No sé si estoy harta de ser vieja o de que haya tanto imbécil suelto. De vuelta a mi casa, paso por el super y hago una compra muy pequeña, que aprovecho para cambiar, pues pagando siempre con el móvil terminas no teniendo ni para el óbolo de la misa. El cajero esta mal de cambio, por lo que le ayudo con monedas para que solo me devuelva billetes y, mientras rebusco en el monedero, la señora que tengo detrás, bastante joven y más pija que un “cayetano”, me enseña su tarjeta y me dice: Debería usted aprender a pagar con esto, que es muy cómodo. Me quedo mirándola y no le contesto porque tendría que haberle dicho: Y usted debería aprender a meterse en sus asuntos. El muchacho de la caja, que me conoce y sabe como suelo pagar, tampoco dice nada, pero se sonríe.
Departir
Hace 1 semana
No hay comentarios:
Publicar un comentario