El mes pasado murió en Granada el escritor Gregorio Morales y, al dar la noticia de que lo habían encontrado muerto en su casa, IDEAL remarcó machaconamente que “por causas naturales”. Y yo me pregunto ahora: ¿Seguro? Veréis por qué lo digo.
Pocas horas antes de morir y al llegar a su casa, se encontró con que habían entrado ladrones y, aunque solo se habían llevado el ordenador, eso es muy grave para cualquier persona, pero para un escritor aun más. Desolado acude a la policía, sigue todos los trámites de la denuncia y la inspección y cuando todo termina, escribe este artículo, lo envía a IDEAL y lo publica en su blog. Luego se acuesta y no se levanta más.
Como podréis ver, el artículo se titula PERDER EL ALMA y termina diciendo:
Luego los ladrones habían hecho por mí lo que tantos buscadores espirituales tratan infructuosamente de hacer: desprenderse del ego para encontrar lo que nada ni nadie puede arrebatar, frente a lo cual las máscaras caen hechas añicos. Entonces sentí una enorme dicha. Ahora lo sabía: ¡el alma no puede ser robada!
Pero a la vista de lo sucedido, yo me pregunto: ¿Le robarían realmente el alma y se fue tras ella?
Sí que parece extraño, es verdad, pero me inclino más por la casualidad. El artículo es el de una persona indignada que sabe que los ladrones nunca serán descubiertos ni el ordenador recuperado, solo que muy bellamente escrito, como muy pocos son capaces de hacerlo.
ResponderEliminarLo que dudo es que alguien a estas alturas guarde su vida en algo tan frágil como un ordenador. Yo, que no soy escritor, lo tengo todo en discos duros externos, y las cosas importantes están por duplicado, guardadas en casas diferentes.
Yo no soy tan previsora y no me extraña que Morales tuviera cosas sin duplicado, pues un amigo escritor me envió a mí una novela sin publicar cuando empecé a meterle miedo de que podía perderla.
EliminarNo conocía a Gregorio Morales, y sin embargo me sonaba, efectivamente al seguir tu enlace he visto que allí hice varios comentarios de los míos. No creo que le robaran el alma, simplemente le robarían el icono de Windows 10.
ResponderEliminarSigo buscando más información, pero espero que aparezca su alma, cuando menos una carpeta oculta. De momento, sigue las instrucciones...
Yo creo que él no ha llegado a ver ese icono, lo mismo que yo tampoco lo veo ya. Missing...
EliminarMe gustó mucho su artículo.
ResponderEliminarMe imagino el golpe que para el tuvo que suponer ese robo porque aunque como el dice: que los secretos que encerraba la máquina no eran diferentes de los que puede tener cualquier ser humano, que mi intimidad no era más especial que la de mis semejantes, supongo que el que todas sus vivencias, sus pensamientos y sus escritos fueran sacados a la luz sin su consentimiento, sería como desnudarlo en público y eso no le puede gustar a nadie porque es una violación de tu intimidad. Y una pena mayor fue que quizás esto fuera la consecuencia de su muerte.
Quizás confiamos demasiado al depositar prácticamente nuestra vida en los ordenadores.
Eso es lo que pensé yo también, que se llevó tan mal rato que su corazón no lo aguantó.
EliminarEl concepto "muerte natural" es muy práctico. Dolorosamente práctico.
ResponderEliminarSi lo pensamos, todas las muertes son naturales, pues morirse es natural, está en nuestra naturaleza.
EliminarLa vida es lo suficientemente singular como para que ocurran casualidades como la acaecida al fallecido; lo peor es que, ahora, la familia se queda con el dolor de la pérdida del ser querido y la tristeza de no poder guardar aquello en lo que él trabajaba con tanto mimo.
ResponderEliminarY el resquemor de que no ha muerto porque le tocaba, sino porque lo han matado con ese robo.
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