7/9/20

En el super



      Me dispongo a echar en el carro varios tetrabriks de leche, pero de la que quiero no hay en el estante ni tampoco ninguna caja abierta. Para más inri, las cajas están altas, por lo que dudo si voy a poder bajarla y exploro los alrededores en busca de un empleado, pero no veo ninguno y me decido a intentarlo. Casi que la estrello en el suelo, pero al fin consigo ponerla más a mano. Toca ahora abrirla, tarea peliaguda para mis manos, por lo que, en casa, suelo hacerlo con un cuchillo grande, que ahí no tengo. Lo intento, se resiste, vuelvo a mirar a mi alrededor, pasan señoras, parejas, un grupo de jóvenes, todos con prisa empujando sus carros, pero ni me miran y se me hace cuesta arriba pararlos para pedirles ayuda. De pronto, un señor muy mayor, quizá mayor que yo, se me acerca y me dice: Espere, señora, que yo le ayudo. Y con sus manos torpes, pero más fuertes que las mías, me abre la caja. Le doy las gracias efusivamente y se va empujando su carro. 

      Por la pandemia, la mascarilla y los prejuicios sociales no le doy un abrazo, pero las ganas se me quedan.


12 comentarios:

  1. Tendrías que dejar a un lado ese miramiento a la hora de pedir ayuda y empezar a recurrir a otras personas cuando estés apurada. Porque no siempre las personas que están en tu línea de visión se percatarán de que las necesitas, como ese señor tan servicial.
    Desgraciadamente, esta pandemia nos ha convertido en seres andantes solitarios y más ensimismados, todavía, en lo propio.

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    1. Lo hago cuando algo está demasiado alto para mí y queda hasta simpático, pero esto de no poder abrir una caja me resultaba como de alguien que no quiere molestarse. Vamos, como de una señora que tiene en su casa servicio que le da las cosas hechas...

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  2. No me extraña nada que te hayas quedado con ganas de darle un abrazo. A los otros... Tampoco es cosa de llamar maleducados a todos los que lo son.
    Un abrazo.

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    1. Quizá no son maleducados, sino que simplemente están en sus cosas.

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  3. Anónimo9/9/20 11:59

    ¡Qué texto más simpático y significativo! La Verdad es que se echan de menos .
    Ahí dejo uno virtual, pero de Hecatónquiro, elevado a la enésima potencia.
    ¡Cordialmente,
    J u a n

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  4. Ese tipo de personas son las que se contentan con hacer el bien, con abrazo o sin él. Coincido con Una mirada en que lo de pedir ayuda no cuesta dinero...

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    1. No cuesta dinero, pero sí trabajo cuando ves que te ignoran. El señor que me ayudó, simplemente hizo lo que no hicieron los demás: mirar a su alrededor, reparar en las personas que están cerca.

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  5. De buena voluntad sí que valdría la pena contagiarse (lástima que no sea contagiosa). ¿Y por qué no al contacto físico? si con el hecho de tocar la misma caja, de haber virus, ya pasó...

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    1. Más que el contacto, me detuvieron los prejuicios sociales, pues, en lo que llevamos de pandemia, he dado ya unos cuantos abrazos. Pienso como tú que podemos contagiarnos de formas menos agradables.

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  6. Pues ese truquillo no se me había ocurido jajaja... En serio ponen todo tan alto, aquí yo siempre estoy pidiendo al que pasa. A veces me subo a un estante con el consabido peligro, situaciones tragicómicas para las pequeñas mayores. Beso.

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    1. Yo también he pedido ayuda muchas veces cuando están las cosas altas, pero pedir que me abran una caja ya me parecía demasiado.

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