28/2/10

28F. Treinta años ya.


La bandera blanca y verde
vuelve, tras siglos de guerra,
a decir Paz y Esperanza
bajo el sol de nuestra tierra.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad.

Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos:
hombres de luz que a los hombres,
alma de hombres les dimos.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad.

Himno de Andalucía. Letra: Blas Infante (1885-1936)



19/2/10

Feminismo



Cuando compré el ordenador, hice un curso de dos semanas de Internet elemental en el Centro Europeo de las Mujeres, instalado en la casa donde vivió Mariana Pineda y sostenido por fondos de la Unión Europea.

El cursillo era sólo para mujeres y los ejercicios prácticos consistían en buscar recetas de cocina y hacer la compra en Mercadona.

Han pasado varios años y creo que siguen igual. Feministas que son ellos.

O ellas.

10/2/10

Celia



En 1929 Elena Fortún publica unos relatos en la revista Blanco y Negro, reunidos luego en un volumen con el nombre de Celia, lo que dice, e iniciando así una larga serie de libros con esta niña de protagonista
.

Cuando este primer libro llega a mis manos yo tenía 7 años, la misma edad que Celia, y fue una de mis primeras lecturas. Aun conserva párrafos acotados por mi profesora Matilde para que practicara redacción y signos ortográficos, para “analizar” sujeto, verbo y predicado.

Con Celia en el colegio yo voy también al colegio, con Celia en el mundo me abro al exterior y con Celia novelista comienza a gustarme escribir. Llegan más libros y conozco a su hermano Cuchifritín, sus primas Matonkiki y las gemelas Miss Fly y Pili. Pero pronto Celia empieza a crecer más rápidamente que yo y cuando muere su madre y se convierte en Celia madrecita, yo aun soy una niña que llora amargamente la desgracia de su amiga predilecta.

Pero esa desgracia no había venido sola, pues el padre se arruina y toda la familia emigra a Argentina en busca de un porvenir. Allí Celia, con 19 años, encuentra un trabajo en la estancia El Jacarandá de La Pampa como institutriz de dos niñas medio indias, sobrinas de un acaudalado médico. Sus nombres –Yunga y Beba- me parecieron entonces exóticos, aunque luego he sabido que yunga es una planta y beba se le llama a cualquier niña.

Aquella enorme casa, el jardín lleno de ruidos nocturnos, la naturaleza indómita que la rodea, la diversidad de razas en el servicio y las extrañas –para mí- costumbres poblaron mi imaginación durante largas horas de lectura. Me familiaricé con el vos y el imperativo decí, supe que un colectivo era un autobús y que se podía anteponer el don a un apellido….

Como era de esperar Celia se enamora de aquel doctor un tanto misterioso y este le propone matrimonio en una “tarde rosa”, pero muere de accidente en una “noche negra”. Llena de dolor vuelve con su padre y hermanas a La Plata, encuentra otro trabajo con un matrimonio inglés en las cercanías de Saltauna ciudad empedrada y limpia como toda la república, blanca, plácida y silenciosa como el patio de un convento- con el que viaja hasta Bolivia y termina residiendo en Buenos Aires de nuevo con su familia.

Aquí prácticamente termina la historia de Celia Gálvez, pues el siguiente libro –Celia se casa- ya está narrado por su hermana Mila, la que nació al morir su madre.

Y ahora empieza la mía. Para escribir este post he sacado de su estante Celia institutriz en América con intención de darle un repaso, pero el relato me ha enganchado hasta pasarme con él la mañana del domingo. He recobrado a Celia, pero con una dimensión distinta. Mi contacto virtual con amigos de allá ha hecho que todo me resulte más cercano y conocido, ya no me son extrañas las costumbres, ni los nombres, ni los paisajes, ya son tan míos como lo fueron de ella.

El gran Paraná, Buenos Aires, Salta, Jujuy, La Plata, Córdoba, La Pampa… nombres de ayer y de ahora, un libro amarillento, correos que van y vienen, siestas de lectura en el viejo patio, noches sobre el ordenador, pasado y presente, realidad y sueño. Todo se mezcla y se entrecruza.

Nfer, Nirene, Sofocador y también Nat. Todos son Celia, todos se entroncan con mi niñez gracias a ella.

Me faltaba un pasado común y ya lo tengo.

3/2/10

Informando



Esta tarde, en el Salón de Plenos del Excmo. Ayuntamiento de Granada y ante un numeroso público -entre el cual se encontraba esta humilde escribidora- ha sido presentada la reedición del libro de Francisco de Paula Valladar La invasión francesa en Granada 1810-1812, con un estudio biográfico preliminar obra de D. José Antonio Mesa Segura.

Presidió el acto D. Melchor Saiz-Pardo, Defensor del Ciudadano y presentó al señor Mesa D. Eduardo Roca, miembro del Comité encargado de la organización de este Bicentenario.

A continuación, D. José A. Mesa Segura pasó a hacer un recorrido por la figura de Valladar (1852-1924), periodista, escritor, investigador y director-editor de la revista de Artes y Letras La Alhambra. Y sobre todo, un enamorado de su ciudad, que nunca ha sido reconocido por esta en todo su valor.

Con este acto dan comienzo las conmemoraciones programadas con motivo de cumplirse los dos siglos (que ya es tiempo) de aquella invasión venida del otro lado de los Pirineos.



El señor Mesa Segura firmando libros


Nota: Dada la crisis coyuntural y la estrechez presupuestaria del Ayuntamiento, tampoco hubo canapés.

28/1/10

Napoleón y el puente



Este de arriba es el Puente Verde, que no se llama así por ese musgo crecido en la humedad, sino por otro puente de madera pintado de verde que hubo en el mismo lugar. Está situado sobre el Genil, al final del Paseo de la Bomba, y hace ya años lo desfiguraron con una plataforma de hormigón para ensancharlo.

¿Qué tiene que ver este puente con Napoleón? Pues mucho, pues lo mandó construir un tal Horacio Sebastiani, general del ejército invasor francés, al que no se le ocurrió otra cosa que derribar la torre de la iglesia de San Jerónimo, joya del Renacimiento, para utilizar sus piedras en el puente. Disponía ahí al lado de las canteras de Sierra Elvira, pero era mucho trabajo sacar y tallar la piedra, por lo que optó por el camino fácil de encontrárselas dispuestas.

En estos días conmemoramos -que no celebramos- en Granada el bicentenario de aquella invasión napoleónica, que algunos consideran fue favorable para la ciudad, (que se lo digan a la iglesia de S. Jerónimo) y de la visita de José Bonaparte, que residió aquí durante casi dos semanas.

Con este motivo hay previsto un amplio programa de actividades: publicaciones de libros, visitas guiadas a la “ciudad napoleónica”, ciclos de conferencias y hasta un concierto de música militar. Confío en que las autorizadas personalidades que han formado el comité de organización de estos eventos y a cuyo cargo están ahora las conferencias y libros, puedan explicarnos lo que tuvo de positiva aquella invasión.

Seguiremos informando.

25/1/10

Con menos de todo


Con menos tierra
podría hacer mi calle
para andarla yo solo.

Con menos muerte
podría hacer mi vida
para morirme solo.

Con menos vida
podría hacer mi muerte
para vivirla solo.

Y con menos de todo
-de tierra, vida y muerte-
para quedarme solo.

José Carlos Gallardo (1925-2008)

18/1/10

El patio


Hace 35 años abandoné con pena mi casa de toda la vida. No era una gran casa, no era como las casas de patio andaluzas, con el patio en medio y una galería alrededor en el piso de arriba. En mi casa sólo había un patio, detrás, pero tenía un arriate con árboles y plantas, cosa que los patios típicos no tienen.

Delante, a la entrada por la calle, estaba el portón, un pequeño portal y la puerta de cristales que daba paso y luz al recibidor. Y, al fondo del recibidor, el patio, que tenía las tapias cubiertas de yedra, un celindo enorme cuyas ramas, en primavera, se vencían hasta el suelo por el peso de la flor y un albaricoquero con albaricoques, en cuyas ramas se enredaba un falso miraguano de flores pequeñitas y olorosas, que más de una vez lucí en el pelo en el Festival de Música y Danza. Había también un níspero grande, y otro que yo sembré con un hueso del primero y que ya me sobrepasaba en estatura. Y en el centro, rodeando el aljibe, macetas de aspidistras (o pilistras, como se les llamaba)

En la posguerra, cuando un huevo era un artículo de lujo, en el patio había un pequeño gallinero de tela metálica, con cuatro o cinco gallinas y un gallo, que se alimentaban con las sobras de la comida y un guiso de pieles de patata y salvado. Las gallinas tenían nombre y, si alguna vez se sacrificaba alguna, a mí me mandaban a casa de la abuela. Luego, me decían que se había muerto, pero yo miraba con sospecha el arroz que me estaba comiendo....

Cuando algún tiempo después firmamos la escritura de venta, la compradora me dijo: Tiene Vd. que ir a ver como hemos dejado la casa. Construímos parte del patio y, en el resto, hemos quitado la tierra, los árboles y las plantas para que no haya bichos

Si las miradas mataran, aquella señora se hubiera quedado tiesa en el despacho del notario.


Durante estos 35 años he pasado muchas veces por la puerta, he visto el portón siempre cerrado (la inseguridad, ya se sabe) y hasta en alguna ocasión me he sentado en el bar de enfrente para espiar si, al entrar alguien, podía ver la puerta de dentro.

Ahora la casa está cerrada, pues se ha vendido para edificar. En este momento quizá ya no exista.

Si esta noche sueño con gallinas, con albaricoques y flores de celindo. Si oigo el silbido de alguien que me llama desde la calle, si me veo bajando las escaleras de dos en dos, si siento el roce de la pared del portal mientras dejo que me roben un beso....

....será que este blog se ha convertido en magdalena.

Comentado en Comentaristas Dispersas cualquier día de cualquier año.

9/1/10

Crisis


Foto de Ramón L. Pérez en IDEAL

Ayer, en el supermercado, vi como una señora introducía entre su ropa un envase de embutido loncheado. Su precio: poco más de un euro. La seguí, tomó una barra de pan y pasó por caja abonándola. Luego desapareció rápidamente camino de la calle.

Yo continué llenando mi carro, pero con el desasosiego de haber presenciado algo que no era un juego, ni un trastorno mental, ni siquiera un delito, sino una tragedia doméstica, cotidiana.

Y hoy encuentro en el periódico esta información de Miguel Allende.

Sobran las palabras. No hay nada que añadir.

1/1/10

Año Nuevo



Termina un año y empieza otro, con la incógnita de lo que nos puede traer a lo largo de esos 365 días. Que pueden ser menos, pero nunca serán más.

Mi mayor deseo es que todos tengamos una navegación lo más tranquila posible, libre de tormentas y naufragios, y nos reunamos aquí de nuevo para el estreno del 2011.

Y para terminar el año, el recuerdo de un bello momento de su principio: el concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena dirigida por Daniel Barenboim.


En el bello Danubio Azul de Johann Strauss (hijo)




Marcha Radetzky de Johann Strauss (padre)





Y si os apetece una reflexión más profunda podéis encontrarla aquí.

24/12/09

Villancico insólito


Villancico

Juan del Encina (1479-1529)

!
No te tardes que me muero,
Carcelero,

¡no te tardes que me muero!

Apresura tu venida

porque no pierdas la vida,
que la fe no está perdida.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!


Sácame desta cadena,
que recibo muy gran pena,
pues tu tardar me condena.

Carcelero,
¡no te tardes que me muero!

La primer vez que me viste
sin lo sentir me venciste:
suéltame, pues me prendiste.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!

La llave para soltarme
ha de ser galardonarme,
prometiendo no olvidarme.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!


¿A que es raro este villancico? No habla del Niño, ni de los pastores, ni de los peces que beben en el río. Y es que no se trata de una canción de Navidad.

Villancico viene de villano, que es vecino de una villa o aldea. Es, por tanto, una canción –muchas veces de temática amorosa- que se cantaba en diversos momentos de la vida del campo o de un pueblo y que se transmitía oralmente y casi siempre de forma anónima.

A partir del s.XIII los trovadores la introducen en la corte y ambientes más cultos, perdiendo ya su carácter popular y añadiendo el acompañamiento de instrumentos musicales, siendo ya a finales del s.XV cuando estas canciones adquieren el sentido religioso que hoy conocemos.

Pero como de villancicos auténticos va el día, aquí van dos, uno de aquí y otro de allá.





Ala, a cantar.

Y muchas felicidades, clientela….

17/12/09

Lúdico y típico



Visto en una televisión local.

Entrevistan en un parque al ganador del campeonato de petanca de los centros de la tercera edad. Y el señor, muy puesto, con aire de culto, dice:

-Me gusta la petanca porque es un juego muy lúdico.

(Por favor, Junta de Andalucía, unos cuantos diccionarios para esos centros)…

A continuación pasa una chica haciendo footing, y el mismo periodista, en un derroche de ingenio, le pregunta:

- ¿Te parece bien que este parque lleve el nombre de García Lorca?

A lo que la chica responde:

-Pues sí. García Lorca es aquí muy típico

Como las tapas y el Día de la Cruz. Digo yo.

7/12/09

Vidalita



No hace mucho vimos a Mayte Martín en una canción de Manuel Alejandro, y hoy quiero repetir con la misma cantante para hablar de la vidalita.

La vidalita es, dentro del flamenco, lo que llaman un cante de ida y vuelta, que en este caso creo que es sólo de ida, mejor dicho de venida, ya que tiene su origen en las tribus collas de Chile, Bolivia y el NOA (Noroeste argentino)

El nombre le viene de vidala, híbrido de vida y del sufijo quechua –la, aunque no hay que confundirla con la propia vidala, ya que es más lenta que esta y suele intercalar entre los versos la expresión vidalitá para dar a entender que el cantante le habla a su canción.

Cómo llegó la vidalita a convertirse en un cante andaluz es algo que nos podrán decir los estudiosos del tema. ¿Similitud entre la tristeza de esta música y la del cante flamenco? El hecho es que llegó a Andalucía probablemente por el puerto de Cádiz y aquí se quedó en un inevitable proceso de aflamencamiento, dando lugar a un cante no jondo pero sí muy genuino.

Leo que el cantaor que la popularizó fue Manuel Escacena (1886-1928) y que luego la cantaron el Niño de Marchena, la Niña de los Peines y Manuel Vallejo. Con el resurgimiento actual de estos cantes de ida y vuelta, tenemos últimamente las versiones de Enrique Morente, Estrella Morente, Antonia Contreras y Diego el Cigala (aunque esta última no la recomiendo)

Pero, sobre todo, me quedo con esta interpretación de Mayte Martín, que os ofrezco en un vídeo que no es tan tenebroso como el anterior, pero sí mareante.



Se aceptan rectificaciones y sugerencias de los amigos de allá.