Yo hablo andaluz y, por el momento, creo que nos entendemos. En realidad y según dice Antonio del Pozo, autor del libro “El Habla de Málaga”: El habla andaluza no es el castellano mal hablado, sino una forma de pronunciar el español distinta a la de Castilla, ni mejor ni peor
Lo que mi padre llamaba “andaluz de teatro”, o sea el andaluz que hablan los actores que no son andaluces. Aquellos que representaban las obras de los Álvarez Quintero o esas “chachas” de las series televisivas que, al parecer, siempre tienen que ser andaluzas.
Tú lo has dicho, comunicarse es lo importante y los andaluces nos comunicamos mejor con toda América que el resto de los españoles, nuestro acento es más parecido al vuestro.
Trabajo con muchos sudamericanos y creo que se puede ver de dos maneras que no son en absoluto excluyentes. Por un lado los idiomas tienen unas reglas que casi nunca se siguen, por lo que crean confusión. Por otro, la diversidad es buena y nos enriquece. En español las letras están para pronunciarlas en el orden en que se han escrito, pero al mismo tiempo, el andaluz es simplemente otra forma de expresarse, como dices, ni mejor ni peor, solo distinta. En otras regiones hay leísmos, otros confunden los pronombres o los tiempos verbales. Al final, lo más importante es que nos entendamos, como habéis comentado.
Copio de un artículo de Fernando Quirantes, que me ha inspirado esta entrada.
El habla andaluza sintetiza frases, mimetiza palabras y tala letras, para abreviar palabras, pero sin mutilar su semántica o significado, como anuncia la ley de economía de Conrad: conseguir los mismos resultados, pero con el mínimo gasto o esfuerzo linguístico. En este sentido podemos afirmar que: ¡Algún día todas las lenguas se parecerán al andaluz!
Me gusta el cartel porque es aplicable a cualquiera de las peculiaridades lingüísticas de la península, los archipiélagos y Ceuta y Melilla. Porque una cosa es hablar castellano y otra pretender cercenar la impronta que cada cual tiene en su habla según su procedencia.
El cartel, (no este, por supuesto, que es un montaje mío), sino el texto, según parece está enmarcado en la pared de un bar de Pórtugos, en plena Alpujarra. ¿Quién lo puso allí? Habría que ir a preguntarlo, pero seguro que fue alguien muy harto de haber soportado más de una vez que su forma de hablar se vea ridiculizada y considerada inferior a otras.
El macasar (Chimonanthus fragans o praecox) es un arbusto procedente de China y Japón, que alcanza una altura de dos a tres metros y que tiene la peculiaridad de que, en pleno invierno, de sus ramas desnudas y leñosas brotan las flores. Unas flores pequeñas, pero con un olor intenso, penetrante y, a la vez, delicado. La historia de Granada está muy ligada a esta planta, que se menciona en poemas árabes. Actualmente es difícil verla, pues sólo se encuentra en algunos jardines antiguos y, sobre todo, en los cármenes y jardines privados. Aquellos que llamó Soto de Rojas “Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”.
Como tu hables andaluz y yo en fabla aragonesa, nos vamos a entender de narices... Vaya como si uno de los dos fuera chino y el otro arameo.
ResponderEliminarYo hablo andaluz y, por el momento, creo que nos entendemos. En realidad y según dice Antonio del Pozo, autor del libro “El Habla de Málaga”: El habla andaluza no es el castellano mal hablado, sino una forma de pronunciar el español distinta a la de Castilla, ni mejor ni peor
EliminarNo hay nada más ridículo que un andaluz intentando hablar castellano "de Valladolid".
ResponderEliminarBueno, sí... un castellano impostando el habla de Andalucía...
Saludos.
Lo que mi padre llamaba “andaluz de teatro”, o sea el andaluz que hablan los actores que no son andaluces. Aquellos que representaban las obras de los Álvarez Quintero o esas “chachas” de las series televisivas que, al parecer, siempre tienen que ser andaluzas.
EliminarLa chachas son andaluzas porque "los andaluces somos pobres, incultos, pero muy graciosos". Esos tópicos que tanto gustan...
EliminarClaro que sí, "miarma"...
Eliminar..ezzzzque no me sale. No lo he mamao. Lo hablo solo en la intimidá
Eliminarjuas
Pues que cada cual hable como lo ha mamao. Yo no intento nunca imitar a un castellano... a pesar de que mi madre lo era.
EliminarFeliz día! Lo importante es comunicarse. Un abrazo
ResponderEliminarTú lo has dicho, comunicarse es lo importante y los andaluces nos comunicamos mejor con toda América que el resto de los españoles, nuestro acento es más parecido al vuestro.
EliminarTrabajo con muchos sudamericanos y creo que se puede ver de dos maneras que no son en absoluto excluyentes. Por un lado los idiomas tienen unas reglas que casi nunca se siguen, por lo que crean confusión. Por otro, la diversidad es buena y nos enriquece. En español las letras están para pronunciarlas en el orden en que se han escrito, pero al mismo tiempo, el andaluz es simplemente otra forma de expresarse, como dices, ni mejor ni peor, solo distinta. En otras regiones hay leísmos, otros confunden los pronombres o los tiempos verbales. Al final, lo más importante es que nos entendamos, como habéis comentado.
ResponderEliminarEn cualquier caso, ¡feliz día!
Copio de un artículo de Fernando Quirantes, que me ha inspirado esta entrada.
EliminarEl habla andaluza sintetiza frases, mimetiza palabras y tala letras, para abreviar palabras, pero sin mutilar su semántica o significado, como anuncia la ley de economía de Conrad: conseguir los mismos resultados, pero con el mínimo gasto o esfuerzo linguístico. En este sentido podemos afirmar que: ¡Algún día todas las lenguas se parecerán al andaluz!
Me gusta el cartel porque es aplicable a cualquiera de las peculiaridades lingüísticas de la península, los archipiélagos y Ceuta y Melilla. Porque una cosa es hablar castellano y otra pretender cercenar la impronta que cada cual tiene en su habla según su procedencia.
ResponderEliminarEl cartel, (no este, por supuesto, que es un montaje mío), sino el texto, según parece está enmarcado en la pared de un bar de Pórtugos, en plena Alpujarra. ¿Quién lo puso allí? Habría que ir a preguntarlo, pero seguro que fue alguien muy harto de haber soportado más de una vez que su forma de hablar se vea ridiculizada y considerada inferior a otras.
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