Se pierde en la noche de los tiempos la primera muñeca que tuvo una niña. Y hablo de niña porque yo lo he sido, sin entrar en el tema del sexismo en los juguetes.
Nos han llegado muñecas de culturas primitivas hechas en madera y arcilla, lujosas muñecas romanas en marfil como las aparecidas en la necrópolis de las Eras de Ontur (Albacete. España), muñecas japonesas en papel (hitogata) y preciosas muñecas con cara de porcelana del s. XIX que se utilizaban como modelos de costura en ausencia de las actuales top.
Tenemos también en todas las civilizaciones objetos de uso común que los niños adoptan como muñecos y uno de los ejemplos más claros son los mamengos argentinos, con numerosas funciones, entre ellas la de muñeco quitapenas.
Pero siempre ha habido un denominador común: la vinculación de una niña con su muñeca. Aquel objeto de trapo, madera o porcelana era algo personal, íntimo, al que estaban unidos muchos sueños, muchas historias compartidas. La muñeca tenía nombre, era única, era ella, nadie podía sustituirla ni suplantarla y cuando una muñeca se rompía, era como si algo nuestro hubiera muerto. ¿Quién no ha ocultado una muñeca vieja negándose a aceptar la nueva que le han regalado? Que podía ser más bonita o más grande, pero no era “nuestra” muñeca.
Sin embargo, no hace mucho estuve en casa de unos amigos y su hija me llevó a conocer su dormitorio. Abrimos la puerta y aquello era impresionante: toda la habitación estaba llena, repleta de muñecas. Paredes, muebles, estanterías… no había un solo sitio que no tuviera una o varias muñecas. La niña tomó una de ellas, la última que había recibido, y me la enseñó. Le pregunté: ¿Cómo se llama? Y se quedó desconcertada, musitando dudosa: Muñeca. No sabía como se llamaba, aquella muñeca tan bonita no tenía nombre. Poseía tantas que ya era imposible vincularse a ellas. Se rompió el lazo que ha unido a una niña y su muñeca desde el principio de los tiempos.
Que recuerdos me traes con este artículo. Es cierto que, al menos en mi niñez, las muñecas eran muy importantes, eran esa amiga que nunca nos desilusionaba, la que nos quitaba el miedo en la oscuridad de la noche, la que sin hablar participaba en la conversación que surgía en nuestros juegos porque éramos capaces de escuchar sus respuestas a nuestras preguntas, era casi como una hermana gemela que no se despegaba de nosotros.
ResponderEliminarLa primera muñeca de la que guardo recuerdo era una de trapo vestida de Caperucita Roja y como yo todavía no hablaba bien la llamaba “carapucita”, creo que fue la muñeca a la que quise más.
La Mariquita Pérez que pones en la foto es preciosa y cuando salió al mercado hizo furor entre las niñas. A una de mis hermanas le regalaron una, pero era más rubia.
Desde aquí felicito a Nfer por su artículo de los mamengos, me encantó.
Felices Pascuas para ti y para todos los que pasan por tu blog.
Curiosamente, mi preferido fue un muñeco que, además, creo que fue heredado de alguien, pues era "de los de antes de la guerra", ya que por aquellos años no había más que las "peponas" de cartón piedra que algunas veces ni estaban articuladas. Es el que tengo en brazos aquí. La Mariquita Pérez me llegó ya un poco tarde y por eso la conservo.
EliminarDetrás de cada muñeca una relación entrañable y única de una niña con su juguete y toda su infancia. Saludos.
ResponderEliminarSupongo que los niños también tendrán algún juguete con el que se sientan vinculados. Recuerdo niños que guardaban sus canicas como oro en paño.
EliminarMás que los juguetes los sexistan son las personas. Endo con mi niñez he jugado con muñecas, igual que mis amigas me han destrozado los tobillos jugando al fútbol. Entonces, lo de menos era el juguete, lo importante era tener con quién jugar.
ResponderEliminarPero, como apunta Leodegundia, el juguete es importante para cuando no están los amigos con los que jugar.
EliminarLa Sra. Salamandra tiene varias muñecas de porcelana, un día poco tiempo después de casarnos se dedicó a bautizarlas.
ResponderEliminar¡Menos mal que esas tienen nombre!
EliminarMi madre tuvo, por décadas, un muñeco con cuerpo de trapo y cabeza y manos de porcelana
ResponderEliminarhttp://www.flickr.com/photos/nfer/120877105/in/set-72057594094611004
Que tenía nombre, lo conservó hasta que yo (siendo muy pequeña) lo rompí.
Quería alzarlo, yo tenía "mi" muñeca pero ya de plástico y sin comparación a lo "humano" del muñeco, con ojos que se abrían y cerraban, con un cuerpo blando, no duro y frío.
Tenía nombre, como mi muñeca, no como esos muchos y a veces adorables muñecos y animales que revisten las paredes de los cuartos de los niños, algunos más grandes que los niños mismos...como todo lo que es en exceso, cansa.
Cuando ya fui mayor regalé algunos de mis muñecos a una ahijada, pero los rompía en seguida pues estaba acostumbrada a los muñecos de plástico que no se rompían. No sabía tampoco lo que es que te adviertan que si rompes el muñeco no tendrás otro hasta los Reyes del año siguiente, pues ahora los niños tienen juguetes todo el año y no les importa romperlos porque pronto tienen otros.
EliminarEs cierto que hoy día los niños tienen juguetes todo el año y en tal cantidad que ya no les compro a mis nietos , salvo en caso de un pedido especial. Pero todos mis nietos (de ambos sexos) tienen un "muñeco" preferido, que a algunpos lo ha acompañado desde la cuna y llamativamente todos son de trato o de peluche, blanditos y calurosos, como para poder dormir con ellos.
ResponderEliminarQuise poner de trapo, disculpa el error.
ResponderEliminarNo hay nada que disculpar, un "error de tipeo" lo tiene cualquiera. En cuanto a esos muñecos de los que hablas creo que entran más dentro de lo que se habla extensamente en los comentarios del post de Nfer que enlazo. No son muñecos para jugar sino que podrían considerarse muñecos quitapenas, que acompañan y dan seguridad a los niños.
EliminarAhora, hay algunos señores mayorcitos que tambien compran muñecas.
ResponderEliminarMe temo que esas son otras muñecas....
EliminarLos de trapo, sean muñecas o animales, y los de peluche son los que prefieren los niñ@s para dormir, por su tacto, calidez y suavidad, aunque a veces estén bastante sobados de tanto tocarlos y no les guste nada que los laven por el tiempo que lleva esperar a que sequen.
ResponderEliminarHe tenido muñecas de cartón piedra, pero apenas las recuerdo. El primer muñeco (bebé) que esperé con muchísima ilusión de regalo de Reyes era entero de goma y articulado, tendría yo unos cuatro años. Tanto jugué con él que acabó podrido por dentro, ya que en mi afán de alimentarlo debidamente, le abrí la boca con unas tijeras y comía todo lo que yo pillaba en la cocina a escondidas. Mi tía le había hecho unos faldones preciosos con su capotita y su chaqueta a juego, como los del modelo del comercio. Me acompañó bastantes años, hasta que la goma con olor de chocolate tomó casi el color del mismo y hubo que tirarlo. Hubo hace unos años, una fabricación actual del mismo muñeco y de la Mariquita Pérez, mi hermana me lo regaló en unos Reyes,
Quizá te refieras al Juanín, el hermano de Mariquita Pérez, que yo también tengo de la misma época, pero estos son de cartón piedra y pintados al duco, como fueron los primeros al principio de los 40. Lo que no se es de que material se harían los posteriores.
EliminarEl mío era de del 56 o así, calculo. Pero no recuerdo el nombre porque yo le había puesto otro. Imagino que porque lo de Juanín no me gusta.
ResponderEliminarHe estado mirando en la Red y todos los que hay son de cartón piedra como el mío, pero tienen otra cara un poco distinta. A mí tampoco me gustaba lo de Mariquita Pérez, me parecía muy ñoño, pero Juanín sí me pareció bien.
EliminarPoco puedo añadir sobre muñecas, aunque he leído en algún sitio que también se hacían con piel de foca, efectivamente eran los esquimales.
ResponderEliminar- Jubi, escucha porfa...
Claro tienes razón, yo también he jugado con ellas, o cuando menos las he arreglado, las de mi hermana y las de sus amigas, recuerdo que se les soltaban las piernas, los brazos e incluso la cabeza ya que estaban sujetas entre si con una goma elástica, que se rompía o se soltaba, así que después de arreglarlas, les pasaba mi particular control de calidad para comprobar que iban a aguantar, por lo menos hasta que me las volvieran a traer.
Pues que pena que no estés más cerca porque al hermano de esta muñeca, el Juanín, se le fue una pierna con las manipulaciones de las fotos y así ha ido a su caja en el altillo del armario.
EliminarRecordando aquella canción que cantaban las niñas en mi infancia: ¿iban vestidas de azul, el color que se lleva ahora?. Mis hermanas se repartían una, como si fuera de acogida. No daba para más. El resto procedían de recortes.
ResponderEliminarEntonces iban vestidas de un azul aun más intenso. Por eso esta mía llevaba florecitas para compensar.
EliminarSupongo que el afecto que tienen ahora los pequeños hacia sus juguetes es muy diferentes. En principio, eso de dar nombre a los muñecos es reconocer que se tiene un vínculo con ellos, un cierto afecto -positivo o negativo-, que quizá ahora ha sido sustítuído por un afán de acumulación en muchos casos...
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante el artículo de los mamengos.
Salud
Quizá el problema sea más profundo. Es posible que esa falta de vinculación de las generaciones actuales se extienda a otras cosas más allá de los juguetes. Lo digo, no lo afirmo.
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