Allá por mi prehistoria, cuando tenía 14 o 15 años, se me metió entre ceja y ceja subir a la Alhambra sola, de noche y en invierno. No a la Alhambra en sí, que estaría cerrada a esas horas, sino al bosque por el que se pasa para llegar. Era algo así como una aventura, un desafío para mí misma y estuve pensándolo un tiempo hasta que encontré el momento adecuado. Dije en mi casa que me quedaba en el colegio hasta más tarde para preparar una función y a las 7:30, cuando salíamos, (atención al dato enseñantes y padres actuales), con mi uniforme negro de cuello blanco, mi abriguito negro encima, calcetines altos y zapatos “Gorila”, salgo corriendo hacía la Cuesta de Gomérez. Subo la cuesta, Puerta de las Granadas, paseo central, giro a la izquierda y me encuentro ante el Pilar de Carlos V. Allí me siento en el poyete y disfruto casi en completa oscuridad de haber conseguido mi objetivo. Pero hete aquí (entonces los libros decían eso, no os extrañéis) repito, hete aquí que aparece un guarda y se me queda mirando a la entrada del pilar, no se acerca, pero sigue sin quitarme ojo y, como la aventura había culminado satisfactoriamente, veo que ha llegado el momento de hacer mutis por el foro y me voy escapada cuesta abajo.
Aventurera que era una en aquellos tiempos. Aventurera y romántica, que el paseo tenía más de eso que de otra cosa.
Dada mi edad yo diría que fue un acto de irresponsabilidad total y me imagino la que te habría caído en casa si tus padres se llegan a enterar. No se cuanta satisfacción habrás conseguido entonces pero lo que si se seguro es de que no pensaste en las consecuencias de tu escapada que pudieron ser graves. Y si esas consecuencias habrían podido ser graves entonces, imagínate todo lo que pasa hoy en día y los peligros a los que están expuestos los jóvenes cuyas "escapadas" no son sólo camino de la Alhambra, hoy hay otros muchos "caminos nuevos" por los que los jóvenes corretean sin pensar en los peligros.
ResponderEliminarPor eso te decía hace poco que, para juzgar a los jóvenes de ahora, tenemos que acordarnos de como éramos nosotras a esa edad.
EliminarComo todas las aventuras infantiles, si salen bien muy bien, si salen mal...
ResponderEliminarYo desde la inteligencia infinita de mis 16 años me propuse saltar del tejado de una casa de campo (unos 2 metros y medio), con todos los riesgos controlados (caer sobre tierra). No me rompí nada (de milagro).
Por eso lo entiendo perfectamente. Preparar la trastada, ejecutarla...
Y, sobre todo, prepararla sin que se entere nadie, pues creo que no se lo dije ni a la amiga más íntima. Supongo también que para que las amigas no pensaran que estaba como una cabra...
Eliminar¿pero escuchó cantar al moro o no?
ResponderEliminarQue va... Al pobre moro lo habían desahuciado de su casa hacía siglos y lo que hacía era llorar, no cantar.
EliminarY cómo te relamerías de gusto al llegar a casa, con una sonrisa apenas disimulada y cierto sofoco pensando si tus padres adivinarían tu paseo.
ResponderEliminarPues mira, de lo que pasó después y de como llegué a mi casa no me acuerdo, eso se me ha borrado, pero recuerdo perfectamente la escena ante el Pilar de Carlos V.
EliminarY el espíritu de aventura saciado hasta los bordes... bueno, casi, si no fuera por el guarda celoso de su cometido -rara avis por cierto-, que no le quitó el ojo de encima. Aventurera, si señora, y escritora en la larga banda del recuerdo. Desde allá hasta el día de hoy. Diga usted ahora si no sirvió para algo.
ResponderEliminarLo que no entendí entonces, ni entiendo ahora, es como el guarda no se me acercó y me preguntó si me ocurría algo, pues una colegiala a esas horas allí sentada no sería lo más normal del mundo. Y otra cosa que me he preguntado algunas veces es que hubiera hecho si no aparece el guarda, si me hubiera bajado o seguiría explorando el terreno, ya que tenía aun mucho bosque por delante.
EliminarQué buena aventura!
ResponderEliminarLa mía fue en bicicleta...
Cuenta, cuenta... ¿Te ha quedado cicatriz?
EliminarDe aquella ocasión no.... pero tengo muchos recuerdos de la bicicleta....
EliminarLa última vez que me caí de una bicicleta no hace más de dos años.
Pues ten cuidado, que a partir de los 20 ya los golpes hacen pupa.
EliminarUna bonita aventura, consecuencia de un objetivo marcado. Como señalas, eran tiempos con horarios mucho más extensos que ahora y donde el sábado era también día lectivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
El sábado se hacía en mi colegio lo que entonces llamaban "semana inglesa", pues en otros era el jueves cuando se descansaba por la tarde, pero la realidad era que teníamos muchas más horas de clase que en el plan actual.
EliminarEl verdadero desafío sería repetir ahora la hazaña, je,je.
ResponderEliminarSe ve que en "tu prehistoria" los padres y enseñantes tenían claros sus objetivos: que los niños aprovecharan bien el tiempo y se formaran adecuadamente. Es una muestra más de cómo ha cambiado la sociedad en unas pocas décadas.
Sí, ahora hay rebeliones de padres porque los niños llevan deberes a la casa.
EliminarMe acaba de llegar un whatsapp con una foto de un cartel en un supermercado. Anuncian acergas en ojas. Y tan tranquilos.
EliminarMe acaba de llegar un whatsapp con una foto de un cartel en un supermercado. Anuncian acergas en ojas. Y tan tranquilos.
EliminarEl desafío de esta semana consiste en hacer lo mismo, no creo que tengas problemas ya que conoces el camino de maravilla, y si aparece el guarda no tienes porqué correr.
ResponderEliminarP.D. Te aconsejo no te pongas la misma indumentaria que llevabas la vez anterior, seguro que ahora no te sentaría bien.
Así ya no tiene gracia...
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