5/2/15

Los Superbancos






     Siguiendo con el tema de la modernización, recientemente he sostenido mi penúltima batallita con un banco, pero no con un banco cualquiera de esos de andar por casa, sino con un Superbanco, que tiene una Superlínea de Atención Personalizada  en su web para los que llama Superclientes, que, aquí entre nosotros, somos solo los maltratados clientes de toda la vida, a los que con eso trata de que nos sintamos importantes y estemos  más contentos que unas pascuas.

     Pues bien, resulta que desde hace tiempo vengo quejándome al Superbanco de un problema con la correspondencia, pero ese tipo de cosas que antes se arreglaban en un pis-pas hablando con el empleado que conocíamos en nuestra sucursal, ahora te remiten a la Superlínea o a un teléfono de tarifa especial en el que se te va a los baños el río de tus dineros, como en la copla de Rafael de León. Ante esto, me meto en la Superlínea con mi Supercontraseña, recibo un caluroso saludo y presento mi queja escribiendo en el formulario correspondiente, en el que se me pide un teléfono y el e-mail, cosa bastante normal hasta el momento. Poco después me llega el acuse de recibo con la promesa firme de que voy a ser atendida en mi demanda lo antes posible, pues para eso soy una Supercliente de categoría. Yo engordo de satisfacción, pero resulta que lo que me llega son las instrucciones para entrar en mi cuenta, como si no estuviera ya dentro y mi reclamación hubiera llegado de otro planeta. Pero como soy una luchadora nata, no me rindo, insisto en mi problema, recibiendo de nuevo el correo de acuse de recibo y después nuevas instrucciones contradictorias con las anteriores, pues en unas me dicen que entre por la Superlínea y en otras por la Línea Selecta. Empiezo a enfadarme, les digo que si creen que soy tonta, les repito la reclamación varias veces, me llegan similares correos e, incluso, cuando termino mandándolos a cierto sitio apestoso, me vuelve a llegar el acuse de recibo y las mismas instrucciones.

    En resumen. Me he tirado tres días discutiendo con una máquina, que emite correos independientemente de lo que le digas. Cuatro modelos de correos, de los cuales he recibido seis veces el modelo A y tres cada uno de los modelos B, C y D. Si esto es la Atención Personalizada, ¿cómo será la otra?
      

21 comentarios:

  1. prueba decírselo en cristiano, tinta y papel, dirigida al director, te vas a la sucursal y le dices que te selle la entrada.

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    1. Seguro que quien sella la entrada es otra Supermáquina... La verdad es que una, que se sentía antes tan orgullosa de no haberse quedado atrás en esto de la informatización de la vida contidiana, casi que está envidiando a quien no tiene ni móvil.

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  2. Se ha borrado el comentario. Decía que con ING, pedí una cosa y me ofertaron otra completamente distinta, no acepté y me llamaron el que había contactado conmigo, el ¿jefe? y un asesor financiero, esto ocurría en noviembre, les dije que no me volvieran a llamar ya que les había pedido una cosa y me ofrecían planes de pensiones camuflados para mis hijos. A día de hoy no me han vuelto a incordiar.

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    1. Al menos, tú hablaste con personas, pero yo solo me "comuniqué" con máquinas.

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  3. Anónimo6/2/15 09:03

    Yo tuve una cuenta en el Superbanco. Y la cerré, porque al preguntar por una hipoteca me pidieron un aval, la misma hipoteca que me dieron en otro banco con sólo mi forma, porque cada vez que había un problema en vez e resolverlo había que llamar a la Superlínea (no sé si se daban cuenta que si la Superlinea funciona así terminarán cerrando la sucursal) y porque tenían una doble puerta de las que se abre la de dentro si y sólo si se cerraba la de fuera y era terriblemente incómodo.

    Mis suegros que tienen cuenta en el banco azul han dejado de ir porque no son capaces de luchar contra el cacharro que da los números de turnos.

    Puedes seguir mis pasos, abres una cuenta en otro sitio y cierras la del superbanco, pero que sepas ya que te cobrarán una comisión por cerrarla.

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    1. Lo de la doble puerta en otro banco me hizo no abrir una cuenta, pues llevaba un paraguas largo que impedía que se abriera la puerta de dentro hasta que no lo dejara en una taquilla... donde no cabía, así que me fui a la calle y no volví más. Yo tampoco se si los bancos se dan cuenta de cuantos clientes pierden por tonterías de estas, si saben que muchas veces los clientes podemos sacrificar otras cosas con tal de ser tratados como personas y no como números.

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  4. Cerré mi cuenta en el superbanco hace ya muchos años, pero a través de Banesto volví a caer en su redes. Duré poco más de un año. Yo la batalla la libro con los dividendos en acciones; pierdo siempre, pero me desahogo. Solución: vente pa Suiza.

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    1. Un día de estos nos ponemos de acuerdo y me abres una cuenta de las que tienen los políticos. Pero con las cifras de ellos, claro.

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    2. Hoy en un banco les he dicho que ante la inestabilidad en España me llevo el dinero a Suiza. Me contestan que es ilegal y he tenido que explicarles que ya pague mis impuestos, que mi cuenta esta declarada en el Banco de España desde que la abri (aunque no era obligatorio hacerlo) y que como residente en Suiza tengo la ley de mi parte. Ese es el nivel de los que nos aconsejan que hacer con nuestro dinero. Para llorar.

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    3. En los bancos, para ahorrar costes y con el pretexto de las fusiones, están dedicados a jubilar prematuramente a los empleados de más edad y sustituirlos por jóvenes que les salen más baratos, pero que no tienen más formación que un cursillo acelerado y carecen de la experiencia que dan muchos años de trato con clientes. Y así te encuentras tratando con personas que saben del tema menos que tú, lo que te da una sensación de inseguridad muy desagradable.

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  5. Calandra6/2/15 18:44

    Me puedo imaginar el mal humor que se te haya puesto con esa pelea intestina con una máquina que escupe sin pensar las órdenes que a ella le dieron, lo malo es que luego, cuando cansados de pelear con las máquinas se va uno a la oficina para tratar con lo que se supone que es un ser humano y este se comporta prácticamente como lo hicieron las máquinas.
    Me temo que la solución no es cambiar de banco porque prácticamente se comportan todos igual.

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    1. El problema en estos Superbancos es que ni siquiera los empleados pueden comunicarse con personas que están más arriba que ellos, sino que siguen unos caminos muy parecidos a los clientes en el ordenador para plantear las "incidencias".

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  6. Kafka entre libretas ordinarias y de ahorro... Y poco importa que se trate de un Superbanco o de otro menos ostentoso, las situaciones absurdas se repiten al mismo compás. Parece que nos hicieran el Gran Favor "guardando" nuestro dinero y no al revés.

    Este verano tuve un contencioso con el banco porque me presenté una mañana a sacar dinero -MI dinero- y me dijeron que, dado que se trataba de una cantidad respetable, tenía que llamar con un día de antelación para comunicarlo. Tuve que elevar el tono de voz y guardarme la buena educación en el bolsillo y, al final, en menos de diez minutos -tras una discusión de casi tres cuartos de hora- me dieron la cantidad pedida no sin antes "aconsejarme" que, en la siguiente ocasión, siguiera los "cauces de la cláusula" (sic).

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    1. Seguro que en esa letra diminuta que tienes en tu contrato hay un montón de cláusulas como esa. Yo me fui del “banco azul” porque en una ocasión quise sacar en una sucursal una cantidad relativamente grande y me dijeron que no tenían efectivo (¡!), que fuera a otra. Antes de salir de mi casa, había mirado el contrato para quedarme un poco por debajo del límite que marcaba para una sucursal que no era la mía, pero por no complicar las cosas, acepté irme a otra sucursal, en la que me dijeron que tenían que llamar a donde tenía la cuenta, les dije que llamaran donde quisieran, pero mira por donde el teléfono no contestaba y ya entonces me planté delante de la caja diciendo que de allí no me movía hasta que no me dieran MI dinero. Mientras, se había formado una cola detrás de mí que llegaba a la puerta y que empezaba a protestar, hasta tal punto que el director salió de su despacho, preguntó que pasaba, se lo explicó el cajero y ordenó que me lo dieran para zanjar el asunto. Y ya te puedes imaginar el apuro que pasé cuando salí del banco recorriendo la cola y con todos mirándome como a un bicho raro.

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  7. Lo último que narras es, precisamente, lo que sentí yo cuando salí de ahí tras dar el espectáculo -reconozco que voceé al del mostrador, al director y hasta al guardia de seguridad que pretendía convencerme para que me fuera y regresara cuando me hubiera calmado-, con la gente -cuatro o cinco clientes- mirándome con reprobación.
    La cuenta no llegué a cancelarla, pero sólo he dejado allí un remanante para los pagos puntuales, trasladando la nómina a otra entidad.

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    1. Yo no levanté la voz, pues me suele ocurrir que cuanto más enfadada estoy menos lo aparento, pero me apontoqué en la ventanilla y dije que de allí no me movía. Y los clientes que me vieron no eran cuatro o cinco, sino el banco lleno porque estaban a punto de cerrar en la víspera del cambio al euro, para más señas.

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  8. Si no fuera porque juega con el resultado de nuestros años de trabajo, con nuestros sueños, nuestros sacrificios y con lo poco mas o menos que tenemos, hasta resultaría graciosa su sinvergonzonería, falta de ética y desfachatez... pero como no es el caso, mejor no se opina para que una no deje en evidencia su mala lengua.

    La última que me hicieron a mi, fue la de ponerme a una cuenta que les abrí el modo de "pago aplazado" por defecto -según dicen ellos-, así que si no me doy cuenta, me cobran los intereses por pagar las cosas en un modo aplazado que no había solicitado...

    Salud!

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    1. Por defecto... Por defecto de ellos, claro está. En realidad, muchas veces pienso que los empleados son también víctimas, que tienen que llevar a cabo lo que les ordenan estén de acuerdo o no, pues quizá se juegan el puesto de trabajo y no está el horno para muchos bollos.

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  9. Pues me está pasando con mi superbanco que hasta cambió de nombre; desde agosto que hago mis reclamos y aún estoy esperando que satisfagan mi pedido, el hecho es que me sale muy caro viajar a esa para hacer el reclamo personalmente, así que por ahora siguen trabajando a cuanta de mi cuenta, valga la redundancia... Abrazo.

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    1. Perdón, quise poner a cuenta de mi cuenta... estancada... Repito el abrazo que es más agradable que lo otro.

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    2. Llevamos un tiempo en que, con las fusiones y las compras, ya ningún banco es el mismo que era, ni se llama igual, ni el trato es como el de antes. Y lo malo es que no te vale la pena viajar porque tampoco te sería fácil resolver tu problema personalmente, ya que quizá te remitan al contacto por Internet.

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