Con la muerte de Javier Krahe he recordado la que considero su mejor canción, Marieta, que no es suya, sino un arreglo de la Marinette de Brassens. Y, con estas canciones, ha venido también el recuerdo de algo que me ocurrió siendo muy joven. Y no porque entonces existiera esta canción, sino porque siempre que la he oído he pensado que así me sentí yo entonces. ¿Conocéis alguna palabra que equivalga a gilipollas en femenino? Pues eso.
Ocurrió que, teniendo unos 18 o 19 años, mis amigas y yo conocimos a un grupo de chicos de fuera de Granada, pero que estudiaban en esta Universidad y que uno de ellos, el más guapo, era cojo, había tenido una lesión de cadera jugando al fútbol y cojeaba bastante. A mí me gustó desde el principio y creo que yo también a él, pero era muy huidizo y, cuando nos encontrábamos con ellos, él casi siempre decía que tenía prisa y se iba. Los amigos lo disculpaban y, en confianza, nos contaban que tenía un gran complejo de inferioridad por su cojera, sobre todo delante de las chicas. Y así debía ser, pues en una ocasión que conseguimos que no se fuera y emparejó conmigo, cuando íbamos hablando tan animados y congeniando, al subir distraído un escalón, hizo lo que hacía con sus amigos: se apoyó en mi hombro. Y a partir de ese momento se chingó todo. Retiró la mano rápidamente, se puso serio y a la primera ocasión se fue a su casa.
Pero resulta que un día sus dos amigos más íntimos me citaron y me hablaron de lo que ya sabía, de que estaba muy acomplejado y que pensaba que no podía gustarle a ninguna mujer, así que –según ellos- lo que había que hacer era curarle ese complejo y la persona indicada para ello era yo (¿?). Y ahí me tenéis a mí que, entre que me gustaba y este encargo, me olvido del recato propio de la época, organizo mi artillería, me lanzo a tumba abierta y le demuestro a las claras que estoy por todos sus huesos. Misión cumplida. En poco tiempo da el cambiazo, ya no se encierra en su casa, alterna, se le ve con chicas… y un día aparece con novia, una compañera de facultad. O sea, que lo hice tan bien, tan bien, que ni rastro de complejo. Pero yo me quedé como el gilipo-o-o-llas de Marieta.
Yo no era fan de Javier Krahe y su canción me resultaba totalmente desconocida, pero una vez escuchada y una vez leído tu relato creo que efectivamente hay una similitud aunque el protagonista de la canción te superaba con creces, a él si se le puede considerar un ”gilipollas”, tú solo te sentiste como tal.
ResponderEliminarMe imagino como te quedaste cuando le viste aparecer con novia, por lo que se ve para el sólo fuiste una terapia, muy buena por cierto, pero eso tiene que ser demoledor para la persona a la que consideran solo eso, una terapia. Adiós chico guapo, adiós ilusiones y quizás también adiós a ganas de arriesgarse de nuevo. ¿Tardaste mucho en reponerte?
No creo que tardara mucho, pues por aquella época yo llevaba a rajatabla lo de la mancha de la mora...
Eliminar..desde luego que gente, Lástima no haber coincidido en el tiempo para haberla conocido espléndida y radiante, y cabreada con razón
EliminarSon cosas que pasan y a mí me han pasado bastantes. Lo grave, lo realmente grave, es que me siguen pasando... Lo de espléndida... pues no se si le encajaba a mis 38 kilos de nada. (Flickr da fe) De todas formas, al susodicho parece que le gustaban más rellenitas.
EliminarPues vaya si espabilaste al muchacho contenido. Demasiado.
ResponderEliminar(A Krahe le salvo todas las composiciones irreverentes -que son la mayoría-; fue un ser humano que vivió en consonancia con sus ideas ácratas, que ya de por sí demuestra su actitud honrada).
Yo no lo he seguido mucho luego. Más bien lo recuerdo de aquel programa de Tola tan bueno, en que nos dio a conocer a todos los de La Mandrágora.
EliminarPor lo menos podrían haberte dado las gracias. Se ve que también cojeaba del corazón.
ResponderEliminarMenos mal que táctica de la mancha de la mora tiene sus indudables ventajas.
No recuerdo si los amigos dijeron algo, pero él no, seguro, pues sería reconocer lo que dificilmente se reconoce.
EliminarSon cosas que pasan y a todo el mundo, que acabamos por entender que nuestros mayores defectos son realmente lo que se consideran nuestras virtudes, y el de actuar con buena voluntad y llevados por el corazón es uno de los mayores.
ResponderEliminarNi la gracias... tiene narices.
Lo que tiene narices es que llevemos esos defectos/virtudes toda la vida, aun sabiendo a donde nos conducen.
EliminarSucede bastante a menudo, de todos modos es un buen recuerdo, gracias por compartir, me encantó. Beso
ResponderEliminarEs uno de esos recuerdos que están ahí y salen a flote de vez en cuando. Gracias a ti por la visita.
EliminarNo conocía la letra de Marieta, pero una vez que la he leído, he visto que hace el ridículo constantemente, digo ridículo por no volver a repetir la palabra gilipollas, equivalente a tonto, lelo, inocente cándido... aunque existe una equivalente que es gilipuertas.
ResponderEliminarGilipuertas es la versión "fina" de la palabra original más rotunda..
EliminarGracias,Senior, por este rato tan agradable. En tu penúltimo comentarios dices algo muy cierto, caemos en lo mismo una y otra vez aún sabiendo el gusto amargo que deja en la boca, y a veces, en algún órgano más.
ResponderEliminarMucho tiempo sin comentar, lo sé. Pero vuelvo. Soy fiel a pesar de mis lapsus. Un abrazo grande.
¡Bienvenida Mafalda!. Se te echaba de menos y varias veces me he pasado por tu blog para ver si sabía algo de ti. No te pierdas de nuevo ¿eh?
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