En la mesa de al lado de la cafetería, había una pareja con una niña rubia, gordita y sonrosada de unos 4 o 5 años. Le habían pedido un zumo, pero lo probó y dijo que lo que quería era una coca cola. Mientras, había aparecido un paquete de almendras que repartió por la mesa jugando, luego uno de ganchitos que no le gustaron porque eran blancos y ella los quería de color naranja, una gran bolsa de palomitas, gominolas, un chupa-chup y por fin la coca-cola, de la que bebió un sorbo y rechazó también.
No se por qué –o sí lo se- me vinieron a la memoria esos niños africanos famélicos, llenos de polvo y moscas, que quizá en su vida tengan ocasión de tomar un zumo, ni una coca-cola fresca, ni ganchitos de colores, ni gominolas, ni….
Recuerdo en el pueblo de mi padre a una señora bastante mayor y con relativo mal genio que cuando le preguntabas en plan campechano "¡Hola! ¿Qué hay?", fueras niño o mayor la contestación era siempre la misma "Mucho y muy mal repartido".
ResponderEliminarCreo que en este caso se puede aplicar perfectamente al caso que nos presentas.
Somos unos privilegiados por haber nacido en este país.
Pero deberíamos ser conscientes de ese mal reparto y tratar de que se repartiera mejor, no quedarnos en la simple queja, como esa señora.
EliminarFalta de voluntad a la hora de repartir no hay, el problema está en que cuando se reparte la ayuda no suele llegar a donde debe.
EliminarHay sistemas para que llegue y podemos conocerlos. Que eso no nos sirva de coartada.
EliminarNo es coartada, es una triste realidad.
EliminarInsisto en que hay medios completamente seguros, como si lo llevaras tú en propia mano. Cosa que también se puede hacer si se quiere, yo conozco quien lo hace.
EliminarEsa niña de la que cuentas, no es que sea privilegiada sino consentida, que es un matiz antieducativo familiar muy abundante y facilón.
ResponderEliminarEn algunos medios muy, muy a la diestra del partido que todavía gobierna, criticaban con aspereza a algunos RR.MM de las diferentes cabalgatas por introducir, en sus mensajes a la chiquillería local, alusiones a las guerras, a la pobreza y al cambio climático. "Es una memez lanzar a los niños esas peroratas", se escandalizaban. Por lo visto es más "sano", según tan versados opinadores, introducir a las criaturas en esa burbuja irreal de estrellitas, parafernalia y excesos que educarlas en la empatía.
Tampoco está de más para los niños un poco de ilusión. Cada cosa a su tiempo...
EliminarHe visto el título de la entrada y ya me he echado a temblar. Por desgracia, no puedo decir lo que pienso de la forma de educar a los niños de hoy porque me detiene la policía.
ResponderEliminarAhora, la decisión se limita a una Coca Cola o unos ganchitos, pero dentro de unos años, esos niños votan.
El otro día me decía una persona muy cercana: Y pensar que siempre he odiado esos niños mal criados y ahora tengo un nieto así... O sea, que toca madera porque te puedes ver con alguien de tu sangre muy parecido a la de la cafetería.
EliminarLe diré que hace tiempo que pido que alguien haga un documental dirigido a los niños que desconocen lo que es no tener nada, para que sean conscientes de lo afortunados que son y de que son comportamientos como los que describen, aunque si no se educa antes a los numerosos padres cretinos y consentidores que hay, difícil será que sus hijos sean diferentes...
ResponderEliminarUn amigo mandaba a su primer hijo todos los veranos a un campamento, en el que la mayoría de los niños procedían del barrio más pobre de Granada y muchos de familias de las que llaman desestructuradas y con enormes carencias, para que así comprobara en vivo y en directo otras realidades y viera que la comida que él rechazaba, el niño de al lado se la comía con hambre atrasada. Y aquello surtía efecto, pues el niño volvía del campamento con menos remilgos y menos tonterías.
EliminarEs una buena medida que creo que es importante llevarla a cabo para que desde el principio conozcan lo que valen las cosas y la variedad de realidades que hay alrededor de ellos.
EliminarCierto, pues pueden pensar que todos los niños son iguales que ellos, que el mundo empieza y acaba en lo que él ve. Y aquí tenemos ahora un sitio muy indicado para eso, en donde, además, lo pasan muy bien en contacto con la naturaleza.
EliminarLo recuerdo, y lo mantengo en el "debe" para cuando me asome por aquellas tierras. Y si, eso de los campamentos es una experiencia por la que pasé y disfruté de pequeño y que creo que ahora le toca conocer a este proyecto de futbolista que alegra nuestros días.
EliminarLástima que al proyecto de futbolista le cae un poco lejos ese campamento, pues a lo mejor podía conocer al otro proyecto de futbolista del que hablaba su padre hace poco y que también le tiene echado el ojo a Pico Águila para el futuro.
EliminarPodemos quedar allí, Charles. Y "echar los niños a pelear". Futbolísticamente hablando, claro...
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Hay padres que creen querer mucho a sus hijos dándole todos los caprichos y no se atreven a enseñarles cuándo es no y cuándo es sí. Las contrariedades educan y los caprichos hacen lo contrario.
ResponderEliminarBesos.
Decía el juez Calatayud que veía a veces comportamientos en los padres con sus hijos que pensaba: Estás criando un tirano. Y él lo sabe bien por la cantidad de adolescentes que llegan a su juzgado. Dice también que la mayoría de niños y jóvenes que maltratan a sus padres son de familias pudientes, las que tienen para darles caprichos.
EliminarDecía Platón, que un tirano capaz de cometer los peores actos era simplemente un alma noble mal educada
EliminarDon Emilio debe de haber leído a Platón.
EliminarSiempre he dicho que para conducir hay que tener 18 años y aprobar un examen teórico y uno práctico. Para se padre no piden tantos requisitos, y es mucho más difícil educar a un niño que conducir. Y otra cosa a tener en cuenta de ese tipo de escena, aunque no se menciona, es muy probable que las negativas de la niñita no fueran tranquilas y en un tono de voz razonable.
ResponderEliminarSí eran tranquilas, como habituales, y los padres se lo tomaban igual, como si fuera lo más normal del mundo. Y hasta le decían "cariño"... cuando lo que daban ganas era de arrearle un azotazo a la criatura.
EliminarNo es consuelo. Pero siempre he pensado que en estos casos ocurre como con los juguetes. Cualquier niño africano es capaz de divertirse con una lata vieja, a diferencia de esos niños del "primer mundo" que con un cuarto lleno de juguetes "se aburren".
ResponderEliminarEsos niños de lo que llamamos "tercer mundo" sonríen y tienen un brillo en los ojos que no tiene un niño sentado delante de una mesa llena zumos, coca-colas, ni ganchitos de colores, gominolas...
Saludos.
No hay que irse tan lejos. Algunos hemos vivido situaciones similares.
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