Vais a decir que soy una rara, pero casi siempre llevo a la calle el móvil sin sonido. Unas veces porque no me interrumpa conversaciones con personas presentes y, otras, la mayoría, por no estar hablando de mis cosas ante desconocidos. Y esto va en mi contra, ya que me obliga a mirar la pantalla de vez en cuando y gasto llamadas contestando más tarde a las llamadas perdidas, pero es que siento como pudor de mantener una conversación privada en público, aunque no tenga la menor importancia.
Sin embargo, esta mañana, en una tienda de ropa de esas grandes, una chica de unos cuarenta años, muy bien vestida, discutía con alguien por el móvil a grito pelado y no parecía importarle. Ni siquiera había buscado un rincón apartado, sino que se paseaba rápida por toda la tienda para que así más personas pudiéramos disfrutar de su discusión. Pero lo raro y lo que también me llamó la atención, es que aquello parecía no interesar a nadie, que nadie se mostraba sorprendido por el espectáculo que estaba dando, que pasaban totalmente de ello mientras miraban la ropa.
¿Indiferencia… o algo “normal” que a mí no me lo parece?
Al final es indiferencia total, incluso me llega a molestar si una persona habla excesivamente alto.
ResponderEliminarPiensa que por obligación he tenido que escuchar muchas conversaciones telefónicas, simplemente para detectar algún tipo de avería.
Tú sí, pero a mí me dejó estupefacta que soltara las cosas que soltaba con tanto público oyéndola.
EliminarEn mi caso nos obligaban a firmar un documento en el que se hacía constar que si escuchábamos alguna conversación, era simplemente por obligación y para el bien del servicio público.
ResponderEliminarEn Madrid a un operador le echaron de la compañía ya que escuchaba a primerísima hora de la mañana el precio que los pescateros iban a poner a sus productos y avisaba a su padre para que procediera en consecuencia ya que tenía una afamada pescadería en Madrid.
Yo, desde el principio de los móviles, cuando a alguien lo llamaban y se ponía a hablar delante de mí, si podía me apartaba, me daba como apuro estar delante. Cuando a quien tendría que darle era a él...
EliminarYo diría que indiferencia ante algo que ahora ya es normal, convivir sin involucrarse en la vida de los que te rodean. Los móviles son como una prolongación de la persona y como tal la gente cree que cuando lo utiliza queda aislado del resto del mundo por eso no se preocupan de si la gente pueda oírlos o no, es más, como dice Unjubilado, a los que le rodean incluso les llega a molestar si hablan excesivamente alto pues eso afecta al propio entorno del que está cerca. O sea, cada uno a lo suyo.
ResponderEliminarTu eres muy moderna, de eso no hay duda, pero todavía no alcanzaste el punto máximo y por eso conservas costumbres de antes como "no permitir que el móvil interrumpa conversaciones con personas presentes" o "el pudor de no hablar de cosas personales ante desconocidos".
O sea, que todavía me tengo que esforzar para sacar un aprobado en modernidad...
EliminarPor supuesto, y no te quejes que a mi todavía me queda más que estoy en párvulos.
EliminarPues tenemos que aplicarnos porque no nos queda mucho tiempo.
EliminarLa clave no es tanto el móvil como ese tipismo hispano de comunicarse a voz en grito en cualquier circunstancia. Si estás en un restaurante, no hay que hacer ningún esfuerzo auditivo para enterarte de la convrsación que mantienen en la mesa de al lado; si vas por la calle, las charlas ajenas se pasean por tu oídos como si las palabras te fueran dirigidas a ti. Y si viajas en un autobús no tienes ningún problema en conocer dónde estudia el hijo de la señora que se está cuatro asientos por detrás -o por delante- mientras se lo cuenta a su vecino de asiento.
ResponderEliminarHay una diferencia y es que todas esas conversaciones suelen ser, digamos, públicas, pero lo malo de los móviles es que hay veces en que son conversaciones muy privadas y eso es lo que extraña. Porque si en un bar, un grupo habla de fútbol a gritos, es molesto pero normal. Lo que no es normal es que una pareja se pelee de forma que todo el mundo se entere de sus intimidades.
EliminarHace unos días, en la Plaza Mayor de Madrid, un grupo de jóvenes holandeses se mofó y humillo a unas mendigas rumanas. ¿Reaccionó alguien? Los que estaban cercanos, contemplaban la escena con absoluta insensibilidad e indiferencia.
ResponderEliminarEso ya entra de lleno en otro capítulo. Bienvenido Tomás.
EliminarEl problema es que aún no nos hemos dado unas reglas de cortesía y educación con el móvil. Cada cual aplica las que le parecen. Y hay quien no tiene complejos y habla... y habla... y habla...
ResponderEliminarMe ha venido a la cabeza... en una mañana de verano. Esperábamos en la cola de una churrería. El señor de delante hablaba con su señora. Le dijo que estaba en el balcón, en casa de su señora madre en Torremolinos. No le dijo nada de que aquello era Benalmádena, ni de la señora de mediana edad que lo tenía cogido de la mano.
Yo soy incapaz de tener una conversación con alguien cerca...
Saludos
Eso es muy corriente. Yo estoy harta de oír: Ya llego. Estoy en la calle tal… Y está en otra muy distante. O en el autobús: En la Gran Vía. Y estamos en Constitución. El GPS debería servir para estos casos.
EliminarEs que hay muchos que mienten un montón cuando creen que nadie los ve.
Eliminar¿Y a los que va dirigida la mentira los creen? Lo dudo. Ya sabemos que tiene la patas muy cortas.
EliminarPues como hay gente tan rara, tal vez a los que va dirigida la mentira les interesa creérsela.
EliminarTambién es verdad, pues "ojos que no ven, corazón que no siente".
EliminarYo también tengo siempre el teléfono en silencio, y también me aterroriza mantener conversaciones privadas en público. Incluso tener llamadas en catalán, aunque aquí no lo entienda nadie.
ResponderEliminarEn ti es más raro una conducta así, ya que los nativos digitales se supone que tenéis asimiladas como normales cosas que a los mayores nos extrañan.
EliminarAlgo que las circunstancias -nuevas-, y las tecnologías -también nuevas-, han traído... Yo dejé de odiar el móvil, el día que descubrí que con él se puede hacer foticos. Ahora lo odio un poquito menos, pero me molesta y me disgusta -a mi también, también-, que me llamen cuando estoy conversando con alguien en vivo y en directo.
ResponderEliminarPues parece que nos hemos reunido aquí todos los raros de este país y parte del extranjero.
EliminarYo no hablo por teléfono por la calle, no estoy todavía tan loca, no lo llevo apagago pero como si lo estuviera, en el bolso ni lo escucho, esto desespera a mis amantes, si, snifff, cuando ellos, hablan por el móvil sin motivo yo berreo, me dicen -¡¡Estoy hablando por teléfono, ¿no ves?!!- Y yo les digo - Estás hablando solo, si estuvieras hablando por teléfono estarías en una cabina.
ResponderEliminarLo malo es que han desaparecido las cabinas. Precisamente hoy recordaba con un amigo cuando se iba a las centrales de Telefónica a llamar por teléfono quien no lo tenía en su casa y todo el mundo se metía en una cabina bien cerrada para que nadie lo oyera.
EliminarOjalá hubiese más "raros" como tú. Yo lo suelo llevar en silencio, pero con vibración, para decidir si contesto o no sin molestar a nadie. Aún recuerdo un viaje en el autobús en el que una chica menor de edad le contaba a una amiga el aborto que había tenido. Está claro que el pudor brilla por su ausencia en nuestra sociedad. Y la buena educación, también.
ResponderEliminarSi yo contara aquí lo que decía esa chica en medio de la tienda, me cerraban el blog por porno.
EliminarEn todo caso te ponen advertencia de contenido ...
EliminarMe pondrían un 3R como en la censura antigua de las películas.
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