15/12/20

Reuniones en pandemia




      No se habla más que de las reuniones familiares esta Navidad. Que si de seis, que si de diez, que si incluimos a los allegados, que si los mandamos a tomar viento… Y a mí se me ocurre pensar que, por muchas restricciones que haya, por mucho que limiten las personas y las denominaciones, no va a afectarme. Ni el número de personas, ni los desplazamientos... nada. Si llego a entonces, mi Nochebuena y mi Nochevieja, mi día de Navidad y el de Año Nuevo, serán exactamente como vienen siendo desde hace 26 años. O sea, que yo llevo 26 años de pandemia. Que se dice pronto...


           Nuestras vidas son los ríos 

      que van a dar en la mar, 

            qu'es el morir; 

      allí van los señoríos 

      derechos a se acabar 

            e consumir; 

       allí los ríos caudales, 

      allí los otros medianos 

            e más chicos, 

      allegados, son iguales 

      los que viven por sus manos 

            e los ricos.

 

8 comentarios:

  1. Estamos todos un poco fuera de sí, Todavía no nos hemos dado cuenta que lo de la pandemia no es un cuento.
    Un cálido abrazo para tu larga soledad.

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    1. El otro día, alguien me decía que te das cuenta de lo que grave que es esta pandemia cuando "se te van acercando los muertos". Es decir, cuando ya no son cifras ni crónicas en los medios, sino cuando le toca a un familiar, a un vecino o a la madre de un amigo.

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  2. Para esa soledad tuya impuesta por el devenir de la vida no hay decretos… Afortunadamente, no tienes que bregar, además, con una situación económica en precario que la haría más dolorosa todavía. Cuando los años se acumulan lo hacen también las pérdidas de aquellas personas que acompañaron el recorrido personal y contra eso no queda sino el recuerdo de tantos instantes y el acomodo en una circunstancia distinta.

    La virtualidad no es la panacea ni un amuleto para conjurar soledades, pero en ella tienes unas personas que sobrevuelan la distancia para hacer más llevaderos los días.

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    1. Afortunadamente, tengo por costumbre mirar hacia abajo, hacia quien está peor que yo, y hay muchas personas en esa situación. Tantas, que me impiden lamentarme demasiado. No es el consuelo del mal de muchos, sino el saber que, ni de lejos, mi situación puede compararse con otras muchas situaciones que conozco.

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    2. La virtualidad no es la panacea, pero algunas veces ayuda. Y estoy recordando algo que sucedió hace muchos años, antes de que naciera este blog. Pasé una Nochevieja con una bloguera (¿Donde andas, Veva?), que también estaba sola en su casa, y mantuvimos un diálogo que duró horas, en el que alternábamos los correos con los comentarios en su blog; lo que se podía publicar en el blog, en el correo lo "no publicable". Unas veces en serio, otras en broma... la verdad es que lo pasamos muy bien hasta que volvió su familia y yo me fui a la cama.

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  3. Me gustaría poder decir y ayudarte en esa soledad que desgraciadamente tienes impuesta hace ya tantos años.
    En mi caso antes nos podíamos reunir diez, doce e incluso más personas, pero ahora cada vez estamos más solos y con pocas ganas de fiesta.

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    1. La soledad no es estar sola físicamente, sino no querer ni ser querida. Y, en ese aspecto, hay personas en mi corazón por cuyas venas no corre mi sangre y quiero creer que en sus corazones también hay sitio para mí. Y estas personas estarán conmigo en esas fechas... aunque no estén presentes físicamente.

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  4. Muchas gracias a los tres por la compañía y el afecto.

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