DICE LA ESPERANZA: UN DÍA...
Dice la esperanza: Un día
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
Sólo tu amargura es ella.
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
Sólo tu amargura es ella.
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.
A. Machado
Venimos hablando de si somos mejores o peores que antes y ya sabéis que mi opinión es negativa, que mi experiencia va a el sentido de que las relaciones entre las personas van siendo cada día más distantes, menos afectivas, menos caritativas en el auténtico sentido de la palabra. Pero de vez en cuando surge algo que nos hace confiar en que no todo está perdido, nos hace vislumbrar un rayo de esperanza para seguir creyendo en el ser humano.
Hoy he hablado con una amiga y me ha dicho que todavía no ha salido desde que empezó la pandemia y que los vecinos se lo resuelven todo. Una le lleva el pan todos los días, otro la compra del supermercado, otra el pescado y la carne, también casi todos los días. Le van a la farmacia, le bajan la basura… Y no es que sean muchedumbre, pues la casa es pequeña, solo tres pisos y el suyo. O sea, que son solo tres familias las que han cargado con la responsabilidad de que ella no tenga que salir a la calle al ser persona de riesgo por su edad. Y lo han hecho por propia iniciativa, sin que ella haya tenido que pedírselo. Fue confinarnos y un vecino joven con el que solo había cruzado las palabras de cortesía al encontrarse en el portal o en el ascensor, subió a su casa a ofrecerse y, desde entonces, cada vez que va en su coche a hacer la compra, le pregunta que quiere y se lo trae.
Y así llevan todos más de tres meses. ¿No es admirable? Me dan ganas de vender mi piso y mudarme allí…
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Creo que recordarás que en mi casa hubo un vecino joven que nos dejó una nota en el ascensor.
ResponderEliminarEn mi bloque somos 16 familias todos estamos jubilados excepto este joven y su familia. Ignoro si alguno le pidió ayuda, antes hablábamos entre todos, ahora procuramos no cruzarnos aunque últimamente ya si nos encontramos en el garaje, guardando las distancias empezamos a conversar de cosas cotidianas.
En ese post tuyo, yo decía que a ver si en mi bloque aparecía alguna nota de esas, pero han pasado más de tres meses y me he quedado con las ganas de ver el menor gesto por parte de los vecinos, que hay varios jubilados, pero también parejas jóvenes que han estado completamente missing.
EliminarLas excepciones confirman las reglas... y esas son excepciones...
ResponderEliminarPues tenemos que agarrarnos a estas excepciones como a un clavo ardiendo, si no queremos caer en el desánimo total.
EliminarEs verdad que este mundo moderno empuja a que cada uno viva imbuido en su mundo y más centrado en las nuevas tecnología que en la cordialidad con sus vecinos, pero al mismo tiempo podemos asegurar que la gente es más solidaria que nunca. No hay más que echar una mirada a la lista interminable de ONG's que se baten el cobre por ayudar a los cercanos y a los distantes y desconocidos. Nos queda la esperanza.
ResponderEliminarUn abrazo
Ya digo que quiero creer en ello y me agarro a la esperanza para no decaer, pero sin estar convencida de que esa solidaridad a nivel de ONGs se de también en el trato personal. Hay veces que nos sentimos capaces de salvar al mundo... pero no al vecino de al lado.
EliminarAy, ay, mujer de poca fe... en el género humano. Muchas veces, aunque la experiencia propia sea negativa no necesariamente implica que en todos los casos lo sea. El caso de tu amiga no es una excepción. En las comunidades pequeñas la prestación de servicios a las personas mayores, por voluntad vecinal, es anterior, muy anterior a la pandemia y, si tiene poco eco, es, precisamente, porque quienes cooperan y quienes reciben la ayuda no consideran excepcionales estas actuaciones porque las asumen como normales.
ResponderEliminarLo dicho. Que me tengo que ir a un pueblo o a una casa de pocos vecinos, porque los 38 míos no están por la labor de ayudar a nadie.
EliminarNo se trata de eso. Dices que hay 38 vecinos allí donde habitas; seguro que con algunos tendrás una relación más allá de los consabidos saludos al cruzaros en el portal. Cuando te los tropieces, ahora que ya no hay restricciones, muéstrales que tu autosuficiencia no es tal en situaciones tan extraordinarias como la vivida estos meses. No es cuestión de quejarse o hacerse la víctima sino de aprovechar alguna pequeña charla sobre los momentos vividos para dejar caer los inconvenientes que padeciste; así, como una anécdota, pero que lo sepan. Y, de esa manera, en caso de volver al confinamiento, esas personas con las que guardas más relación recordarán que la vecina del piso tal, la que tanta fortaleza aparenta, tal vez necesite alguien que le acerque la compra o que la llame para preguntar cómo se encuentra...
EliminarOcurren varias cosas. Lo primero es que las personas de la casa más amigas y con las que tenía más contacto, eran de mi edad o mayores y se han ido marchando al otro mundo. De los que hay ahora, con los jóvenes no se puede contar para nada, pues viven en la casa como si no vivieran y algunos ni saludan. Hay unos cuantos más mayores, aunque más jóvenes que yo, que son con los que me relaciono ahora, pero el trato no es el mismo que con los de antes, pues en este momento creo que todos están ya en su segunda vivienda y, a pesar de que conocieron mi desencuentro con el vecino, después no he vuelto a saber de ellos, ni me han dicho que se iban ni nada. En estas circunstancias, ¿se les puede insinuar que yo puedo necesitar de ellos? Lo dudo.
EliminarHace años, me contó un amigo que un hijo suyo se había trasladado a Madrid por motivos de trabajo. Alquiló un apartamento y una noche tuvo no se que problema que le hizo necesitar que alguien le informara del funcionamiento de la casa. Salió al pasillo, llamó a las puertas de los seis apartamentos de su planta y, a pesar de que en varios se oía conversación o la televisión... nadie salió a abrirle. Y comentaba mi amigo que, afortunadamente, lo que necesitaba su hijo no era grave, pero si lo hubiera sido, sería lo mismo: ninguno de esos seis vecinos iba a ayudarle, está claro. Bien, pues eso que ocurría hace años en las grandes ciudades, ya ha llegado a las pequeñas. Hay sus excepciones, como hemos visto, pero es lo que predomina.
Como muchos de ustedes, hace...cien días que estoy en casa. Tengo una sobrina que se ocupa de mi salud (es decir, me llama a diario, y eso en los jóvenes, es más de lo esperable). Los alimentos y demás, los consigo por un sistema de compras bajando una App al teléfono. Cosa que no cualquiera tiene, y debo agradecer tener casa, comida, una conexión a Internet y un par de seres humanos que cuidan a sus mayores.
EliminarLe decía a una amiga algo irresponsable, que sale como si nada, visita a sus nietos, los abraza (¿quién puede ser tan fuerte como para tener un niño pequeño de su familia, delante y no abrazarlo?)
La distancia social no vale para esos bienintencionados (¿bienintencionados?) paseantes de casa en casa, de reunión en reunión, de ciudad en ciudad "porque no pueden faltar al cumpleaños o al bautizo o...al funeral de x".
Lo último está sucediendo, como antes, la gente muere, de lo que sea. Con la peste no podemos asistir al funeral...quizá una..nada, nada conforta a la familia. Pero salir así porque sí, es ser criminal: podemos desperdigar el virus que llevamos u otros llevan.
Para qué digo lo que todos saben.
Lo que decía, perdón la dispersión, es: "amiga, cuando salgamos de ésta, sólo prestaré atención a los que se han interesado en mí, sean dos o uno, sean de aquí o de allá. Los demás...a ellos no les pasará, no les importa.
Aquí hemos superado ya todas las fases de "desescalada" y estamos en lo que llaman la "nueva normalidad", que es de todo menos normal, pues seguimos con las mascarillas y el miedo de volver atrás, como ya está ocurriendo en algunas regiones. El virus sigue ahí y mientras no haya una vacuna, no estaremos tranquilos.
EliminarTiempos difíciles, llevas razón.
ResponderEliminarEspero que estés bien y que se te presente un buen verano - en esta 'nueva normalidad' de mascarillas y distancias sociales.
Para mí, el verano es siempre una especie de paso del desierto (y nunca mejor dicho con el calor que hace) y es también un confinamiento bajo el aire acondicionado peor que el del coronavirus.
EliminarSupongo que hay argumentos para defender ambas posturas, y que por cada descerebrado hay un par de personas que ayudan desinteresadamente, pero mi opinión de la humanidad en su conjunto es muy negativa. No solo no hemos aprendido nada, sino que nos hemos vuelto más temerosos, intolerantes y egoístas.
ResponderEliminarNo se en donde he leído que las situaciones extremas sacan a la luz sentimientos extremos.
EliminarAquí no, cada uno en su casa. Mejor así pues no son departamentos por mi barrio. Algunos son extremadamente cuidadosos, ya casi enfermizo, otros medianamente como yo, y otros ni cinco de bolilla salen y pasean. En fin que Dios nos ampare... Cariños y cuídate mucho
ResponderEliminarEl problema es que, precisamente, los que más se mueven por todas partes y, por tanto, más riesgo tienen de transmitir el virus, son los que no hay manera de que usen mascarilla. Incluso, los que han dado positivo y se supone que están confinados en sus casas, se escapan y se van a donde les parece. Y así no hay forma de controlar esto.
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