Las horas tristes. (Ramón Casas)
En la posguerra, era una institución en mi ciudad. Era normalísimo que todo señor importante -y menos importante, pero con dinero- tuviese una Querida. Tuviese una esposa, señora de su casa y madre de sus hijos, pero además, un piso en un barrio donde albergaba a La Querida, con la que algunas veces tenía hijos también, aunque no era lo más corriente.
La Querida solía ser, en un principio, una muchacha joven, guapa y pobre, venida de un pueblo a servir o hija de una prostituta de alguno de aquellos tristes burdeles de la calle Varela. Una chica sin más porvenir que sustituir a su madre en el prostíbulo cuando envejezca, pero a la que un día le toca el gordo cuando don Claudio, el mejor cliente, se encapricha de ella y le pone un piso calles más allá, en el Realejo.
Entonces, todo el burdel tira cohetes porque la Paqui ya tiene el porvenir resuelto y va a vivir como una reina, ya no va a tener que acostarse con todo el que llega, sino que sus favores serán solo para un Señor Muy Respetable. Pero resulta que la misión de la Paqui es estar todo el día en su “jaula de oro”, como la llama la copla, arreglada, con su déshabillé igualito al que vio en una película americana del cine Regio, día tras día dispuesta por si al señor se le ocurre echar un polvo. Que puede ser por la mañana al salir del banco, por la tarde mientras la santa esposa va de visita o por la noche, al terminar la tertulia en el Liceo o el Centro Artístico.
La Paqui no trabaja, solo cuida su casa y su aspecto, y las vecinas que la critican, en el fondo la envidian. Pero la Paqui no tiene vida propia, sale un momento a comprar a una tienda de la calle Molinos y vuelve corriendo, no sea que el señor respetable se enfade si llega y no está. Y así van pasando los años, siempre con el miedo de que la cambie por otra más joven y tenga que volver al prostíbulo. O que, siendo mucho mayor que ella, muera y el resultado sea el mismo.
La Paqui, La Querida de don Claudio. Una mujer.
Como no tengo ninguna experiencia en estos lances, la única querida que conozco es esta.
ResponderEliminarHabía un grado superior: La Otra.
EliminarParece darnos una introducción a una novela costumbrista de finales del XIX, pero estas situaciones se prolongaron hasta los 80 con chicas venidas de la Galicia profunda.
ResponderEliminar"Cuando analizas la prostitución desde un lugar de privilegio, la puedes cuestionar. Cuando abres los ojos a la realidad global, te das cuenta de que la única salida es dotarla de derechos"
Este fin de semana hubo una mesa redonda + debate entre "abolas" feministas, y putas feministas y me parece que la putas feministas las están arrasando con argumentos incontestables.
No se hasta cuando duró aquí, pero yo recuerdo que en mi niñez se hablaba de ello sin cortapisas pues, como digo, era algo normalizado, casi establecido, como un rasgo más de categoría y poder económico.
EliminarMe hace gracia lo del "señor muy respetable", la verdad es que se vivía, y se vive todavía, en un mundo hipócrita.
ResponderEliminarPor otra parte creo que ese "porvenir resuelto y ese vivir como una reina" era pan para hoy y hambre para mañana, a no ser que la mujer fuera lo suficientemente lista como para aprovechar el tiempo y asegurarse el futuro sin depender de nadie.
Había casos que tenían un final feliz, pues yo vi no hace muchos años como la hermana de un señor de estos, enfermo terminal, lo convenció para que se casara con la que había envejecido con él y así lo heredara y recibiera su pensión. Lo curioso es que esta hermana era muy religiosa, muy de parroquia, pero tuvo pena de que aquella mujer se quedara sin nada al morir su hermano. Yo la conocí precisamente en casa de la que ya era su cuñada y después de la muerte de esta me estuve encontrando con ella en misa, nos saludábamos y recordábamos a su cuñada, de la que las dos teníamos un magnífico recuerdo
EliminarEso estuvo bien y sería lo justo, pero creo que en realidad eso es lo excepcional, no creo que haya muchos casos como ese.
EliminarComo dice Friné, te das cuenta de que la única salida es dotarla de derechos, y si una mujer trabaja en exclusiva para un hombre, lo justo sería que estuviera asegurada desde el principio.
ResponderEliminarMis felicitaciones Senior, nos ha contado con una economía de palabras y una precisión de cirujano, una historia real, llena de matices y con un fin tan abierto como oscuro.Por cierto, que esa institución no sólo lo era en su ciudad, lo era también en la mía y estoy seguro que en todas... Por cierto, ¿existen un trasunto de aquello hoy en día?
ResponderEliminarHablo de mi ciudad porque es lo que conocí, con anécdotas tan chuscas como el señor respetable que muere repentinamente en casa de La Querida y los hijos se las ven y se las desean para conseguir trasladarlo a su casa y que el entierro saliera de allí.
EliminarIgnoro si puede haber ahora situaciones iguales o parecidas, pero lo que sí se es que, el fondo de las agresiones a la mujer, siempre está la mentalidad de aquellos Señores Muy Respetables.
Por lo que cuentan las chicas.. si.
ResponderEliminarAparte de las mujeres con cuelgues por amor con casados que acabaron con un bombo como entonces, cuarentonas o más
Cambian los emigrantes, y aparecen nuevas nacionalidades.
Los musulmanes por deferencia en Europa no conviven con 2 mujeres en la misma casa pero con total naturalidad tiene otra, en otra casa.
Orientales, por supuesto.
La población de queridas más numerosa, estiman que son rumanas, que llegaron como asistentes, y terminan algunas como segundas.
Kisss y Kissss
Por supuesto, pero no creo que haya en ellas esa dependencia absoluta y esa sumisión rayana a la esclavitud.
EliminarEso Senior, es difícil de observar, excepto por personas cercanas.
EliminarLa población Hispanoamerica en España es muy numerosa y promiscua, 9 de 10 (estos datos son observaciones mías de múltiples procesos administrativos) tienen hijos con distintas mujeres, pero también te observo allí que 8 de 10 de esas mujeres trabajan, en blanco o en negro, así que ese rayano con la esclavitud, posiblemente se da pocas veces... No se.
Lo que he intentado destacar desde el principio es esa actitud totalmente pasiva de la mujer, esa disponibilidad total y full time. Y eso es lo que no creo que se de ahora… afortunadamente. Pero sí creo que el hombre la sigue pidiendo y de ahí vienen las agresiones.
EliminarQuiero creer que salvo en casos muy contados (porque hay de todo) esa actitud pasiva ya no existe, pero de todas formas deberíamos luchar para que haya libertad de elección. Puede que no sea esclavitud ni sumisión, pero si no se puede elegir libremente algo de ello queda.
ResponderEliminarLa sociedad siempre fue muy hipócrita, y lo sigue siendo, solo que con otras formas.
En cuanto a la violencia, proviene de nuestros instintos más animales, de nuestras frustraciones y solo hay una forma de combatirla, a través de una educación constante. La mente, que es lo que nos hace humanos ha de educar al instinto, pero ni todo el mundo está de acuerdo (ahí vemos un gran porcentaje de jóvenes de ambos sexos que la defienden) ni todos están dispuestos a reprimir sus más salvajes inclinaciones.
No conocía tu post, pero me ha encantado.
ResponderEliminarYo sabía que era una institución muy antigua en esta 'respetable' ciudad, pero no podía ni imaginar que yo llegaría a conocerlas personalmente. Se hablaba de las queridas como algo de tiempos lejanos y a mi me tocaron de cerca.
Yo, sin embargo y como he dicho más arriba, la que más traté era ya mayor y cuando el "respetable" había muerto. Años atrás, conocí de vista otras, pero solo eso, de vista, de saber quien era el señor que le pagaba el piso... y mandaba en ella.
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