25/3/16

Del amor hablamos



      Hoy, Viernes Santo, cuando los cristianos recordamos a un hombre colgado de la cruz por Amor, creo que es el día indicado para hablar de esta palabra, para hablar de un sentimiento tan grande que incluye muchos sentimientos. 

      Los españoles somos muy miedosos al usar esta palabra y manejamos otras como cariño o aprecio con tal de no pronunciarla en toda su dimensión. Incluso el diccionario de la RAE, pasadas las primeras acepciones, entra de lleno en el componente sexual de la palabra. Sin embargo, en la Biblia y concretamente en el Nuevo Testamento, la palabra griega con la que Juan designa al amor –Agápê- es un comodín que sirve para todo, ya que Agápê es entrega de sí mismo y esa entrega se da a todos los niveles y en todos los casos. Se ama a Dios y se ama a la pareja, pero también se ama a los padres y los hijos, al amigo más cercano y hasta se considera a cualquier persona un hermano al que amar (Agapáô)

      Pero –siempre hay un pero- el amor lleva emparejada otra palabra que hasta rima en castellano: la palabra dolor. No hay amor sin dolor, pues cuando se ama, todo duele más que si se es indiferente y hay personas que evitan amar para no sufrir dolor, pero a otras –aquellas del Eros- el Agápê nos coge siempre de lleno y así nos va en la vida. No nos deprimiremos ni tomaremos Lexatin, pero lo pasamos mal, os lo aseguro. De eso doy fe. Y firmo. 

En Granada, Viernes Santo de 2016. Año de la Misericordia (Éléos), otro sinónimo del amor en el Nuevo Testamento. Para más señas.

18/3/16

Pudor

 



      Vais a decir que soy una rara, pero casi siempre llevo a la calle el móvil sin sonido. Unas veces porque no me interrumpa conversaciones con personas presentes y, otras, la mayoría, por no estar hablando de mis cosas ante desconocidos. Y esto va en mi contra, ya que me obliga a mirar la pantalla de vez en cuando y gasto llamadas contestando más tarde a las llamadas perdidas, pero es que siento como pudor de mantener una conversación privada en público, aunque no tenga la menor importancia.

      Sin embargo, esta mañana, en una tienda de ropa de esas grandes, una chica de unos cuarenta años, muy bien vestida, discutía con alguien por el móvil a grito pelado y no parecía importarle. Ni siquiera había buscado un rincón apartado, sino que se paseaba rápida por toda la tienda para que así más personas pudiéramos disfrutar de su discusión. Pero lo raro y lo que también me llamó la atención, es que aquello parecía no interesar a nadie, que nadie se mostraba sorprendido por el espectáculo que estaba dando, que pasaban totalmente de ello mientras miraban la ropa.

      ¿Indiferencia… o algo “normal” que a mí no me lo parece? 
    

9/3/16

En el parque





      La vi en el parque una noche de verano ya oscureciendo, en ese parque que ha llegado a ser el jardín de mi casa. Estaba poniéndoles la comida a los gatos que viven allí y que algunas personas se encargan de alimentar y, como yo “pego la hebra” con todo el mundo, hablamos durante largo rato del parque, de los gatos y de Granada en general. Aparentaba unos treinta y tantos años y era delgada, muy delgada y poquita cosa, educada y hasta culta. Creo que me dijo que era de Murcia y habló de pasada de que había vivido en Barcelona cuidando a una señora mayor.

      Mientras hablaba con ella me fijé en que, entre los árboles, en la zona que es la “casa” de los gatos, colgaba de un árbol algo que me pareció una bata, pero que en ese momento no le vi explicación. Pasaron los días y uno que fui por la mañana temprano, me encontré allí la señora que alimentaba los gatos el año pasado, que me habló de que llevaba tiempo sin ir por haber estado enferma y me preguntó de quien era la mochila que había escondida entre los arbustos. Con lo que yo había visto y lo suyo, llegamos a la conclusión de que la chica de por la noche vivía allí, cosa que pude  confirmar cuando la noche de la verbena la vi como esperando que terminara tanto ruido para poderse dormir. Le hice de lejos esta foto y la he guardado hasta ahora, cuando ya ha desaparecido de allí, cuando ya el frío le habrá obligado a buscar un refugio tal vez menos agradable, pero más acogedor que el silencio y la oscuridad de un parque. Cuando quizá haya volado hacia otra ciudad como los pájaros vuelan a sitios más templados al llegar el invierno.