Hoy he oído La muralla y me he acordado de ti. La cantamos en tu entierro, ante el asombro de tus compañeros militares. Tampoco hubieran entendido que yo, al conocer tu muerte, levanté mi copa en alto, como hicimos cuando Allende ganó las elecciones o cuando aquello de los claveles en el país vecino. Recuerdo ahora cuando, usando tu uniforme, nos traías de Francia los libros de Ruedo Ibérico, que luego pasaban forrados de mano en mano, y recuerdo también que en tu casa podía estar lo que no estaba en ninguna. Pero tú no le dabas importancia y nosotros tampoco. No sabíamos que te jugabas los galones todos los días, ni reparábamos en que lo que para nosotros sería poca cárcel, para ti supondría un consejo de guerra. Como tampoco le diste importancia cuando empezaste a morir, cuando te abrieron en el pecho aquel agujero por el que terminó escapándosete la vida. Pero hoy he oído La Muralla, he vuelto a levantar mi copa y he recordado que tus compañeros y la gente de bien decían: Estas cosas no se cantan en una iglesia y, menos, con un muerto de cuerpo presente… Pero a ti te gustó. Estoy segura.
Feliz Navidad
Hace 1 día
Pasan los años pero los recuerdos perviven en tu memoria con una gran claridad. Y si, es muy posible que a esa persona si le gustara que le cantarais y que tu levantaras la copa en su recuerdo.
ResponderEliminarLa cantamos precisamente porque sabíamos que a él le gustaba y porque hay un momento en que se dice: Alcemos esta muralla juntando todas las manos y entonces toca alzar los brazos cogidos de la mano (lo que es algo así como bailar sardanas pero con más algarabía)
Eliminar¡Cuánta autenticidad y admiración late en estas palabras. Merece la pena dar la vida por aquellas cosas que a uno le conmueven.
ResponderEliminarBesos.
Hay veces en que lo valioso de una persona solo lo vamos apreciando con el paso del tiempo, no mientras lo vivimos.
EliminarSiempre me ha gustado la canción "La Muralla", poema del cubano Nicolás, popularizada en España primeramente por Ana Belén y luego acompañada de Víctor Manuel, pero que los chilenos Quilapayún, llevaban unos cuantos años interpretándola.
ResponderEliminarEn ocasiones hay recuerdos que te hacen reír, llorar, cantar, pensar... sin saber a ciencia cierta a que es debido, en este caso es el recuerdo de una persona muy querida, que nos recuerda algo que aparentemente teníamos olvidado.
A mí no es una canción que me entusiasme su música, pero me trae recuerdos de una época y de las personas con las que la viví. Una época en la que aun no estaba la versión de Ana Belén, solo la de los chilenos.
EliminarQué emotivamente estremecido instante ese que atesoras y compartes. Y qué ser tan extraordinario tuvo que ser aquel a quien así se dio el último homenaje.
ResponderEliminarSí que era un hombre muy especial y que tendría que hacer verdaderos equilibrios al ser militar y con ideas contrarias al régimen. Pero eso lo he pensado después, mirando hacia atrás, no entonces.
EliminarBonito homenaje a una de esas personas que, desde el anonimato generoso, han dejado como legado el deseo de la libertad.
ResponderEliminarSalud!
El deseo de libertad y el vivirla dentro de las limitaciones de la falta de libertad.
EliminarSi le gustó, fuera guardiacivil, o capitán de corbeta, no hay más que hablar
ResponderEliminarSi le gustó en esta vida, ¿por qué no después?
EliminarNadie con un ser querido para saber lo que es apropiado y lo que no. Seguro que él la disfrutó más que nunca. Conocía la versión de Ana Belén, pero no ésta. Qué difícil es defender ideas contrarias a las de tus superiores.
ResponderEliminarSobre todo, cuando tus superiores te pueden llevar al paredón....
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