuestra salud, estaba el deseo de los mayores de echarse una siestecita tranquila, pero era comprensible si ellos trabajaban y habían madrugado, así que una niña buena como yo comprendía la situación y se tumbaba en la cama turca un par de horas. Y como no tenía ningún sueño, en ese par de horas leía todo lo que tenía a mi alcance, empezando por los cuentos o los libros de Celia y variando mis lecturas conforme aumentaba mi edad.

      En uno de esos veranos me tragué la colección completa de Salgari, en otro la de Verne, en otro le metí mano a la biblioteca de mi abuelo recién llegada a mi casa tras su muerte, incluidos los libros que mi padre me señaló como "no apropiados para mi edad", y en otro me leí las obras completas de García Lorca. Recuerdo que cuando llegué al teatro, cada tarde era una obra. Amor, amor, amor y eternas soledades decía Marianita poco antes de que mi madre se levantara a poner la merienda.

      Pienso ahora lo que contribuyeron a mi cultura aquellas pesadas tardes del verano, aquellas no-siestas de mi infancia y adolescencia. Mi estatura física no se desarrolló tanto como nos decían, pero aquellas lecturas fueron conformando la mujer adulta que luego fui.

 

19/7/24

Carolyn Richmond


Foto tomada de Wikipedia


      Desde que abrieron al público el Alcázar del Genil y se estableció allí la Fundación Francisco Ayala, me gustó visitarlo y no solo por la belleza de su parte árabe, sino por el ambiente de los alrededores, del pequeño jardín, del patio de los naranjos. La tranquilidad, la paz que allí encontraba, la ausencia casi total de visitantes me atraía y me empujaba a ir con frecuencia. Está relativamente cerca de mi casa y solo un poco más allá del super donde compraba, así que dejaba el carro de la compra en el super y allí que me iba a pasar un rato hasta que se me echaba el tiempo encima y tenía que volver.
      Un día, leí en la prensa que habían traído las cenizas de Francisco Ayala para enterrarlas bajo un limonero y, como yo no distingo entre un limonero y un naranjo si son pequeños y no tienen fruto, la siguiente vez que fui entré en la oficina a preguntar donde estaba y también a enterarme si permitían hacer fotos. Me preguntaron ellos para que quería las fotos y les dije la verdad: para tenerlo localizado, para subirlas a Flickr y quizá publicar una entrada en mi blog. Entonces, me dieron una tarjeta con la dirección de correo del centro y me pidieron que les enviara las fotos y el enlace al blog, cosa hice pasados unos días.
      Entré en el patio de los naranjos, hice mis fotos, pero luego me detuve un rato ante el arbolito que tenía bajo sus raíces las cenizas de Ayala sin la menor lápida ni referencia. Estando allí, sola ante el limonero, vi que se asomaba al patio Carolyn Richmond, la viuda del escritor, y se quedaba mirándome. Me volví y nuestras miradas se cruzaron. Me sonrió y en sus ojos vi agrado, complicidad y me atrevería a decir que agradecimiento. Le sonreí yo también, se fue sin decir nada y un poco después me fui yo también.
      Pasó un tiempo, hubo una exposición no recuerdo de que, fui a verla y proveché para hacer mi recorrido de siempre y mi visita al limonero. Antes de irme descansé un poco en un banco de la entrada y entonces apareció de nuevo Carolyn, que cruzaba desde la casa a la oficina. Me vio, creo que me reconoció, se detuvo y volvió a sonreírme como la primera vez, le devolví el gesto y nos despedimos con la mano.
      Hace tiempo que no voy por allí, pues lo que antes estaba cerca, ahora está lejos, pero al parecer ella tampoco ha ido, ya que hace unos días se supo que había muerto en Madrid tras una enfermedad de años.

      Pienso ahora que pude hablar con ella, que incluso pudimos llegar a ser amigas, que podría tener ahora fotos de las dos juntas, pero nada de eso ocurrió. Y no me importa, porque aquellas miradas cómplices que cruzamos son suficiente como para que ahora pueda decir: Descansa en paz, Carolyn, y ahora que tus cenizas han venido a unirse a las del hombre que amaste y acompañaste, ten por seguro que haré lo imposible para visitaros a los dos en el limonero que ya debe haber crecido y dar sombra.

10/7/24

MUFACE y las “fake new”

 


      Últimamente se está hablando mucho de MUFACE, tanto en la prensa escrita como en los periódicos digitales, debido a que este año termina el concierto con las entidades aseguradoras, que están ejerciendo presión para que el Gobierno haga una mayor aportación económica, ya que según ellas, con la actual están perdiendo dinero y no pueden continuar así.

      No voy a entrar en la controversia sanidad pública/sanidad privada, tema que ya hemos tratado aquí en otras ocasiones, sino que me voy a limitar a poner de relieve la cantidad de información falsa que estamos recibiendo, de lo que es un magnífico ejemplo lo que estoy leyendo día sí y día no sobre MUFACE. Y digo información falsa por ser benévola, pues lo que se lee son auténticos disparates. Como que MUFACE paga a los funcionarios mejores pensiones que la Seguridad Social, cuando sabemos que las pensiones no las paga MUFACE sino el propio Estado mediante el Régimen de Clases Pasivas del Estado, al cual cotizaron esos funcionarios durante toda su vida laboral.

      Esto pone en evidencia el desconocimiento del tema, pero hay algo mucho más sangrante. He leído también en varios sitios que los mutualistas tienen "mejores tratamientos y mejores medicamentos, con lo que se benefician económicamente"  (Véase aquí el "emoji" de los ojos muy abiertos) 

      Y lo grave es que la gente se traga estas cosas, incluso los que deberían conocer el tema, pues en la farmacia donde compro, cuando, finalizando la pandemia, comentaba lo difícil que me estaba resultando que el SAS me vacunara de COVID, uno de los chicos que trabajan allí y que es farmacéutico, me dijo: Pero con MUFACE tenéis otras ventajas, tenéis mejores medicamentos. Yo abrí los ojos como el "emoji" y le contesté: Dime algún medicamento que me hayas dado a mí y no se lo des a un pensionista de la Seguridad Social. Con la diferencia de que yo te pago el 30% sin tope alguno y el de la Seguridad Social se lo lleva gratis o por un mínimo precio". Y no pudo contestarme.

      Cómo veis, esa imagen de arriba es de hoy, un día cualquiera y solamente con parte de la medicación que tomo. Decidme si hay muchos pensionistas de la Seguridad Social que paguen esto, porque yo lo que veo en esa farmacia es que la mayoría se van de ella con sus medicamentos y sin tocar el monedero.

 

25/6/24

El blanqueo

 


      Con motivo de las recientes elecciones europeas, mantuve una conversación con un amigo, que sostenía que la Transición "blanqueó" el franquismo, haciendo que, para los jóvenes de ahora, Franco fue solo un señor que hizo muchos pantanos. Pero yo le decía que no, que el franquismo estaba ya blanqueado cuando murió el dictador. A la dictadura la sostuvo, cuando se estaba viniendo abajo, el desarrollismo de los años 60, los "gobiernos tecnócratas" del Opus, que pusieron a los españoles a firmar letras para pagar el piso, el coche o el apartamento de la playa. Y se encargaron de blanquearla José Solís, "la sonrisa del Régimen" y Fraga Iribarne con su bien calibrada "apertura". A partir de ahí, los pequeños grupos de la oposición solo encontraban indiferencia hasta en los barrios más pobres y era muy difícil movilizar a la gente, que solo quería tranquilidad y trabajo para pagar sus letras. En medio de todo, la dictadura no era tan mala si permitía vivir bien y progresar. La libertad y la ideología habían pasado a un segundo plano y se miraba para otro lado cuando se hablaba de encarcelamientos y ejecuciones.
      Y a los que habíamos vivido la posguerra, aquello nos la recordaba, pues entonces lo único que quería la gente era olvidar el infierno vivido, llorar a sus muertos y poder alimentar a sus hijos. Nada más...o nada menos.
      Tanto lo uno como lo otro, es humano y comprensible, pero con ello nos ganamos cuarenta años de dictadura. Ni uno menos de lo que duró el dictador.

2/6/24

Soledad

García Montero con Gioconda Belli en la Huerta de San Vicente  

      Pongo en Google la palabra soledad y me sale de todo. Empezando por la Wikipedia y la definición de la RAE, me sale de todo. Desde consejos/anuncios de psicólogos, a una funeraria o un negocio de venta de neumáticos. Canciones, nombres de mujeres más o menos conocidas, libros, muuuchos psicólogos que nos aconsejan como convivir con la soledad y hasta la Cruz Roja y el Teléfono de la Esperanza.

      Pero sigo con el dedo hacia abajo y me salta a la vista algo sorprendente: Luis García Montero mencionando un poema de José María Pemán, titulado precisamente Soledad y que creo recordar traje aquí hace años.

      El artículo de García Montero es de la pasada Navidad y habla de lo que muchos hablamos por esas fechas: de las ausencias, de las pérdidas. La suya bien grande, ya lo sabemos. Curiosamente, no había leído ese artículo y es raro, pues suelo seguir lo que escribe el paisano. Mi primera intención al leerlo, ha sido guardarlo para una entrada de la próxima Navidad, pero como resulta que a mi edad eso está demasiado lejos y no sé si para entonces estaré yo o estará el blog, mejor lo enlazo ahora, pues lo creo válido en cualquier época del año. Y añado lo que le hubiera contestado si no me diera pereza tener que suscribirme. Algo que escribí hace mucho tiempo.


Porque decir "nosotros"
es nombrar un sueño.


23/5/24

Otro adiós

 


      No hace ni un mes que escribí aquí la despedida a un amigo de muchos años y ahora tengo de nuevo que despedir a otro, a un amigo que empezó siendo virtual, pero que luego hablamos con frecuencia y terminó una tarde sentado en este sillón desde el que ahora escribo. Y me estoy refiriendo a Unjubilado, el amigo Jubi, que se nos ha ido sin pedir permiso, sabiendo que no se lo íbamos a dar.

      Nos queda su última entrada, ese “beso volador” que ahora parece un presagio. Un beso de despedida, que nos envía desde lejos y al que respondemos los que aun seguimos aquí... por el momento.

      Descansa en paz, Emilio. Nos vemos...

 

3/5/24

El papel de un traje


Cartel. Autora: Belén Ortega

      Granada, primeros años 40, plena posguerra. Llega el Día de la Cruz y ni mis amigas ni yo tendremos traje de gitana para ir a las pocas cruces que hay en los patios. Así que nos conformaremos con montar nuestra pequeña cruz de celindas, vestidas como todos los días. Sabemos que hay niñas que sí tienen preciosos trajes de gitana, son niñas de las familias que se enriquecieron cuando el boom de las azucareras, construyeron la Gran Vía, alquilaron los pisos y ahora viven de las rentas, pero nuestro barrio es de clase media, no hay hambre como en otros, pero tampoco lujos. Y un traje de gitana es un lujo asiático en aquel momento, pues, además, con las cartillas de racionamiento solo dan últimamente tela de sábanas y "vichí" de cuadritos para hacer delantales. Ni de lejos un percal rojo con lunares, que era nuestro sueño.

      Pero como la imaginación llega al poder, a alguien se le ocurre hacer un traje de papel. Así como lo digo. De un papel fino que venden en la tienda Costales de Puerta Real, que no es caro y lo hay de todos los colores. Pero, claro, el papel no se puede coser, hay que pegarlo, y la confección del traje no es posible encomendarla a modistas ni costureras, que de papeles y pegamentos no saben nada, así que es la persona más habilidosa de cada familia la que se encarga de confeccionarlo. Y ahí está mi padre, con su arte para todo, dispuesto a que su niña fuera la mejor vestida. Y lo fue. Con la ayuda de los patrones de mi madre, tuve el traje de papel más bonito de todas las amigas. Rojo y con lunares blancos, también pegados. Y volantes, muchos volantes, que disimulaban mi delgadez.
      A estas alturas, tengo que reconocer que mi amiga Quica me hizo la competencia con el traje confeccionado por su hermano Antonio. Sí, aquel Antonio que, muchos años después, se hizo un nombre adornando pasos en Semana Santa. Y el Día de la Cruz allí estábamos todas, unas mejor vestidas que otras, pero tan contentas... y sin movernos demasiado porque el papel no aguantaba mucho.
      Años 40, lutos, escasez, tristeza y trajes de gitana de papel.

Nota.Tengo que advertir que cuando hablo de trajes de gitana me estoy refiriendo a los que luego se han venido a llamar de flamenca y en Sevilla se les llama de faralaes. Sin embargo, en Granada siempre se les llamó de gitana, pues procedían de los que llevaban las mujeres en el Sacromonte.
 

27/4/24

El adiós

 


      El 22 de marzo, Viernes de Dolores para más señas, se me fue otro amigo entrañable, Francisco Gil Craviotto, y he necesitado dejar pasar el tiempo para poder hablar de él. Para recordar cuando le dediqué la primera entrada, cuando le pedí permiso para publicar un artículo suyo, cuando lloramos juntos la pérdida de Nono Carrillo y la de José Antonio Mesa. Ahora ha tocado despedirlo a él y arrastro el dolor de no haber podido hacerlo por circunstancias personales.

      Con él se va el pasado, se cierra el círculo de todos aquellos que, hace muchos, muchos años, éramos jóvenes y teníamos la vida por delante. Todos se han ido. Queda la soledad, queda -Manuel Alcántara dixit- no tener a quien decir: ¿Te acuerdas?

      Descansa en paz, Paco. Allá donde estés florecerán los almendros en los días azules de la infancia.

 

9/4/24

Gelem, gelem

 

      Mi periódico Ideal me ha recordado que ayer fue el Día Internacional del Pueblo Gitano y que los gitanos granadinos lo celebran en el Genil, arrojando al agua pétalos de flores rojas y depositando desde el embarcadero pequeñas velas encendidas que flotan en ella. Es la Ceremonia del Río, se celebra desde el año 2000 y yo acudí los primeros años, porque es muy bonita. Según leo, se desarrolló como es habitual: lectura del Manifiesto Gitano, petición de los deseos por parte de niños y niñas, y la interpretación del himno Gelem, Gelem (Anduve, anduve) por Macarena Fernández. Hubo luego una actuación flamenca, que terminó con la Ceremonia del Agua.

      Recordando hoy que hace unos años -al parecer cinco- pasé cerca de donde se estaba celebrando y oí cantar el himno, he buscado ¡y encontrado! un vídeo de ese día, que voy a compartir con todos. No es la mejor interpretación que he oído ni la mejor de YouTube, pero he elegido esta por su autenticidad y porque me recuerda el día que los escuché a distancia y me detuve a oírlos.

 

30/3/24

Aplausos

 


      Durante esta cuaresma, el periódico IDEAL nos ha estado obsequiando con una colección de láminas titulada Miradas. La Semana Santa de Granada según sus fotógrafos, que me llegaban los jueves puntualmente.

      Creo que fue en la segunda entrega, cuando vino esa imagen que veis arriba, en una reproducción no muy buena al tratarse de la foto de una foto. Antes de nada, tengo que advertir que no soy "semanasantera" en absoluto, es más, en muchas ocasiones me crea problemas como el que ahora voy a exponer.

      La foto, de Luis Javier Quesada, recoge el paso por la calle San Matías del Señor de la Humildad, mas conocido como De la Cañilla, una talla de 1689 atribuida al círculo de los Mora y, si os fijáis, el fotógrafo ha estado acertado en el momento de hacerla, ya que la imagen lo tiene todo, no le falta un detalle. Veamos.

      Un paso valioso, un trono adornado, una calle antigua, la torre asomando, el capataz de la cofradía, la banda de música con cascos de plumas, gente en los balcones y en la calle, niños, colgaduras, cirios encendidos... Por tener, tiene hasta dos guardias civiles con tricornio.

      Se ven también caras sonrientes y manos que aplauden. ¿Que aplauden? En el paso está la imagen de un hombre medio desnudo al que han torturado y van a seguir torturando hasta que muera. Un hombre que nació en Belén, al lado de Jerusalén y a solo 50 km de la ciudad de Gaza. Un judío palestino denunciado por los suyos y torturado por el poder dominante. Trasladado al momento presente, podría ser un palestino en manos de la Shabak o un rehén judío de Hamás.

      ¿Y SE APLAUDE?



21/3/24

Mayte Martín de nuevo


      Antes de que las trompetas y los tambores de Semana Santa invadan las calles y no se oiga otra cosa, quiero compartir con todos los que me visitáis el último álbum de una de mis cantantes “fetiche”: Mayte Martín. Se trata del álbum Tatuajes, que ha lanzado hace unos días y está promocionando en una gira por todo el país. En él, acompañada por Nelsa Baró al piano, Guillermo Prats en el contrabajo y Vicents Soler a cargo de la batería, Mayte versiona "las canciones más bellas del siglo XX", como ella misma las califica. Y lo son, por lo que me resulta difícil elegir una para el vídeo. Es mucha la tentación de Alfonsina y el mar, más aun la de Lucía de Serrat y casi inevitable Ne me quite pass de Jacques Brel

       Sin embargo, resistiendo las tentaciones, me decido por una menos conocida aquí, aunque en Argentina, donde nació, sí tiene un largo recorrido, con intérpretes de la categoría de Susana Rinaldi. Y estoy hablando de Porque vas a venir, un vals criollo compuesto e interpretado en los años 80 por Carmen Guzmán con letra de Amanda Velazco, más conocida como Mandy.

      Y con vosotros, la versión de Mayte Martín, que espero que os guste.


7/3/24

Religión

  


      Siguiendo con el tema del post anterior, supongo que todos sabéis quién es Marie Kondo, esa madre de familia japonesa, que ha convertido el orden en una religión llamada KonMari de la que ella es la suma sacerdotisa. Y como toda religión, la KonMari tiene sus mandamientos, el primero de los cuales es que, para conseguir ese orden supremo, es necesario el minimalismo en todo. En la decoración, los objetos que guardamos... todo. Sin dejar claro si cuadros, libros y objetos artísticos son también cosas inservibles de las que debemos desprendernos rápidamente para alcanzar la armonía y la felicidad.

       Curiosamente, la señora Kondo y su religión han tenido un éxito aplastante. Una legión de conversos la sigue fervorosamente, “minimaliza” su vivienda y se dedica con entusiasmo a doblarlo todo, convirtiendo camisas, pantalones, sábanas y bolsas de plástico en paquetes irreconocibles que, una vez colocados verticalmente estilo libro, corres el riesgo de hacer la cama con paños de cocina o sonarte la nariz con unos calzoncillos.
      Bueno, pues doña Marie ha arremetido ahora contra los hogares españoles que, según ella, incumplen gravemente los mandamientos de su religión acumulando objetos no necesarios. Critica también nuestra costumbre de no quitarnos los zapatos al entrar en una casa y que conservemos la misma decoración en los cambios de temporada. Y, según ella, también nuestras camas tienen exceso de “capas” y deberíamos desechar colchas, sábanas y cobertores. Por último, remata censurando el bidé en los cuartos de baño.
      Ante estas críticas a nuestras casas, lo primero que le diría a la sacerdotisa si me la echara a la cara, es que, puestos a hablar de costumbres, puede ser que su abuela aun camine con pasitos cortos gracias al martirio que sus pies sufrieron de niña para que no crecieran. Que ya es costumbre esa... Y después, quizá terminara recordando lo que le contesté hace años a un albañil que, al vaciar un armario ropero para intervenir en él, me había dicho: Señora, ¿por qué tiene usted tantas cosas? Y yo, que ya había tenido con él ciertos desencuentros, le contesté: Pues porque esta es mi casa y hago en ella lo que me da la gana. ¿Capta el mensaje, doña Marie

21/2/24

Calor de hogar



      Algunas veces digo que me gustaría tener mi casa más limpia y ordenada...pero no mucho. Me explico. Las casas muy perfectas en las que todo está reluciente y no hay nada fuera de su sitio, me parecen como con poca vida, me dan una sensación de frialdad semejante a la de una tienda de muebles o una exposición. No hay vida en ellas, es como si las personas que las habitan estuvieran de paso y no dejaran huella. Yo necesito una casa con periódicos, el móvil y las gafas encima de la mesa, con un libro, una fotografía, una nota escrita en papel sobre un mueble o el folleto del supermercado en la encimera de la cocina. 

      Y necesito también que, cuando alguien me visita, se note luego. Ver que hay algo fuera de su sitio, que el sillón donde se sentó está ligeramente cambiado de postura o la puerta del baño cerrada cuando yo siempre la dejo abierta. Necesito ver la huella de su paso en mi soledad. 

 

12/2/24

El invierno de la sandía


Esto NO es una sandía

 

 


Esto es una bandera