Antes
de que termine la primavera y el árido verano se nos instale
definitivamente, no está de más que leamos un poco de poesía. Y, entre
todos los poetas que podría traer, repito con Elena Martín Vivaldi y con un poema en el que canta a los árboles de una plaza que los que conocéis mis fotos habéis visto muchas veces: la plaza de Bib-Rambla o de Bibarrambla como también se le puede llamar. Una plaza centro festivo de Granada,
en donde desde tiempos remotos se celebra todo y en donde un cardenal
de nefasta memoria prendió fuego a la cultura en forma de libros en
1499. Allí, 5.000 volúmenes de la biblioteca de la Madraza, la Universidad árabe, elevaron sus llamas al cielo convirtiendo en humo la cultura y sabiduría acumulada durante siglos.
Pues en esa misma plaza, Elena, mujer de libros y bibliotecaria de profesión, contempló los tilos que la rodean y, una vez más, puso en palabras su amor por los árboles.
Pues en esa misma plaza, Elena, mujer de libros y bibliotecaria de profesión, contempló los tilos que la rodean y, una vez más, puso en palabras su amor por los árboles.
TILOS
Tilos que sois la plaza y enhebráis a la plaza,
barreras entre el sueño y el toro de la vida.
Sois verdes.
Verdes, porque el cielo es azul.
Más verdes, (porque llevo mi alma con enseña de luto).
Verdes, porque es gris la mañana,
y las nubes restañan las heridas del cielo.
Sois verdes.
Infinitos abriles gritan en cada hoja
sus palabras nupciales.
Tilos, mis verdes tilos,
abriendo vuestros brazos
a unos mundos posibles,
a los cuerpos vencidos.
Abrazo donde el alma se refugie cansada,
donde esconda
su rostro sin caricias,
su cabello desnudo,
sus ojos sin espejos,
las manos desterradas.
Sois verdes.
Verdes, porque no hay primavera,
porque fuisteis y estabais
cuando el mundo era ciego.
Un mundo, donde el gozo era un velo de ensueño
que borraba el perfume de vuestro verde agudo.
Tilos. Y sólo vuestro nombre.
Y un himno lleva incienso hasta los cielos.
Sois la plaza. Ahí estáis.
Bajo los tilos −hermosamente triste−
se ha quedado esperando,
solitario, un sollozo.
Elena Martín Vivaldi
Una poesía que refleja varios estados de ánimo a medida que la lees. Seguramente fue escrita y corregida varias veces. Pero tal vez, la plaza sea eso: un muestrario de las vidas de todos quienes la transitan.
ResponderEliminarMucho de lo que expresa se ve en tu foto.
Esa plaza tiene vida propia. Tiene tanta historia y tantas cosas han ocurrido en ella, que cuando la pisas inevitablemente te acuden muchas de ellas a la memoria. He hecho un montón de fotos para este poema en distintos días y a distintas horas y nunca me daban la medida exacta del poema, pues Elena contó que lo había escrito un día con el cielo azul, pero con alguna nube de vez en cuando, de ahí lo de "gris la mañana".
EliminarUn poema para leerlo varias veces por lo mucho que expresa en él la autora quizás porque no sólo habla a los tilos si no a la plaza entera:
ResponderEliminarVerdes, porque no hay primavera,
porque fuisteis y estabais
cuando el mundo era ciego.
Y tan ciego pues esa plaza no sólo fue un centro festivo, en su larga historia hay momentos muy duros y trágicos como fueron los autos de fe o la quema de los libros que tu citas. Pero la plaza perdura y los tilos también, que escondiéndolos entre sus ramas, seguirán guardando por mucho tiempo los buenos y malos momentos de la bella ciudad de Granada.
Yo tengo también un recuerdo personal relacionado con esa plaza, como imagino que les ocurrirá a muchos granadinos, ya que ha sido siempre el centro de citas y paseos para todos. Probablemente Elena cuando lo escribió había ido allí solo a pasear o a sentarse en un banco.
Eliminarpero que tales arboles yo nunca veo esa clase de arboles tan grandes con las justas me pasan. y lo que escribiste el bueno. saludos!
ResponderEliminarPues los hay mayores, fíjate y verás. Bienvenido a esta web, frank.
Eliminar...barreras entre el sueño...
ResponderEliminarY viendo la foto me doy cuenta que la barrera es más la sombra de los árboles que de los árboles en sí.
Las barreras, por desgracia, son ahora las de la multitud de terrazas cubiertas que no estaban cuando Elena escribió el poema y que quitan espacio y perspectiva a la plaza.
EliminarLlevo un buen rato dándole vueltas a la cabeza, pensando donde he podido leer este poema. Al final lo he conseguido saber, fue cuando escribiste el artículo titulado "Elena Martín Vivaldi", al que ni siquiera comenté pese a buscar sus poemas y todo lo que pudiera aparecer en la red sobre ella.
ResponderEliminarEn ocasiones me ocurre esto, después de buscar mucha información, y empaparme de lo que leo en la red, me olvido del asunto que me ha llevado a indagar sobre el asunto que voy buscando.
Es uno de sus poemas más conocidos y quizá tropezaste con él cuando buscabas información. Yo prefiero siempre poner poemas que no estén en la Red, pero en este caso he hecho una excepción para así también hablar de la plaza.
EliminarMuy bonito el poema. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias a ti por tu visita.
EliminarPues es una plaza bien bonita, ideal para leer un libro a la sombra de los tilos.
ResponderEliminarQué brutos son los que se dedican a quemarlos.
Lo malo también es que se empieza por quemar libros y se termina quemando personas.
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