3/9/24

Una chica de El Ejido

Imagen tomada del periódico IDEAL

       Hace muchos años, cuando ya empezaba a hablarse de la inmigración subsahariana, asistí a una mesa redonda o conferencia, no recuerdo bien, que se celebraba en el salón de una iglesia cercana. Como ya dije en esa ocasión, esa iglesia está situada en un barrio acomodado y conservador y, en el coloquio del final, una señora muy elegante dijo que sí, que muy bien, que pobrecitos africanos, pero que "esa gente" venía a quitarle el trabajo a los de aquí y ella tenía dos hijos en paro que... Creo que no llegó a terminar su perorata, pues en las últimas filas se levantó una chica muy joven que la interrumpió indignada diciendo: ¿Sabe lo que le digo, señora? Pues que usted no comería tomates y pimientos en invierno si no fuera por ellos. Yo soy de El Ejido, mi familia tiene invernaderos y puedo decirle que el trabajo en invernadero es un infierno, que la atmósfera es irrespirable en verano. ¿Y sabe lo que pasa? Pues que un español se marea, lo sacan, se va a su casa y ya no vuelve, mientras un senegalés se marea, lo sacan, se airea un poco, se bebe un vaso de agua... y vuelve a entrar. Y al día siguiente y al otro y al otro, hasta que se le acaba el contrato. Así que si sus hijos buscan trabajo, que vayan a los invernaderos y lo encontrarán.

      No sé si fui yo la primera en aplaudir, pero el aplauso fue unánime y la chica ejidense se sentó un tanto abochornada, mientras la señora de los hijos en paro supongo que deseó meterse bajo su asiento