18/11/19

La Memoria






      Subo con cierta frecuencia al cementerio, unas veces sola y, otras, acompañada de un amigo. Precisamente con él fui hace unos días y, una vez visitadas las tumbas familiares y ya fuera del cementerio, nos acercamos al lugar donde hace dos años la Junta de Andalucía levantó un "Memorial" a las casi 4.000 personas que allí fueron asesinadas, desde los primeros días del levantamiento hasta 1956. 

      El sitio no me era desconocido, pues más de una vez he llegado hasta la cadena que corta el paso a la entrada y –cobarde- me he vuelto sin atreverme a pasarla. También he sabido de ese lugar a lo largo de toda mi vida. Supe lo que ocurrió ahí en cuanto tuve edad para entenderlo y luego fui sabiendo que en, ciertas fechas y de forma clandestina, había personas que se arriesgaban a poner flores en donde sus familiares fueron asesinados. He sabido también que, ya más recientemente, los que reclamaban una Ley de la Memoria, ponían una placa en la tapia, placa o cartel que el Ayuntamiento “pepero” se apresuraba a quitar en cuanto la veía.

      Por fin, en 2007, se aprueba la Ley de la Memoria Histórica y en 2017 la Junta de Andalucía instala ese Monumento a la Memoria, que su autora, la arquitecta Carmen Moreno Álvarez, llama “Las rejas de la Memoria” y que es una simple verja de 43 metros, entre negra y rojiza según la luz, con los 4.000 nombres que se han podido confirmar gracias a la investigación llevada a cabo durante años por la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica. Lo que no descarta que puedan ser más, ignorados, pero no olvidados. 

      El lugar donde está este Monumento a la Memoria podría ser idílico. En la colina de la Sabika, la de la Alhambra, con los olivos de la Dehesa del Generalife de fondo, con el sol tiñendo de rojo la verja… Pero no lo es si miras la tapia que aun conserva los agujeros de los proyectiles y sabes que la lluvia y el tiempo han borrado la sangre que en ella quedó, si miras la tierra que tragó aquella sangre, si, parodiando a Lorca, otro asesinado, piensas que

Voces de muerte sonaron 
entre el Darro y el Genil. 


      En silencio mi amigo y yo, me separé de él y me quedé sola. A un lado la siniestra tapia, al otro la verja llena de nombres. Hice, entonces, lo único que podía hacer: rezar. No se si por ellos o a ellos. Y, mientras rezaba, pensé que, en la Biblia, el nombre es la persona y que aquellos nombres, aquellas personas, me estaban gritando: “¡Cuanto has tardado!… Toda la vida, toda tu vida, desde el principio hasta el fin”… 

      Sí. Cuanto. Cuanto hemos tardado todos. 
      

12 comentarios:

  1. Triste, muy triste. En Zaragoza existe un memorial a la entrada al cementerio de Torrero al alcance de todos.
    En este lugar de memoria, construido desde la democracia, por acuerdo unánime del Pleno del Ayuntamiento de Zaragoza de 25 de septiembre de 2009, aparecen 3.543 víctimas de esa represión, 3.096 durante la guerra civil y 447 durante la posguerra, hasta el 20 de agosto de 1946.
    La información sobre esas víctimas procede de los libros de defunciones del Registro Civil, del Registro del Cementerio de Torrero, de los expedientes de inscripción del Juzgado y de los Archivos Militares. El recuento de estas 3.543 víctimas ha sido posible gracias a la investigación realizada por los historiadores Julián Casanova, Ángela Cenarro, Julita Cifuentes, Mª Pilar Maluenda y Mª Pilar Salomón, divulgada en el libro El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aquí, el Registro del Cementerio de esos años lo hizo desaparecer un alcalde, de cuyo nombre me acuerdo... pero mejor no nombrarlo.

      Eliminar
  2. Cuatro mil muertos, que se dice pronto. Cuatro mil vidas cercenadas por la barbarie: agricultores, obreros, alcaldes, rectores, profesores de universidad, "amas de casa", jóvenes casi niños... de casi seiscientos de ellos sólo se conoce el sexo y la edad. No fueron muertes causadas en acciones de guerra, eran civiles que un buen día se vieron allí, con las manos atadas, apoyados contra una pared y frente a su final. Y la guerra acabó y la represión siguió: como tú dices, esa tapia siguió llenándose de plomo y de sangre hasta 1956 en una orgía de muerte que hoy cualquiera reconocería como "genocidio".
    Y hemos vivido ignorando esa tapia, pensando que eso era un sacrificio necesario para seguir adelante. Pero, ya que no tuvieron, ni tendrán justicia, qué menos que darles un lugar en nuestra memoria y en nuestra historia.
    Honor y gloria para todos ellos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo creo que más que ignorarla, hemos tenido esa tapia pesando sobre nuestros hombros y que, al menos, este monumento nos libera un poco de ese peso.

      Eliminar
  3. No pudimos evitar su asesinato pero podemos gritar sus nombres; resarcirles de ese silencio que ha enterrado, a mayor profundidad, las vidas que un día fueron. Se lo debemos a esas gentes y a sus familias, condenadas durante décadas, a no poder exteriorizar sus sollozos. Porque aunque sea cierto que en ambas retaguardias -la republicana y la de los golpistas- se vejó y asesinó a adultos, jóvenes y mayores, mientras a unos se les honró como Caídos por Dios y por España y Mártires de la Cruzada, los otros fueron vilependiados en un intento de arrojarlos, también, al olvido.

    Solamente el recuerdo y el respeto hacia esas personas les hará justicia. Esa es la única Causa General que podemos instruír contra los asesinos: Mantener la memoria.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para mí, lo más grave es que se siguiera matando durante el "Primer año de paz", "Segundo año de paz", "Tercer año de paz"... Y así, hasta el 56, como podrás ver en las fotos que he subido a Flickr, donde aparece un fusilado de 35 años en 1949, 10 años después de terminar la guerra, y seguro que, mirando detenidamente, se podrá encontrar a ese último de 1956.

      Eliminar
  4. Seguimos tardando, enredados en unos extremismos que nos separan en lugar de unirnos. Abogo por el reconocimiento de todas las víctimas, pero miro ahí afuera y me encuentro muy solo. Parece que los muertos de los otros no interesan, y eso impide que se puedan curar y cerrar las heridas. Por otro lado, sigue dando demasiados réditos como para que se pase página.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No es así, Tawaki; los muertos de los otros, como tú los llamas, han sido honrados y recordados SIEMPRE, desde el final de la guerra. SIEMPRE. A unos y otros los iguala la injusticia y el horror pero no el reconocimiento, que solo tuvieron aquellos que decidieron quienes ganaron la guerra. Esa es la durísima verdad.

      Eliminar
    2. Habrán sido recordados y honrados por ti y por algunos más, pero la impresión que yo tengo es otra. A los de extrema derecha solo les importan sus muertos, y a los de extrema izquierda los suyos propios. Así no avanzamos.

      Eliminar
  5. Supongo que, en otras ciudades, habrá tapias parecidas a esta, donde murieron “los de los otros”, pero sus familias no tuvieron que llevar flores clandestinamente a ellas. Eran tan víctimas como las de aquí, pero para ellas y sus descendientes las cosas cambiaron en el 39.

    Y de esos, de sus descendientes, es de lo que yo puedo hablar porque lo viví. Sin ser protagonista, afortunadamente, por lo que creo que puedo mirarlo con imparcialidad. Y lo que vi fue que había huérfanos y huérfanos, que unos estudiaban con becas y otros no podían estudiar, que unos hablaban con orgullo de su padre muerto “por Dios y por España” y otros ocultaban donde murió su padre, decían que había muerto en batalla cuando todos sabíamos que fue en esa tapia y que ni siquiera sabían donde estaba enterrado. Vi también que a la viuda de un guardia civil le daban un estanco para que se ganara la vida y vi coser para las vecinas a la mujer de un maestro, encarcelado por seguir la orden del gobierno de la República de quitar los crucifijos de las escuelas y que, cuando lo liberaron, se fueron a Madrid con una mano detrás y otra delante porque la escuela, su profesión, su carrera, pasó a la Historia. Vi muchas cosas y las recuerdo muy bien, conozco todavía lo que ha sido de algunas de esas familias y se, por tanto, que el estar en el bando de los vencedores o el de los vencidos, ha condicionado más de una generación. Y por eso es tan difícil olvidar.

    ResponderEliminar
  6. Es triste, todo lo que comentáis es muy triste... Está bien que lo hayas puesto aquí y en el flickr. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya ves que, aunque haya ciertas diferencias de opinión, en lo esencial no tenemos más remedio que estar de acuerdo en que aquello fue terrible. Fíjate que, solo en agosto del 36, murieron ahí 600 personas. No creo que la tierra pudiera tragar tanta sangre...

      Eliminar