29/7/19

Un mundo nuevo

 

      No hace mucho, hablando con el director de un banco, salió a relucir su futuro, el futuro en general de todos los bancos. Me decía que uno de los más importantes está suprimiendo las cajas, lo que antes llamábamos “la ventanilla”, para terminar con toda la gestión de recibos, de reintegro en efectivo, etc. y que solo se use el cajero para estas gestiones. Pero es que añadía que los cajeros también están destinados a desaparecer a corto plazo, a medida que se deje de usar el dinero físico y todas las operaciones se realicen en la Banca Digital. Que este proceso es inevitable e imparable. Yo, entonces, le dije: Sí. Reconozco que las cosas tienen que ir por ahí, pero vais demasiado de prisa, porque estáis excluyendo a toda mi generación, así que lo apropiado sería esperar a que nos vayamos muriendo.
      Y es que tengo amigos y amigas de mi edad, incluso con 10 años menos, que no tienen ordenador ni smartphone, la tarjeta bancaria les es desconocida y el cajero es un sitio donde duermen los sin techo. Por tanto, estas personas están incapacitadas para utilizar los servicios de esos bancos del futuro, quedan excluidas de ellos. Su incapacidad puede ser física, que sus cansadas neuronas no den más de sí, o puede ser psicológica: el miedo a lo nuevo, la dificultad de aprendizaje, el temor de no ser capaz… Y no estoy hablando de enfermos o dementes, sino de personas que todavía son independientes y se manejan bien en el mundo donde han vivido. Pero no en un mundo nuevo. Esa es la cuestión.
      Es la cuestión y el problema, ya que convierte a estos ancianos en dependientes antes de tiempo, los hace depender de personas de su entorno, cuando ellos están aun en condiciones de ir a un banco cercano, ponerse en la cola con su libreta y su DNI, realizar las operaciones necesarias tratando con un empleado y llevarse a su casa la pensión. Los hay con hijos que pueden –y quieren- desempeñar esta tarea, pero también hay otros que no los tienen o no cuentan con ellos y pasan a depender de otras personas, que pueden ser muy buenas y muy santas... pero otras veces no lo son y los despluman. Lo estamos viendo todos los días en los medios.
      Concluyendo. ¿Es lícito que se deje en esta situación a un colectivo tan numeroso? Pertenecen a una sociedad, que han ayudado a sostener, han pagado y pagan sus impuestos, y tienen, por tanto, derecho a recibir de ella unos servicios. Si la banca privada es un negocio y ya no le interesan como clientes, ¿no sería el momento de tener una banca pública que anteponga el servicio al negocio?
      

16 comentarios:

  1. Seguramente no será tan rápido pero llegará.
    A esto se le puede añadir "La DGT lanzará el carné de conducir en el móvil y tendrá validez legal", noticia de ayer mismo. Los pasajes de avión ya no es necesario, imprimirlos, vale con su presentación en el móvil, los tikes de entrada en determinados monumentos solamente son admitidos en el móvil, las visitas guiadas...
    Jubi, ¿y si se me agota la batería...?
    ¿¿ ??

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    1. ¿Ves como sí va rápido? Mucho más que el ritmo de sustitución generacional...

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  2. Coincido con Jubilado: Sucederá pero no inmediatamente.. Y sí, habrá quienes sufrirán ese progreso anunciado sin ni siquiera haber pisado nunca un cajero automático y dependerán de otras personas... Pero, desgraciadamente, es inevitable.

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    1. Está sucediendo ya. Conozco personas que ya están dependiendo de familiares, amigos y vecinos para cosas tan elementales como actualizar una libreta de ahorros, porque ya en ningún banco se lo hacen en ventanilla, ni siquiera cuando hacen un reintegro. Les dan el dinero, pero las mandan a la máquina para verlo impreso en la libreta. Es más, las libretas están desapareciendo. Permanecen las que estaban, pero las cuentas nuevas son cuentas corrientes y, en cualquier momento, cuando necesiten una nueva libreta porque está llena, les dirán que se acabó, que eso está obsoleto, y que tienen que utilizar el cajero. Y ya, además de pedir ayuda para actualizar la libreta, también la tendrán que pedir para llevarse la pensión a su casa.

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    2. Añado que ya remiten al cajero para todas las operaciones. Por ejemplo, un abuelo le quiere mandar dinero a un nieto para su cumpleaños y ya no le permiten hacerlo en ventanilla. Le cobrarán una comisión, pero el trabajo lo hace él en el cajero... si es que puede.

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  3. No me convencen los bancos públicos, pero sí soy partidario de que los privados, que ya gozan de ciertas prebendas, sean obligados a prestar esos servicios a los que te refieres. Por desgracia, el dinero manda, y los ahorros que se embolsan con la digitalización y la venta de nuestros datos valen mucho más que nuestra libertad. Nos encaminamos a un mundo más fácil, siempre y cuando estés conectado al Gran Hermano. Quien sabe, quizás haya nuevas oportunidades de trabajo y pueda venir a casa un joven que nos facilite todas esas tareas que nos superan...

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    1. Yo he conocido, no hace muchos años, a empleados de banca, que llevaban el reintegro a la casa de los clientes cuando estos no podían acudir. Y eran siempre empleados con cargo, apoderado, interventor, etc. Delante de mí, una interventora le decía por teléfono a una clienta: "No se preocupe, que ahora cuando salga me paso por su casa y se lo llevo. ¿Cuanto necesita?" Y esa bancaria salía de su trabajo un rato antes para poder hacer el encargo. Es posible que fuera una clienta importante, interesante para el banco, pero conocí otro caso, en otro banco, en que no era así, era una clienta normalita, de las de pensión y unos ahorros para un imprevisto. A mí misma, en la enfermedad terminal de mi madre, me dejaron traerme a la casa unos papeles que tenía que firmar. Ahora no se podría hacer eso porque ya no firmas en papeles, sino en una pantalla conectada al ordenador.

      De esto a lo de ahora hay mucha distancia y se ha producido en poco tiempo. Vamos que volamos...

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  4. Vientos de cambio que siempre se llevan a los que no pueden agarrarse a la cubierta.
    Y seguro que a nosotros, más tarde o más temprano, también nos llevaran.
    Banca pública? sólo para inyectarle dinero público y luego malvenderla: recuerdo cuando Felipe González "nos vendía" el entonces Mercado Común "podremos tener nuestros ahorros en un banco francés, o inglés... o comprar leche de Irlanda, o de Italia.." Al final todo eso quedó en que grandes corporaciones compraron las lácteas de nuestro país, o los bancos... Y al final sólo hay cuatro o cinco marcas que son de las dos o tres mismas empresas.
    Así, todo....

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    1. Es la globalización, amigo, no el entonces Mercado Común... Dentro o fuera, hubiera sido lo mismo.

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    2. ¿Banca pública? Argentaria funcionó bien durante unos años y, antes de eso, la Caja Postal también era muy útil. Basta con crear una banca pública con condiciones de servicio y vigilar para que se cumplan.

      https://www.20minutos.es/noticia/2898122/0/banca-publica-ayuntamiento-roda-andalucia-entrega-total-14-microcreditos-2016/

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  5. A cuentas de esto....
    https://www.elplural.com/economia/el-5-de-la-poblacion-espanola-no-tendra-acceso-al-efectivo-en-2025_221929102

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    1. ¿El 5%? Yo creo que, en este momento, ya son más de eso, pues está hablando de los pueblos que carecen de cajeros, pero no de los que no pueden usar los cajeros... aunque los tengan.

      Hay países en Europa que están funcionando practicamente sin efectivo, pero no sabemos las víctimas que habrán dejado atrás.

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  6. Yo formo parte de los que se adaptaron a los cambios, y hago casi todas mis operaciones (que no son muchas tampoco) a través de Internet. La verdad es que se me hace cómodo no ponerme a la fila (la "preferencial" no siempre hace honor a su nombre), pero como la cuestión de los cajeros también ha llegado a otros sectores, como los supermercados, que ahora tienen cajeros electrónicos, creo que por ese lado no me gusta. Sí, es fácil pagar en el "cajero" que lee el código de barras del artículo y me dice cuanto debo, pero, ¿y el contacto humano? ¿cómo converso con una máquina? ¿qué saco con saludarle y preguntarle cómo está esa mañana, si no me responderá? Tampoco la máquina me pregunta qué cocinaré ese día, o cómo amanecieron mis huesos. ¡Qué cosas! ahora recuerdo que sí fue un golpe para mí el día en que me comunicaron que mi pensión sería depositada en un Banco y que ya no necesitaría ponerme a la fila de la caja de pago. Fue hace tiempo pero recuerdo que me sentí obligado a ir dónde las cajeras a explicarles que ya no iría a verlas cada mes. No fui yo el de la idea, por supuesto, pero me sentí como si dejara a una novia, con un sentimiento culpable y sintiéndome el mayor de los miserables.

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    1. Dice: ¿y el contacto humano?. Nosotros lo necesitamos, lo echamos de menos al enfrentarnos con las máquinas, pero para las nuevas generaciones eso no es tan necesario, quizá porque han crecido sin él. Y de ahí que no "practiquen" ese contacto humano. Ya he hablado aquí otras veces de como, en el edificio donde vivo, los vecinos que han ido llegando en los últimos años a ocupar los pisos que se vaciaron por muerte de sus propietarios, son familias que no se tratan con el resto de los vecinos. Viven bajo el mismo tejado, pero son totalmente extraños.

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    2. Qué extraño se ha puesto el mundo ¿no es verdad? Recuerdo que mi padre se iba a trabajar y, como se iba con tiempo y los demás también, les quedaban, antes de tener que entrar a sus respectivos trabajos, unos quince minutos, a veces poco más a veces poco menos, para juntarse en la esquina a conversar de todo. Ahora todos corren, para tratar de llegar justo a la hora, ya no se saluda a los vecinos, no se habla con nadie en el transporte y se camina entre desconocidos. ¿Ese es el mundo moderno? a veces me siento fuera de lugar y, como dice el tango, "Sueño con el pasado que añoro,
      el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá"...

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    3. Tampoco podemos anclarnos en el pasado y negarnos a la adaptación, pues, como usted mismo dice, algunos hacemos un esfuerzo y nos vamos incorporando a las novedades que van surgiendo. Incluso, reconocemos que muchas de esas cosas nuevas nos son útiles y nos facilitan la vida, pero sin dejar de echar de menos ciertas costumbres que van desapareciendo y que eran beneficiosas. Esa ventaja tenemos los mayores: podemos distinguir. Como los años nos dan más perspectiva, podemos aceptar lo que nos es útil (o no nos queda otra que aceptar) y negarnos, en todo lo posible, a esa deshumanización a la que nos conduce un mundo de máquinas. Iremos a “contrapelo”, claro que sí, saludaremos a vecinos que no nos saludan… pero un “buenos días” o “buenas tardes” caídos en el vacío no le hacen daño a nadie. Ni siquiera a nosotros.

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