Cuando yo era niña, el Viernes Santo era día de luto total. Cerraban los cines, que habían estado toda la semana con películas “de romanos”, cerraban los bares y hasta creo recordar que se cortaba el tráfico en el centro de la ciudad. Todo era silencio incluso en las casas, pues la radio emitía solo música clásica, a poder ser de réquiem, y a los niños nos prohibían cantar y gritar porque “el Señor está muerto”. O sea, que no quedaba otra que almorzar temprano –de vigilia- y salir con el bocado en la boca cuesta arriba camino del Realejo, para presenciar en el Campo del Príncipe la oración solemne a las tres de la tarde que conmemora la muerte de Jesús, con la campana de San Cecilio dando la hora despaciosamente y las rodillas sobre la tierra de un lugar todavía no urbanizado como ahora.
Ha pasado el tiempo y, el Viernes Santo, el que no se va a la playa se va de tapas, los bares están llenos, los cines con su programación normal, las calles un puro bullicio de turistas e indígenas y, aunque las procesiones van y vienen con imágenes ensangrentadas, la vida de todos, incluso la de los creyentes, prosigue al margen de eso. Es cierto que muchos fuimos por la mañana a visitar al Santísimo en el Monumento de alguna iglesia, pero también allí se mezclaban los turistas con su cámara, los cofrades que quieren ver sus pasos montados antes de procesionar por la tarde y el que pasa por la puerta de una iglesia que suele estar cerrada a esa hora y entra a ver que hay allí.
O sea, todo distinto y vivido de otra forma. Pero nada tan trastocado como lo que ha introducido en nuestras vidas esta duplicidad que nos proporciona el mundo virtual, pues yo este Viernes Santo, a la hora en que antaño sonaba triste la campana de San Cecilio en el Campo del Príncipe, estuve fabricando un mini-vídeo lleno de flores y aleluyas, para felicitar a los amigos el Domingo de Resurrección.
Que es lo que ahora, sin anticipos y en su momento justo, hago con todos los que asoméis por aquí.
¡Feliz Pascua! ¡Aleluya!
Si que es cierto que la diferencia de comportamiento en la Semana Santa de hace años a la de ahora hay un mundo, antes era todo mas serio, mas sereno, y ahora es mas festivo, se va a las procesiones mas por tradición y algunos por novedad que por creencia.
ResponderEliminarPor cierto, ¡Feliz Pascua! para ti y para todos los que por aquí pasen.
ResponderEliminarYo creo que en el término medio estaría lo sensato. Ni las absurdas limitaciones de antes, ni el convertirlo todo en fiesta, pues si quieres hacer una visita al Santísimo, te tienes que buscar el más remoto convento a donde no llegue el turismo o una parroquia de un barrio marginal, ya que las iglesias del centro son pura feria.
EliminarSiempre me gustó mucho este aleluya, quizás por la fuerza que transmite. En el Campo del Príncipe no creo haber estado, al menos no lo recuerdo.
ResponderEliminarY ahora tenemos mucha más libertad. El que quiera iré de tapas puede hacerlo, al igual que quien desee quedarse en casa o acudir a una iglesia. Cada uno que haga con su vida lo que mejor le venga en gana. Respetando a los demás, claro está.
Pero es lo que digo más arriba, que a los creyentes nos va costando trabajo introducir algún momento de auténtica celebración de la Semana Santa en todo ese bullicio festero. Por ejemplo, estoy segura de que el Viernes Santo en el Campo del Príncipe, se conmemoró la muerte del Señor a las tres de la tarde rodeados de las terrazas de los bares con la gente almorzando, y el silencio absoluto que se hacía entonces al dar las campanadas no será posible ahora.
EliminarEl respeto al que yo me refiero debe fluir en ambos sentidos. Hemos pasado de unas imposiciones a otras, sin que haya término medio. Igual que buscamos lugares para que la gente se manifieste cada vez que le apetezca, debería haber otros en los que poder conmemorar la verdadera Semana Santa.
EliminarHaberlos, haylos, pues como digo más arriba, te puedes ir a una parroquia de barrio extremo o buscar una ermita apartada y de poco culto, pero tampoco es cosa de echar cesto y merienda para tener un rato de oración.
EliminarTampoco se puede pretender que en un espacio público el ambiente se impregne de religiosidad; distinto es el caso de los templos dedicados al culto, donde todo el personal presente, católico o no, debería guardar las formas o abstenerse de visitas turísticas en el mismo horario de celebración de los ritos.
ResponderEliminarEn la calle, las circunstancias cambian; si estoy en una terraza no tengo razones para adoptar una acttud más o menos ceremoniosa porque un grupo de personas embozadas lleven en andas una talla que, me podrá parecer mejor o peor diseñada, pero a la que no tengo que guardar especial respeto por lo que represente o deje de representar. Miro, admiro o no lo que veo pero nada más.
Creo que ya lo comenté una vez, pero, hace años, "viví" la Semana Santa malagueña y, partiendo de mi arreligiosidad galopante, me llamó la atención el cachondeo que traían y llevaban los portadores de un paso, que pararon junto a dos establecimientos hosteleros y, por turnos, iban abandonando sus puestos, para irse a echar el trago correspondiente y, algunos, hasta flirteaban con las chicas que había por las inmediaciones. En Huesca y Pamplona, ciudades en las que un par de veces, la curiosidad me animó a presenciar las procesiones, no observé esa actitud en los cofrades portadores de las tallas. Y, claro, lo de Málaga me llamó la atención por ser distinto a lo que había observado en otros lugares.
En Granada teníamos antes unas procesiones que decíamos "muy castellanas", es decir, alejadas del estilo de Sevilla y adláteres, pero de un tiempo a esta parte, se han dedicado a copiar todo lo que de allí viene, tanto la forma de procesionar los pasos como el adorno e, incluso, habiendo aquí una larga tradición de imagineros, las imágenes nuevas se hacen ahora en Sevilla. Y los pasos supertallados, y los dorados resplandecientes, y las velas con forma de flores, y.... Así, un Cristo del último imaginero de la escuela granadina, Sanchez Mesa, cuyo paso llevaba solo cuatro cirios en las esquinas, ahora lo han convertido en esto y, en cuanto puedan, lo dorarán hasta que ciegue los ojos.
EliminarRespecto a la primera parte de tu comentario, no es que yo pida que quien no comparte creencias participe de la religiosidad de estos actos, sino que lo que desearía es que, por muy tradicionales que sean, dejaran de celebrarse o se trasladaran a otros lugares. Y no me estoy refiriendo a las procesiones, que eso es intocable, sino a actos como ese del que hablamos del Campo del Príncipe, que se desarrollaba en una explanada de tierra con un Cristo en el centro rodeado de una verja y, si ahora esa explanada se ha convertido en un conjunto de terrazas de bares, ya no tiene sentido celebrarlo ahí.
EliminarAntes de nada decir que la palabra Anástasis no la había oído nunca, o por lo menos siendo consciente de que es lo que significaba. Yo creo que he comentado en alguna ocasión, que al igual que tu dices lo de la música sacra, cines donde solamente se proyectaban películas de romanos, y aunque los bares no cerraban todos, si que las maquinitas donde se podía -echando unas monedas- escuchar la música seleccionada, entonces estaban apagadas. pero te ha faltado otra cosa, era una semana de santos tapados, al menos en Zaragoza se cubrían los Santos de las iglesias con mantos morados, hasta que se quitaban al poder cantar el Aleluya.
ResponderEliminarAcabo de llegar de viaje y ya me encuentro trabajo adicional, mañana google nos recuerda el aniversario de una poeta, diplomática, feminista y pedagoga chilena, premio Nobel de Literatura, así que a currar...
Que joven eres... En la época de la que hablo, no había maquinitas de música en los bares.
EliminarAmo las cosas que nunca tuve
con las otras que ya no tengo.
G.M.
...Yo toco un agua silenciosa,
Eliminarparada en pastos friolentos,
que sin un viento tiritaba
en el huerto que era mi huerto.
La miro como la miraba;
me da un extraño pensamiento,
y juego, lenta, con esa agua
como con pez o con misterio...
Fragmento de Cosas de G.M. (Aunque lo parece no es General Motors)
La solución mañana en tu blog.
EliminarMe recueda a Catón el viejo echándoles la charla a los Senadores, Si perdéis el respeto por vuestros dioses ¿que os va a quedar?, ¿la espada?, y con ¿qué creencias vais a sujetar las espada?, ¿con dinero?, pues entonces estamos perdidos
ResponderEliminarQuizá estamos perdidos.
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