6/11/08

Unos que van, otros que vienen

Tengo unos amigos que emigraron a los EEUU hace más de cuarenta años, porque -según él- podía matar en el laboratorio todos los monos que necesitara, a pesar de que costaban 7.000 pts, (de las de entonces). Allí siguen, allí han nacido y crecido sus hijos y, ahora, sus nietos. Hace años renunciaron a su nacionalidad española para ser totalmente yanquis, aunque ya lo eran hacía tiempo, ya participaban del orgullo nacional y consideraban que todo, absolutamente todo lo de allí es mejor que lo de aquí. (Incluida la sanidad sólo para el que puede pagarla o tener que inscribirse para ejercer el derecho al voto) Y en todo este tiempo, jamás les he oído decir que echaran de menos España, que desearan volver. Aquello es demasiado perfecto como para aspirar a otra cosa....

Y me pregunto si no es eso lo que pretendemos de los inmigrantes que residen en nuestro país: que abominen de sus raíces y su cultura para integrarse totalmente, que olviden que en sus tierras dejaron valores, costumbres y criterios tal vez más válidos que los nuestros.

12 comentarios:

  1. Sí, muchos lo intentan. Y que los críos inmigrantes canten villancicos en una iglesia obligatoriamente (no olvidemos que eso no deja de ser una acción religionsa en un espacio religioso, y en este país supuestamente laico no deberían opbligar a nadie a ello). Y que las mujeres no lleven la cabeza tapada (¿cuánto machismo hay, aquí? yo creo que bastante). Y celebrar cuaresma en lugar de ramadán.

    Yo creo que no sólo ellos deben poner de su parte, nosotros también de la nuestra.

    ResponderEliminar
  2. Los humanos a diferencia de los árboles, cargamos algunos con genes de antepasados nómades y buscamos otros horizontes. El mundo ha cambiado tanto, que ahora no es tan dificil afincarse en otras tierras.

    Lo que no quita, que de vez en cuando, se vean algunas personas andar con las raíces colgando lastimeramente.

    ResponderEliminar
  3. Creo que somos más parecidos a los árboles de lo que creemos y, cuando perdemos las raíces, ya no somos nada. Un bonsai, si acaso...

    Lo que no es obstáculo para que las personas, las razas, los países, se mezclen y convivan. Pero sin perder sus señas de identidad, sin rechazar la cultura de la que proceden, que es lo que añade riqueza y apertura a una sociedad.

    ResponderEliminar
  4. Bueno, en tanto que nieta de polaca sin ninguna raiz en Polonia (ahora Ucrania), no siento que haya perdido ninguna seña de identidad, ni que sea un bonsai sin raices :-)

    ResponderEliminar
  5. Los hijos de mis amigos apenas hablan español, y sus nietos en absoluto. Podrían tener otro idioma si sus padres y abuelos no hubieran renunciado a su cultura.¿No es eso empobrecimiento?

    ResponderEliminar
  6. ...y los humanos, como algunos vegetales, tenemos rizomas. Esos trozos que repiten, como fractales, la identidad del individuo cuando es fraccionado.

    Los rizomas emergen en distintos tiempos y lugares, algunos con éxito reproductivo, y otros no.

    Es en las raíces donde está lo que nos sustenta.
    Que lo que está sobre la tierra sea más o menos similar a lo que lo rodea, no significa que lo que va por debajo termine siendo lo que domina.
    ¿Mala metáfora? sepan disculpar, no es lo mío...

    ResponderEliminar
  7. El retrato que has hecho, realista en su totalidad, es bastante triste y, en mi opinión muestra el desarraigo del emigrante. En un caso similar de unos allegados míos es curioso, cuando hablan con lo españoles todo aqui es negativo y en Inglaterra positivo, pero cuando lo hacen con ingleses, lo de allí tiene muchas pegas y en España ha cambiado todo para bien. Dolorosa dualidad.

    También creo que eso es un poco lo que se pretende en Europa, anular al otro, cuando lo que realmente enriquece a una sociedad es el mestizaje (al menos esa es mi opinión).

    Saludos

    ResponderEliminar
  8. Dijo una vez José Luis Sampedro que en siglo XXI Europa sería mestiza... y que a él le parecía muy bien. No creo que eso se haya cumplido aún en cuanto a razas, pero sí va en camino en el aspecto de culturas y lenguas.

    Esta mañana, en la pescadería, una señora le ha dicho a su acompañante: ¿Gustás de una merluza? Y luego, a una de las empleadas: ¿Me atendés vos? Y nadie se ha vuelto a mirar ni se ha extrañado.

    Lo malo es que el joven que iba con ella probablemente perderá esa forma de hablar. Y todos habremos perdido también.

    ResponderEliminar
  9. Bueno, eso supongo que va con la personalidad de cada uno, algunos cambian lo suyo por lo ajeno olvidándose de sus raíces, mientras que otros por muchos años que vivan fuera nunca las olvidan.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahora, pasado todo este tiempo del post, sí que aquella tierra es suya para siempre, pues ya cobija a esta amiga, ya ha enterrado allí definitivamente sus raíces

      Eliminar
    2. Posiblemente al llegar al final de su vida añoró Granada.

      Eliminar