-Cada día estoy más convencida de que alguien mueve los hilos.
-¿Que soy yo, entonces? ¿Una marioneta?
-No. Alguien mueve los hilos de las cosas que ocurren para que tú las veas, reflexiones sobre ellas y actúes en consecuencia. Libremente.
Blog de Senior Citizen
Desgraciadamente, siempre hay alguien que mueve los hilos para hacernos mover al ritmo que ellos desean, políticos, grandes empresarios, multinacionales, grandes corporaciones... son los que hacen que nos meneemos a su antojo.
ResponderEliminarEste diálogo no va de políticos ni de empresarios. De eso ya tenemos bastante...
EliminarAlguien maneja los hilos que mueven las cosas, y tal vez los hilos que nos mueven a nosotros, también...
ResponderEliminarSegún como se entienda lo de mover los hilos... En el sentido que lo he dicho, yo creo que no, pues eso iría en contra de aquella frase tan bonita del Evangelio de "la libertad de los Hijos de Dios"
EliminarEn cambio yo no creo que alguien -humano o sobrenatural- mueva ningún hilo. No somos sino una agrupación de células vivas en un contexto cósmico mutable gobernado por energías transformadoras, en la superficie de un planeta donde somos un elemento más en el engranaje de la vida, diferenciándonos por poseer unas funciones cerebrales más amplias y complejas que el resto de los organismos vivientes con los que convivimos.
ResponderEliminarTienes razón, pero yo tengo muchos más años que tú y he visto, a lo largo de mi vida, muchas cosas que parece que ocurren por casualidad, pero que terminan teniendo un sentido. Es también lo que dice una amiga de mi edad: "nada ocurre porque sí". Creo rotundamente en la libertad del ser humano, muy condicionada por sus circunstancias y su entorno, claro está, (ya sabes, lo de Ortega), pero libertad al fin, y, sin embargo, muchas veces me he planteado lo que digo en el diálogo. No tengo una respuesta absoluta, pero la experiencia me deja dudas.
EliminarTampoco me decanto por las casualidades, sino que creo en la causalidad. Los fenómenos, simples o complejos, se dan porque convergen circunstancias que los propician, aunque aparentemente parezca que han surgido de la nada. Los virus, por ejemplo, forman parte de la vida del planeta y de los organismos vivos, permanecen inoperantes o, al menos, escasamente lesivos hasta que, en una situación determinada, varían su estatus y se convierten en agentes agresivos para remitir al cabo del tiempo.
EliminarEs posible que, en algún momento de tu vida, ocurra algo a lo que no le veas explicación ni causa, pero que, pasado el tiempo, te des cuenta que eso provocó que tú cambiaras en algún aspecto o te plantearas algo que no te habías planteado nunca. Y no será nada extraordinario ni, mucho menos, sobrenatural, sino algo normal, corriente, pero que sucedió en un momento en que te hizo reflexionar. No fue casualidad, causalidad tampoco. ¿Que fue, entonces? Quizá te lo preguntes...
EliminarCompletamente de acuerdo, y cada vez fijamos más la vista en lo que nos muestran y pensamos menos por nosotros mismos. Es más cómodo, y los seres humanos adoramos ahorrar esfuerzos.
ResponderEliminarNo es que ahorramos esfuerzos; lo que ahorramos es responsabilidad
EliminarAzar y casualidad...
ResponderEliminarLa idea de que seamos hormigas en un terrario que alguien observa y que elige qué va a ser de ellas... la verdad es que me aterra un poco...
No es eso exactamente. Repasa lo que yo digo y verás que la cosa no va por ahí.
EliminarAlguien mueve los hilos de las cosas que ocurren para que tú las veas, reflexiones sobre ellas y actúes en consecuencia. Libremente.
A veces recién vemos con el tiempo la oportunidad o advertencia que pasó. Otras la intuímos antes que suceda, y otras la vemos enseguida. Está también la ocasión en la que no queremos verlo. Abrazo cariñoso
ResponderEliminarEso exactamente es lo que he querido decir...
EliminarMueven los hilos y nos cambian el decorado. Pensamos que somos libres cuando cada vez lo somos en menor medida.
ResponderEliminarYo no lo veo así. Estamos muy condicionados, pero somos libres. Lo que pasa es que no nos conviene, pues siempre es más fácil dejarse llevar que remar contra corriente.
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