20/4/22

Pregunta

 


 

      Voy a haceros una pregunta sobre algo que a mí me tiene intrigada, por si alguien que me lea es psicólogo, tiene afición a la psicología o es amigo de un psicólogo.

      Veréis. La cosa es muy simple.

      Observo que las personas mayores se preocupan mucho más por lo que les puede ocurrir a los hijos, que los jóvenes por lo que les puede ocurrir a los padres. Me explico.

      Si un joven se desplaza por carretera en viaje de placer o de trabajo, los padres se preocupan, quieren saber cuando sale, cuando llega y si llega bien. Y muchas veces tienen que mantener una auténtica batalla para conseguir enterarse, porque parece ser que mandar al llegar un par de palabras en WhatsApp es tarea demasiado difícil. Sin embargo, se puede dar el caso de que sean los padres, las personas mayores, las que se desplazan, algunas veces conduciendo también, y eso a los hijos nos les causa la menor preocupación. No piden confirmación de salida ni de llegada. Muchas veces ni se acuerdan de que están viajando.

      Mi pregunta por tanto es: ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué esta diferencia? ¿Es que los hijos quieren menos a los padres que los padres a los hijos? No creo que sea así. Tiene que haber algún otro motivo que yo no alcanzo a explicarme.

      Os cedo la palabra, pues.

 

15 comentarios:

  1. Es cierto en la mayoría de los casos.
    Cuando alguien te diga a que es debida esta diferencia nos lo cuentas por favor.
    -Jubi, nos enteraremos si vamos leyendo los comentarios que van dejando en esta entrada.

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    1. Ya ves que, hasta el momento, solo has contestado tú y no nos das ninguna pista.

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    2. Con permiso, voy a contar mis experiencias. Que puedo resumir en :
      "Mis (padres, abuelos) han salido de viaje. Qué bueno que puedan disfrutar "todavía" (¿todavía?). Mejor no los molestamos, que pueden preocuparse"
      (SIC )

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  2. Yo empezaría por pedirte que definieras joven, más que nada por saber si a quienes te refieres es a adolescentes, porque el término que utilizas tiene una franja de edad muy amplia con actitudes individuales que no se pueden generalizar.

    Para un padre/una madre sus retoños son siempre motivo de preocupación y objeto de cuidados, sin importar el número de años que sus descendientes tengan, mientras que para hijos e hijas, los progenitores empiezan a preocupar a determinada edad, cuando, por vulnerabilidad, cambian las tornas y la protección la necesitan ellos. No obstante, remitiéndome a lo que dices de los viajes, la lógica implica que, se sea madre o hijo, se avisa de la llegada a destino o debería hacerse. ¿Que sufren más los padres que las hijas...? Por supuesto, porque esa actitud protectora se mantiene intacta hasta el final.

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    1. Buueno... A mi edad, son jóvenes los menores de 60 años...

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    2. Hablando en serio. Llega un momento en la vida de todo hijo/a, en el que se convierte en padre o madre de sus padres, pero el problema está, a mi juicio, que eso ocurre ahora cada vez más tarde y hay personas para las que no llega nunca. Sin embargo, aciertas de pleno cuando dices que para un padre o una madre sus hijos son siempre motivo de preocupación.

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    3. Cuando se trae un hijo se contrae una responsabilidad, la de proporcionar amor y bienestar a un ser indefenso que necesita atenciones hasta poder desenvolverse por sí mismo. En ese trayecto de la infancia a la madurez hay muchas estaciones con alegrías, desencuentros, preocupaciones... Nada que no forme parte de la rueda de la vida que supone un aprendizaje iniciado en la familia y que se va enriqueciendo con amistades y conocimientos hasta que los polluelos humanos adquieren la habilidad de volar por sí mismos. No hay más misterio.

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    4. A lo que me refería antes (y esto está más que estudiado) es a que ahora la adolescencia se prolonga y la juventud aun más, por lo que te puedes encontrar personas casi cercanas a la jubilación con una madurez muy incipiente. Y esto, por supuesto, influye en la relación con los padres. Que también prolongan su vida más que antes...

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  3. Recuerdo, de hace años, un póster sobre la relación padres/hijos que resumía un poco lo anterior. Más o menos, con muchos saltos de mi propia memoria, decía:
    "A los cuatro años, no puedo vivir sin mamá. A los ocho años, mamá es estupenda. A los doce años, mamá es un poco pesada. A los dieciséis años, mamá no me deja ni respirar. A los veinte años, mamá se está pasando un montón. A los treinta años, pues a lo mejor tiene razón mamá. A los cuarenta años, mamá tiene toda la razón. A los cincuenta años, si viviera todavía mamá..."

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    1. A los treinta años, pues a lo mejor tiene razón mamá. A los cuarenta años, mamá tiene toda la razón No se, no se...

      A los cincuenta años, si viviera todavía mamá... Esto sí.

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    2. Pienso que, salvo excepciones, al llegar a los treinta se va entendiendo mejor la actitud paternomaterna y, sobre todo, se llega a la aceptación de que, para un padre o una madre, sus hijos e hijas siguen siendo criaturas, sin importar la edad, por las que se siente cierta aprensión cuando se hacen las tantas y no han regresado a casa (aunque hayan avisado que llegarían muy tarde), a las que siguen mimando y, a veces, hasta corrigiendo.

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    3. Tus palabras me han traído a la memoria que tenía yo cerca de 50 años y mi padre me presentaba a sus amigos diciendo: Aquí mi "chiquilla"... Y no veas la vergüenza que me daba.

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  4. He leído todos los comentarios y solamente quiero añadir una cosa que en realidad ya se ha dicho. Para los padres todos sus hijos son motivo de preocupación. Tengo tres 51, 47 y 44 años, con la de 51 me preocupo cuando sale a la carretera con la bici, con el de 47 cuando la alergia le provoca alguna crisis y con el de 44 por muchas cosas. Los tres, estos días que estuve en el hospital venían a estar conmigo en la habitación, lo hacían de uno en uno, ya que no podían acompañarme nada más que una persona, si me veían serio o con algún pequeño problema rápidamente salían a llamar a alguna enfermera o auxiliar para que me ayudara. La mayor me traía comida de la que a mi me gustaba, lo había permitido la facultativa que me controlaba, el mediano, me traía churros casi todos los días y venía con exámenes para corregir, pero si me pasaba algo rápidamente dejaba todo y me ayudaba o salía a que me atendieran.
    El pequeño se perdió el día de la boda del mediano por acompañarme todo el día. En Semana Santa perdió el móvil y cuando conseguimos establecer comunicación, estaba tan nervioso y asustado como nosotros. Nos lo comentó el amigo en cuyo coche había perdido el móvil.

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    1. O sea, que tú te preocupas por ellos y ellos se preocupan por ti. Lo que debe ser... pero no siempre es. ¡Enhorabuena!

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