Hoy es el Día de Andalucía, mejor dicho, lo ha sido, porque ya está acabando y, cuando se publique esto, ya será 1 de marzo. Los nacionalistas andaluces se inclinan por el 4 de diciembre para esta fiesta, pero yo prefiero quedarme con el día oficial, no por ser oficial, sino porque el 4D fue un día triste, un día en el que murió un joven, y no creo que la muerte de una persona sea motivo de celebración, por muy mártir por la causa que se le considere. Puede conmemorarse, pero no celebrarse. Por eso prefiero el 28F, porque entonces votamos en referéndum el Acceso a la autonomía de Andalucía por la vía del art. 151 y, para los que tuvimos el voto prohibido durante tantos años, votar siempre es una fiesta.
Y en este 28F de pandemia, he leído de todo, desde los habituales mítines de los políticos al también habitual examen pormenorizado de por qué votamos ese día y que votamos. Pero lo que más me ha gustado ha sido este artículo de un autor desconocido para mí, un profesor vasco que pasó quince meses en Córdoba hace muchos años y que dice esto de Andalucía y los andaluces
ANDALUCÍA, MILA ESKER!
JESÚS PRIETO MENDAZA Antropólogo y profesor
IDEAL. 27 Feb 2021
Era un joven de veinte años cuando me tocó cumplir con el servicio militar obligatorio en Andalucía, a muchos kilómetros de distancia de mi tierra alavesa. Eran los tiempos de la ‘mili’ y esa circunstancia fue la que me llevó, desde marzo de 1978 hasta abril de 1979, al Regimiento de Infantería Motorizada La Reina II de la hermosa y sultana Córdoba. Aquellos años, en los que las carreteras y el ferrocarril no eran lo que hoy son, mis posibilidades de venir los fines de semana a Vitoria eran tan solo un ejercicio de ciencia-ficción. Únicamente lo intenté una vez, en el viejo Wolksvagen escarabajo del fallecido periodista Antonio Herrero, para mí el alférez Herrero, cuyo padre residía en Vitoria y dirigía la Agencia Europa Press. A pesar de la gentileza de mi chofer, aquel fue un viaje agotador por aquellas carreteras nacionales de la época que tan genialmente describiera Moncho Alpuente en su canción ‘Adelante hombre del 600’. Realmente aquel fin de semana, no tuve tiempo sino de dar un beso a mis padres y, sin quitarme el traje militar de ‘paseo’, dormir un poco antes de regresar en tren. Aquello me disuadió de intentarlo de nuevo. Así que salvo en dos ocasiones, la preceptiva Navidad y unos días de verano, pasé quince meses de mi vida irremediablemente unido a una tierra a la que aprendí a querer y, sobre todo, a respetar profundamente.
El hecho de que ‘el vasco’ no pudiera viajar los sábados a su casa, lejos de sumirme en la soledad o el desarraigo, propició una oleada de solidaridad en aquella 10º compañía. Mis compañeros me invitaban los fines de semana a sus casas: «¿Cómo ‘te vá a quedá’ aquí solo, niño? ¡Vente ‘pal’ pueblo, a nuestra casa, que son ferias!». Así es como gracias a la generosidad de decenas de compañeros y de sus familias, conocí las ferias, la Semana Santa, los festivales flamencos, las tabernas, los pueblos, las playas, las sierras y, sobre todo, a las gentes de esa maravillosa tierra. Las sevillanas, ‘las soleás’, las seguidillas, el olor a jazmín o dama de noche, la pipirrana o la ‘pringá de manteca colorá’, acompañadas por un vino amontillado, pasaron a formar parte de mi acervo cultural y de mi corazón.
Pero eran años difíciles, sin duda la llamada transición española no fue fácil, muchos eran quienes se oponían a que la democracia se instalara en el país, y para ello exigían su cuota de sangre: por un lado los grupos afines al franquismo o a la ultraderecha; por otro bandas de extrema izquierda, como los GRAPO y finalmente una banda, ETA, que decidió aumentar su crueldad, exponencialmente, intentando no la pretendida liberación del País Vasco, sino una involución que nos hiciera volver a los esquemas de acción represión del pasado. Así las cosas, aquel joven cabo de Infantería, tan agradecido por la generosidad de Andalucía, se comenzó a ver interpelado por un hecho terrible, cual era que desde mi tierra se devolviera todo el bien que yo recibía con ingratitud y maldad. Cuando me encontraba disfrutando de la hospitalidad de un pueblo, de una familia, ocurría que su alegría se veía oscurecida por una noticia terrible; un hijo, un hermano, un primo, un vecino, casi siempre un joven, había sido asesinado, allí «en el norte».
Aquellas gentes que a mí me daban todo, recibían a cambio cadáveres de andaluces en un ataúd de madera. Su desgarro era mi desgarro y, en numerosas ocasiones mi vergüenza. Aun así, nunca, nadie, me reprochó nada, su generosidad jamás fue menoscabada por este hecho y ‘el vasco’ siguió gozando de la amistad y la fraternidad de las tierras del sur. Años más tarde, muchos empresarios, jueces, profesores, funcionarios, sindicalistas, trabajadores, concejales y un largo etcétera se vieron obligados a abandonar mi tierra vasca; en unos casos para no ser asesinados y en otros, consumado ya el crimen, para criar a sus familias lejos del epicentro del odio. De nuevo Andalucía se convirtió en tierra de acogida para muchos de mis paisanos. Cuanto he pensado en este hecho cuando, hace poco más de una década, todavía funcionaban aquellos negros mecanismos de ingratitud interterritorial.
Han pasado más de cuatro décadas desde entonces, se pueden contar con los dedos de una mano los años en los que no he podido volver a mi querida Andalucía, pero aun siento la necesidad de mostrar mi agradecimiento a una tierra con la que siento que parte de mi identidad está todavía en deuda. Tan solo espero que Andalucía siga progresando, avances impresionantes de los que he sido testigo, y que sus gentes sigan haciendo de la acogida parte de su divisa, pues no hay tarjeta de presentación mejor. Que el día de Andalucía, de este 2021 todavía marcado por la incertidumbre, alumbre un futuro mejor para esa tierra, que como escribió Blas Infante y reza en vuestro himno «…la bandera blanca y verde, vuelve tras siglos de guerra, a decir paz y esperanza, bajo el sol de nuestra tierra/ Andaluces levantaos, pedid tierra y libertad, sea por Andalucía libre, España y la humanidad».
Gracias Andalucía, gracias con cuarenta años de retraso, gracias por todo lo que me diste. Mila esker, bihotzez!
Preciosa carta de un espíritu noble. la gente es buena porque sí, no por su origen.
ResponderEliminarUn abrazo.
De un hombre, que ha conservado durante cuarenta años el agradecimiento por lo que recibió en una pequeña época de su vida. Dicen que ser agradecidos es de bien nacidos y un pueblo, que ha sufrido tanto, tiene que dar nacidos así.
EliminarPues yo sí sé quién es y hasta tengo (y he leído) un libro suyo... La carta, sobre todo viniendo de él, no podía ser de otro modo. Y, seguramente, muchos vascos que se vieron obligados a pasar una larga temporada en Andalucía, sentirán y pensaran similar porque hay que ser una persona muy cerrada para no dejarse arrastrar por quien generosamente te invita a compartir tiempo con su familia sin juzgar que se sea de un territorio u otro. Así que me alegro de esa carta pública que tan grata habrá sido a quienes, andaluzas y andaluces, la hayan leído.
ResponderEliminarY, aunque fuera ayer, pues eso: ¡Feliz celebración verdiblanca!!
Yo ahora le estoy siguiendo la pista y he visto que tiene un blog en este mismo alojamiento y una cuenta en Twitter. Yo no estoy en Twitter, pero se lo he enlazado a un amigo que sí está, para que vea que habla de este artículo y que tiene más contactos andaluces que vascos.
EliminarEn otro blog, el 27 de febrero leí un ¿articulo? sobre el día de Andalucía, la persona administradora de ese blog decía al final que desconocía el autor.
ResponderEliminarYa sabes que esto es un reto para mi, así que me puse a buscar y le contesté de esta guisa :
En este anuncio se ilustra un «grito» desde el corazón al orgullo de ser andaluz. La intención de la marca de cerveza fue plasmar la esencia de la tierra andaluza en 80 segundos, mostrando esos pequeños detalles de Andalucía que la hacen ser especial: desde aspectos mundanos, hasta «partirse la camisa», pasando por Picasso o Camarón; un intento de mostrar la riqueza cultural, gastronómica, geográfica, monumental y, sobre todo, humana.
Se trata de una campaña creada exclusivamente para la gente andaluza y que sólo fue emitida en territorio andaluz.
En realidad es una transcripción de este vídeo:
https://youtu.be/Rf3KwoDL33M
Me parece que el autor de este artículo caló más hondo y fue más allá que los tópicos de un anuncio de cerveza. Es cierto que disfrutó de todas esas cosas, pero creo que su querencia por Andalucía es más profunda.
EliminarGracias Senior Citizen por tus comentarios. Nunca he abandonado Andalucía, pocos han sido los años en los que no he podido acudir a su llamada, pocos en los que no he podido visitar a tantos amigos. Este artículo, pensado para coincidir con vuestro Día de Andalucía, tan sólo pretendía poner negro sobre blanco lo que mi corazón me pedía desde hace muchos años. No había ningún otro motivo. Tan sólo deseo que sigamos unidos, juntos, iguales y diferentes, gentes del norte y del sur, del este y del oeste, compartiendo un espacio común, que llamamos España. Andalucía me enseño que la convivencia y la mezcla de diferentes culturas no solo es posible, sino que es deseable y enriquecedora. Un fraternal abrazo amigos y amigas de Andalucía!!! Jesús Prieto Mendaza
ResponderEliminarTu artículo, leído en la edición impresa de IDEAL, me recordó a un matrimonio amigo que ya se fueron los dos. Tenían cinco hijos y cuando los dos mayores fueron a la “mili”, los fines de semana se traían a su casa a los compañeros que no podían desplazarse a la suya por cuestiones económicas o porque estaban demasiado lejos. Y parece que estoy viendo a Carmen, la madre, contándonos entre risas el susto que se había llevado cuando al levantarse y entrar en el salón para correr las cortinas, se tropezó con las piernas de los “quintos”, que estaban en sacos de dormir porque ya no había más camas disponibles. Y hablaba de como la lavadora no paraba en todo el fin de semana, porque todos llegaban con ropa sucia y de que, en vez de cocinar para siete, lo hacía para catorce. Mientras, Antonio, su marido, la miraba con resignación, pensando en las horas extras que tenía que hacer para dar de comer a tanta boca. Pero, en el fondo, contento, pues esa generosidad se la habían inculcado ellos a sus hijos y no podía disgustarles que la llevaran a cabo.
EliminarMe gustó tu artículo y por eso lo copié aquí, infringiendo quizá los derechos de autor, y me gusta también lo que dices ahora. Este blog, en su modestia, es un lugar donde siempre se ha defendido la multiculturalidad y la convivencia de razas y culturas. Los andaluces sabemos que procedemos de muchas culturas, que fueron muchos los pueblos que pasaron por aquí dejando su impronta y su riqueza cultural, y que nuestra sangre lleva mezcladas muchas sangres. Por eso, yo también me enorgullezco de que, en esta pequeña tertulia que aquí formamos, haya personas con mucha variedad de origen. Huesca, Zaragoza, Sevilla, Granada, Argentina, Suiza, Chile… Tuvimos un vasco, al que echo de menos por la inteligencia de sus comentarios y lo interesantes que eran sus blogs, y ahora recibimos a otro vasco, con el honor que para mí supone abrirle la puerta y decirle: Gracias a ti y bienvenido a este macasar granadino.
Andalucía siempre ha sido tierra de acogida. Y no podría ser de otro modo por varios motivos. En primer lugar porque por nuestras venas corre sangre fenicia, árabe, judía, castellana... Todas forman parte de nuestra personalidad, todas han conformado nuestra identidad y nuestra forma de ser. Pero, además, porque nuestra tierra, relegada al olvido y la marginación económica, ha visto y ve aún como muchos de sus hijos tienen que abandonarla para buscarse el sustento que aquí no encuentran. Todos o casi todos tenemos primos 'Mikel' o 'Jordi', tíos que vuelven de en Navidad o verano de Alemania, Holanda, Reino Unido...
ResponderEliminarTodos sabemps, aunque sea por referencias cercanas, el dolor de la lejanía, de la soledad, de estar lejos de los tuyos, lejos de tu patria.
Con el autor del artículo hicieron los andaluces lo que les gustaría que les hicieran estando lejos, pero no esperando recompensa, lo hicieron con la naturalidad que da nuestro carácter, asentado sobre mil culturas, y mil sangres distintas.
Yo soy más del 4 de Diciembre, pero no reniego del 28 de febrero, porque considero que también es parte de nuestra historia.
Saludos.
Por esa necesidad de buscarse el sustento, es por lo que llegaron entonces tantos ataúdes a Andalucía, pues tal como estaban las cosas, solo se hacía guardia civil o policía quien no podía aspirar a otro medio de vida menos peligroso. He visto estadísticas en las que el porcentaje de andaluces asesinados por ETA es abrumador.
EliminarMuchas gracias por incluir este buen articulo en tu blog. Me ha traído a la cabeza los recuerdos de otro joven, en este caso 'catalán' que también vino a Andalucía a hacer parte de su mili en Cerro Muriano, Córdoba. Mi hermano mayor que también hacía sus prácticas de milicia en Cerro Muriano prácticamente lo adoptó y como él, como dice Jesús en su articulo, no podía volver a su tierra los fines de semana, los pasaba en nuestra casa con todos nosotros en Granada o se iban ellos dos con sus amigos de viaje por esos pueblos. Este joven catalán no solo se enamoró de Andalucía, también se enamoró de mi hermana y se casaron al poco tiempo. ¿Ves? Hay muchas historia de la Mili, que decían antes.
ResponderEliminar...Y con el catalán y alguien más que cayera, estaría tu madre cocinando para catorce, como mi amiga Carmen. ¿No?
EliminarNo prodigo mucho copiar artículos, pues me siento infringiendo los derechos de autor y los del periódico, pero algunas veces se impone el deseo de compartir lo que he leído con los que visitáis este blog y, como los periódicos cada vez reservan más la sección de opinión para los suscriptores, la mayoría os quedareis sin leerlo si no lo copio, así que me espero al día siguiente (o dos días, como ahora)....y ahí va. Como también hace en su blog el propio autor del artículo.
¡¡ Cocinaba para 20!!
Eliminar¿Ves? Me lo imaginaba...
EliminarYo también prefiero, de largo, el 28F. Es una carta de diez, que emociona y que toca la fibra sensible, una carta integradora de quien sabe dar y sabe recibir. Necesitamos muchas personas como ésta que nos ayuden a construir un futuro mejor.
ResponderEliminarMi propósito es seguirlo aunque no vuelva por aquí. Seguiré leyendo su blog, donde aparecen los artículos que publica en El Correo y quizá busque alguno de sus libros.
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