Siempre
he pensado que los muertos son muy cómodos para los vivos. Les damos lo
que queremos, lo que nos viene bien, y ellos no protestan. Rezamos por
ellos, les llevamos flores y con eso hemos cumplido. Pero lo malo son
los vivos, los que nos piden lo que tal vez no estamos dispuestos a dar,
los que no se conforman con lo que les estamos dando.
Casi acabamos noviembre, el mes de los difuntos, y quizá hemos tenido un recuerdo para ellos o hemos visitado unas lápidas con sus nombres grabados. ¿Nos hemos detenido a pensar qué les hemos dado a los vivos en los otros once meses del año?
Casi acabamos noviembre, el mes de los difuntos, y quizá hemos tenido un recuerdo para ellos o hemos visitado unas lápidas con sus nombres grabados. ¿Nos hemos detenido a pensar qué les hemos dado a los vivos en los otros once meses del año?
Estoy segura de que no, como tu bien dices, los muertos se conforman con lo que les demos o por lo menos no protestan y por eso no nos paramos a pensar si lo que les damos es lo que quieren o hubieran querido, lo de los vivos ya es otro cantar. Creo que no miramos lo suficiente a nuestro alrededor como para ver si lo que damos a los demás es lo que precisan, pero eso si, nos fijamos más en si lo que los demás nos dan, o no nos dan, es lo que nosotros queremos.
ResponderEliminarEn mis visitas al cementerio he llegado a conocer personas que van todos los días y algunas veces me he preguntado, si en vida de aquellos seres queridos a los que visitan, serían tan atentos como ahora o si con esto tratan de compensar fallos de entonces.
EliminarMagnífica reflexión. Son muchos los que no hicieron en vida por los suyos lo que la conciencia les reclama y tratan de entregarles en el cementerio con flores y oraciones. Los vivos, los vivos son quienes nos necesitan hoy.
ResponderEliminarAbrazos
Yo pienso que al cementerio vamos más a recibir que a dar, pues los que están allí no nocesitan ya nada, pero nosotros sí necesitamos de ellos.
EliminarComo en todo lo que afecta a los seres humanos, habrá quienes practiquen el dicho "después de muerto Juan, le daban caldo" y quienes, sumergidos en el dolor, procesionen hasta el lugar del enterramiento de su ser querido arrastrando su pena y desazón. La muerte -sabida pero no siempre asumida- repercute en los vivos de diferente manera. Y es cierto que, por encima de cualquier consideración, están las personas vivas, que éstas sí necesitan la mano tendida, la palabra justa, el suficiente desvelo; y, muchas veces, el recuerdo del ser físicamente desaparecido sirve, también, de estímulo para mirar alrededor, a los seres circundantes junto a los que se transita.
ResponderEliminarNo estaría yo muy segura de que el recuerdo del ser desaparecido nos estimule para mirar alrededor, sino más bien puede ocurrir que suponga un refugio para aislarnos de los problemas de los demás contemplando el nuestro.
EliminarNo necesariamente. Cuando el dolor por la pérdida se transforma en recuerdo grato de aquella persona físicamente, afloran los aprendizajes, las acciones; y en esa herencia conceptual se halla, en muchos casos, el acto de levantar la vista hacia la vida que fluye alrededor.
ResponderEliminar(Partimos, evidentemente, de que cada persona tiene su peculiar manera de encarar los infortunios y de aferrarse o sobreponerse a ellos. Hay tantos factores influyentes que sería imposible mostrar una persona-tipo).
quería decir "...de aquella persona físicamente desaparecida".
ResponderEliminarEs curioso como completamos inconscientemente las palabras que faltan, pues no había notado la ausencia de desaparecida. Como tú dices, cada persona tiene una forma de "elaborar el duelo" (argentinos dixit)
EliminarDifícil pregunta... A los que se han ido, a los que por el motivo que fuera tocaron nuestro corazón, les entregaremos siempre un rinconcito cálido de nuestra memoria. Con los que están aquí, creo que suele ser muy distinto y el juego sigue la norma de los vivos:vivimos el momento y la ausencia puede convertirse en olvido.
ResponderEliminarSalud
Los que están aquí, como digo en la entrada, son más "incómodos", pues quizá nos piden cosas que no estamos dispuestos a dar o que nos resultan más molestas de llevar a cabo.
EliminarLos muertos quedan sólamente en un lugar: nuestra mente. Lo demás son engaños que nos inventamos para no pensar en que también nos convertiremos en eso: un recuerdo entre quienes convivieron con nosotros.
ResponderEliminarLa historia nos muestra que los hombres han optado, según sus creencias y culturas, en guardar los cadáveres de alguna manera o en incinerarlos o arrojarlos al mar. Creer en la resurreción o la transmutación ha determinado el rito ha seguir. Hoy sabemos que ambas cosas son poco probables pues la naturaleza parece funcionar con una lógica menos espiritual, pero aún así, algunos mantienen la necesidad de creer en algo más.
Como tú dices, es cuestión de creencias y yo prefiro pensar que hay algo en las personas que permanece, que va más allá de la muerte. Y no solo porque se las recuerde, sino porque hay ciertas cosas -como el amor- que no pueden morir. Igual da, por tanto, lo que se haga con el cadáver, que es solo polvo que vuelve al polvo.
EliminarDesgraciadamente o afortunadamente en el cementerio de Zaragoza tengo a un único familiar, mi padre. Le hago dos visitas al año, no por obligación ni convencimiento, posiblemente por costumbre, iba con mi madre también unas dos veces al año. En la actualidad todavía me queda mi madre con 97 años, la voy a visitar a una residencia todos los días, exceptuando alguno que me escapo y entonces acuden mis hijos a visitarla, fue decisión suya ella ir a la residencia, cosa que aunque de momento yo no quería, ahora le estoy totalmente agradecido. Mi madre, me dice muchas veces que se encuentra de maravilla, me recuerda los cumpleaños de los familiares que no están en Zaragoza y es una persona muy agradecida pero se encuentra en silla de ruedas, las enfermeras y cuidadoras lo tienen en cuenta y la atienden nada más que les pide algo.
ResponderEliminarTú tienes tus afectos repartidos entre un sitio y el otro, y haces bien en atender más a quien está viva: tu madre. Yo, en cambio, se puede decir que la mayoría de mis seres queridos están tras esa puerta de la foto o, al menos, están sus nombres grabados, lo cual no es mucho, pero es algo más que nada.
Eliminar¡¡Diós que razón tienes!!, Ahora mismo me voya al corte ingles y me compro un bolso, y una botella manzanilla. Y luego me voy a un chino y me compro una docena relojes para cada uno de mis amantes, que también hay que acordarse de ellos.
ResponderEliminarjuas y rejuas.
Un abrazo Corazón
Mejor te vas a un sitio de comercio justo y así te acuerdas también del Tercer Mundo, que no todo son amantes en esta vida.
EliminarQuiero pensar que quien va a un cementerio es porque realmente quiso a esa persona. Si no, no se tomaría la molestia, y es cierto como ya has dicho, que vamos más a recibir que a dar.
ResponderEliminarNo en vano, somos conscientes de que antes o después terminaremos allí nosotros también.
En cuanto a los vivos, pensamos mucho en darles mañana en vez de hoy, y luego, de repente vemos que la otra persona se ha ido.
Y cuando la otra persona se ha ido poco se puede hacer ya.
EliminarEn lo de las visitas a los cementerios hay una importante costumbre social. En un pueblo pequeño hay que ir, o si no, qué van a decir las vecinas. Y así es desde que se inventó el cementerio y hasta nuestros días.
ResponderEliminarOcuparse de los vivos, sobre todo cuando están mayores y enfermos es otra historia.
Afortunadamente, en las ciudades somos más libres y vamos al cementerio cuando queremos, pero debería ser también una costumbre social ocuparse de los vivos. ¿No crees?
EliminarPOH NENA TU TAMBIEN VAS A ACABAR AHI Y QERRAS Q TE LLEVEN FLORES CUANDO TE PUDRAS MIJA. MAH VALE OCUPARSE DE LOS MUERTOS Q SON LOS KE NOS VAN A RESIVIR
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