Hace
muchos años, en una playa de nuestra costa, conocí a una chica que me
llamó la atención desde el principio. No tendría muchos más de 20 años y
estaba allí sola, el apartamento era suyo y en el buzón de correos no
aparecía más que su nombre. Como yo también iba sola a la piscina, un
día entablamos conversación y me contó que acababa de terminar la
carrera y su padre le había regalado ese apartamento como premio, y allí
estaba esperando a septiembre en que iría a ampliar estudios a otra
ciudad. Hicimos algo de amistad y en nuestras conversaciones salió a
relucir que yo conocía a una tía suya en Granada, por lo que a mi
vuelta, pude enterarme por ella de la historia de esta chica.
Había perdido a su madre de niña y su padre se volvió a casar formando otra familia en la que, al parecer, no había sitio para ella, por lo que el padre la compensaba con dinero. Colegios en el extranjero, luego universidades distantes y, en los veranos y las vacaciones, curso tras curso de idiomas también en el extranjero. Y, como remate, ese apartamento para que ya tuviera siempre donde vivir si algún resquicio le quedaba entre curso y curso.
No he vuelto a verla y hace ya muchos años que murió su tía, pero muchas veces a lo largo de mi vida me he acordado de ella y he deseado que encontrara alguien con quien compartir su vida, alguien que borrara de sus ojos y de su sonrisa la soledad que se veía a distancia.
Había perdido a su madre de niña y su padre se volvió a casar formando otra familia en la que, al parecer, no había sitio para ella, por lo que el padre la compensaba con dinero. Colegios en el extranjero, luego universidades distantes y, en los veranos y las vacaciones, curso tras curso de idiomas también en el extranjero. Y, como remate, ese apartamento para que ya tuviera siempre donde vivir si algún resquicio le quedaba entre curso y curso.
No he vuelto a verla y hace ya muchos años que murió su tía, pero muchas veces a lo largo de mi vida me he acordado de ella y he deseado que encontrara alguien con quien compartir su vida, alguien que borrara de sus ojos y de su sonrisa la soledad que se veía a distancia.
La verdadera compañía es el amor y éste no entiende de dinero, sino de calor, comprensión y compañía. Así como se puede estar solo en medio de una muchedumbre, se puede ser el más pobre de los pobres con una saneada cuenta corriente e incluso extraordinaria.
ResponderEliminarA esta distsncia pienso que su soledad era más llamativa por su juventud, porque a esa edad no se suele estar tan sola en la vida.
EliminarEsto es justo lo que le ha pasado a mi vecina de al lado. Perdió a la madre muy joven y su padre se casó en segundas nupcias a los pocos meses de enviudar. Ahora, al final de la adolescencia, la "madrastra" ya se ha cansado de aguantarla (la chica, hay que decirlo, está pasando una adolescencia un poco dura y rebelde). La han mandado a casa de su abuela, a la que el padre le paga para que le mantenga y acabe de criar a la hija.
ResponderEliminarPor lo menos está con una familiar que le va a dar algo de amor, pero pienso que deshacerse así de una hija porque se rehace la vida con otra persona es completamente injusto.
No era el caso de esta chica, que parecía poco conflictiva y con un currículum impresionante a su edad. Más bien el problema podía venir de que su "madrastra" era muy joven y sus nuevos hermanos con mucha diferencia de edad.
EliminarPero, ¿qué le pasa por la cabeza a un padre o madre que antepone una nueva pareja a sus propios hijos? De verdad es estremecedor.
EliminarQuizá no antepone a la pareja sino a los hijos que van incluidos en el "paquete".
EliminarAunque en muchas ocasiones el dinero ayuda a conseguir la felicidad, en muchas otras, es falso y por muchas comodidades, bienes materiales, lujos y objetos de todo tipo que puedas poseer se pueden encontrar más solo que la una.
ResponderEliminarEn Madrid un empleado de telefónica jubilado, muy amigo de mi cuñado, le toco un enorme premio a la loto, hasta entonces había sido una persona normal, a partir de entonces por diversas razones sus compañeros le fueron haciendo el vacío y con su familia empezó a tener problemas ya que todos querían vivir en un ambiente a lo que no estaban acostumbrados y les empezaron a dar de lado.
Por lo que está claro que el dinero no da la felicidad.
Yo pienso que la situación de esta chica sin dinero hubiera sido aun peor, pues no por eso iba a estar en la casa de su padre si allí no la querían. Quizá alguna o alguno de esos jóvenes que andan por el mundo de "perrosflautas" o de "okupas" tengan a su espalda historias parecidas.
EliminarSupongo que si habrá encontrado compañía, pero creo que en el fondo de su corazón siempre seguirá existiendo esa soledad que sentida en la juventud, marca para siempre.
ResponderEliminarYo prefiero pensar que una pareja y unos hijos la hayan compensado. Aunque quizá tengas razón, pues la persona que recibe poco amor de niña algunas veces es incapaz de dar amor de adulta.
EliminarIndudablemente, una economía saneada proporciona bienestar, que no necesariamente felicidad. Pero en esta sociedad consumista -con crisis, sí, pero consumista- se tiende a valorar sin medida todo aquello que el dinero proporciona.
ResponderEliminarHay personas -las hay, las hay- que cambian la playstation y la wii por el tiempo que no pueden dedicar a su(s) criaturas; las hay que regalan un joyón y reprimen, sin embargo, la ternura, el abrazo, la caricia... Y lo peor es que hay quienes se creen que sólo lo que cuesta un gran desembolso prueba el mejor de los sentimientos; deseducar en ese extraviado concepto resulta difícil.
(Pero, seguramente, la muchacha de la playa conozca ya el valor de las simples cosas, de los inmensos simples gestos, de las miradas que gritan cariño en invisibles destellos.)
Yo creo que la muchacha de la playa conocía ya eso cuando confió en una desconocida mucho mayor que ella, en la que quizá intuía comprensión y afecto.
EliminarHay gente tan tremendamente pobre que sólamente tiene dinero.
ResponderEliminarEsta chica tenía aspecto de eso.
EliminarEn realidad después de la frase de Sofocador nada queda por decir.
ResponderEliminarMe pregunto por qué me habrá venido a la memoria este recuerdo precisamente ahora que hablamos todos los días de dinero y sabemos que tantas personas lo pasan mal por falta de lo necesario.
EliminarHay gente que no se ha dado cuenta que el cariño es algo que cuanto más das más te queda. Y apartar a una hija de tu vida habla muy mal de tí como persona.
ResponderEliminarNo solo habla mal, sino que tú mismo te perjudicas al no contar con su cariño por muchos otros que tengas.
EliminarApartar a los demás (con o sin dinero) salvo razón muy pero muy fundamentada, hace que dejemos de ser humanos. Dejar de lado un hijo sin motivo es casi tan malo como dejar de lado a los padres.
ResponderEliminarSuena raro que diga esto, pero hay cosas muy dentro de la persona que no es fácil ni bueno cargarlo sobre los hombros de los otros.
Como he dicho más arriba, cuando apartamos a alguien de nuestra vida, cuando mutilamos esa relación, nos mutilamos a nosotros mismos y, más aun, si se trata de padres o hijos. Todos los afectos son necesarios en la vida, vivimos de ellos, SOMOS ellos.
EliminarOjalá que lo haya conseguido, pero no hay dinero que pueda sustituir ese cariño que todos necesitamos. Pensamos que comprando cosas podemos llenarnos, pero esa sensación dura unos minutos.
ResponderEliminarNo tengo forma de enterarme, pues ni siquiera recuerdo como se llamaba, pero espero que haya sido así.
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