En la casa de al lado de la que yo crecí vivía un matrimonio, ya anciano por entonces, que no tenían teléfono y siempre se negaron a tenerlo, a pesar de que su única hija residía en Madrid. Ellos nacieron y crecieron sin teléfono y no lo consideraban necesario, no entendían las ventajas que proporcionaba. Incluso creo que le tenían un poco de miedo, pues alguna vez que su hija los llamó a mi casa para algo urgente, se negaban a acudir y decían que el recado nos lo diera a nosotros.
Pienso que algo así está ocurriendo ahora con muchas personas mayores que se niegan a entrar en Internet, ya sea en un ordenador, una tableta o un móvil. Para nosotros, la Red es un medio más de comunicación, pero para ellos es algo innecesario, algo que más que ventajas puede tener inconvenientes. No forma parte de su universo, no está en el ámbito de su vida.
Para A., que no puede leerme, que no quiere leerme.
Supongo que no todo el mundo es capaz de aceptar las novedades, lo desconocido suele causar miedo y desconfianza y por ello mucha gente es reacia a aceptar esos cambios y por ello necesitan más tiempo que las otras personas que están abiertas a todo lo nuevo, es cuestión de tiempo, pero normalmente aunque tarden acaban aceptándolas.
ResponderEliminarNo es cuestión de nuevo, sino de darse cuenta de por donde va la vida, de negarse a aceptar que este medio de comunicación ya es el medio por el que se comunica la mayoría de las personas y que si te cierras a él, te incomunicas. Lo mismo que estos vecinos permanecían incomunicados con su hija pudiendo haber estado más cerca.
EliminarHay muchas personas -más de las que creemos, seguramente- que siguen viviendo en su mundo de siempre, sin abrir más ventanas de las que un día abrieron y asomándose, exclusivamente, a las pantallas de sus televisores. Quizás no necesiten más o no se sientan con fuerzas y/o ganas para usar las tecnologías que tienen a su disposición. En cualquier caso, toda opción es válida si quien elige se siente a gusto con ella.
ResponderEliminarPero lo malo es que su decisión no los afecta solo a ellos, sino a los demás, a los que de alguna forma también nos incomunica. Cuando en una red se produce un agujero, los peces se escapan para todos.
EliminarYo estuve incomunicado año y medio, todo el tiempo de la mili en Sidi Ifni y la verdad lo eché mucho en falta. Cuando fui destinado a Canarias lo primero que hice fue buscar un locutorio y llamar por teléfono a mis padres, pero como la conferencia me salió muy cara, luego me metía en las centrales telefónicas y dándome a conocer me dejaban llamar gratis a mis padres y a mi novia.
ResponderEliminarCuando había centrales telefónicas, que ahora solo hay tiendas para vender móviles.
Eliminarpues con el tema de los hijos saliendo a trabajar fuera, ya llevo unos cuantos ajustes de skipe, y no a personas mayores
ResponderEliminarEn eso tienes mucha razón, pues conozco personas muy mayores que se han lanzado a Internet empujadas por la necesidad de comunicarse con sus hijos, pero no todas lo hacen, hay quien renuncia a esa comunicación con tal de no introducir en su vida algo que consideran extraño. O como un elemento "perturbador" según ese A. de la dedicatoria.
EliminarTe comprendo y coincido contigo en que es una lástima quedarse desconectado por miedo o desconocimiento. Otra cosa es cuando lo consideramos innecesario. Creo que habría que diferenciar. Por ejemplo, a mí Facebook me parece inútil, aun reconociendo que mucha gente lo usa.
ResponderEliminarEs que yo no me refiero a las redes sociales, sino a la comunicación de persona a persona, que Internet nos la facilita enormemente con el correo o con el chat del móvil.
EliminarPues lo he vuelto a leer y me sigue pareciendo que hablas de la reticencia a usar esos medios. De ahí mi comentario. Cierto que Internet nos facilita la vida, siempre que quieras estar conectado, localizable, etc. Pero no todo el mundo quiere ser encontrado.
EliminarPor supuesto que hablo de eso y es respetable que haya quien no quiera ser localizado, pero una cosa es no querer y otra no poder, negarse a uno mismo la posibilidad de esa comunicación en caso de que le haga falta.
EliminarLa costumbre es definitiva a la hora de organizarnos todo en la vida. En general, la comodidad y la ausencia de cambios nos da tal sensación de seguridad, que cualquier cambio se ve como casi una amenaza. En el caso de las comunicaciones aún más, cuando se ha tenido las que se creen necesarias y con la cadencia temporal que se ha creído adecuada siempre. Conocemos también el error opuesto: el de la sobrealimentación de información que puede llegar a provocar efectos semejantes a los de su absoluta carencia... Hay veces que creo que todos nos acordamos de aquél "antes", sin móviles ni internetes, con un poco de nostalgia. Al final, entiendo que lo bueno estará en el punto medio, lio peor es que no somos capaces de administrar las cantidades necesarias para llegar a él...
ResponderEliminarMe he puesto a pensar si alguna vez he echado de menos los tiempos en que no había estos medios y me parece que no, al contrario, muchas veces he recordado cosas que hace años fueron un problema y que ahora se hubieran solucionado fácilmente. Si me apuras, quizá mi vida sería ahora distinta si por los años sesenta hubiéramos tenido Internet.
EliminarA veces las personas mayores se hacen un poco (o un mucho) egoístas. Ese matrimonio le complicaba la vida a la familia que llamaba, a la que recibía el recado, que después tenía que transmitirlo etc.
ResponderEliminarLa respuesta a Charles me ha recordado a una que me dio mi abuela hace ya muchos años a la pregunta «¿Antes las cosas eran mejor?» A lo que mi abuela con gesto triste contestó: «Antes hubo una guerra, y hambre, y después nadie tenía de nada. Ahora cualquiera se compra un coche y un vídeo.»
Esa es la diferencia: los mayores somos más transigentes con lo actual porque hemos conocido cosas peores.
EliminarMucho peores, permítame añadir
ResponderEliminarY sin llegar a la guerra o el hambre, simplemente los que se quejan de esta democracia incompleta, es porque no han conocido la dictadura.
EliminarAl leerte he recordado algo que me pasó en la cola de un supermercado, en un pequeño pueblo de La Alpujarra, no hace más de diez años. Una señora trataba de convencer a otra de las ventajas que tenía disponer de una lavadora. A veces, con las excusas más extrañas, nos empeñamos en no abrirnos a las novedades. Y eso sólo va en nuestra contra, la mayoría de las veces.
ResponderEliminarYo creo que Internet y las redes sociales puede abrir un mundo a personas que, por diversos motivos, no disponen de él. Luchar contra eso, al final, sólo perjudica al que lo evita.
Saludos.
Hoy, precisamente, vengo de oír como una amiga esgrime como razón para no tener Internet en el móvil que "no piensa tener ordenador". Y no ha habido forma de convencerla de que no tiene nada que ver. Lo que tú dices, excusas extrañas para justificar lo que en el fondo es solo pereza mental que todos la padecemos en cierta medida.
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