20/11/20

Rescates


Monumento a la Memoria. Cementerio de Granada

      Ya dije en una ocasión que hay veces en que no tengo una opinión formada o, si la tengo, dudo sobre ella. Y este es uno de esos casos. Me explico. 

      Estamos con la hostelería y las tiendas cerradas, por lo que hosteleros y comerciantes protestan enérgicamente y piden subvenciones, “rescates” de sus negocios. Y las Administraciones están propicias a dárselos (otra cosa es que lo hagan), pues saben que, si esos negocios cierran, el personal quedará sin trabajo y habrá que pagar la prestación por desempleo. Pero yo me pregunto: ¿No sería mejor ayudar al trabajador en lugar de al empresario? ¿No es dar por sentado que, si un “emprendedor” monta un negocio, los tiempos buenos serán para él y los malos para las Administraciones? Pregunto, no afirmo. 

      Desde que empezó la pandemia, he pensado varias veces en la cantidad de sanitarios que, en este momento, se estarán arrepintiendo de haber elegido esa profesión, pues no es lo mismo pasar toda su vida laboral con unos horarios, vacaciones, descansos y un trabajo más o menos rutinario, que lo que están viviendo ahora. Lo mismo que un militar puede pasar 30 años en un cuartel o un despacho, pero si llega una guerra las cosas son muy distintas. 

      Quiero decir con esto que la mayoría de las profesiones conllevan un riesgo, que puede presentarse o no, pero que quien las elige tiene que asumirlo. ¿Quién le iba a decir a mi padre, un delineante de Obras Públicas, que se iba a ver dibujando planos con dos guardias civiles armados en la puerta de su despacho, sin saber bien si para defenderlo o vigilarlo? Es posible que sí lo pensara, pues mi padre era pesimista y la guerra in-civil se barruntaba ya cuando se presentó a las oposiciones. No imaginaría la situación concreta, pero sí que algo de eso podría ocurrir y, más aun, cuando vio asesinar al ingeniero Juan Santa Cruz a causa precisamente de unos planos del abastecimiento de aguas de Granada, que consideraron planos para las tropas enemigas que sitiaban la ciudad. 

      Concretando y volviendo al momento presente. No estoy segura de que sea bueno para los emprendedores tener el precedente de que su empresa estará respaldada por Gobierno, Comunidad o Ayuntamiento cuando las cosas se pongan feas. O sea, que emprenderán con un seguro a todo riesgo. Pero como no estoy segura, admito –y ruego- sugerencias y opiniones a favor o en contra.


16 comentarios:

  1. Este es un asunto controvertido. La inmensa mayoría de los bares son personales o familiares, gente que ha metido sus ahorros y algún crédito o préstamo familiar para crear su propio trabajo. Es obvio que no todos ellos son así, pero como digo sí muy numerosos. Esta situación presente es muy difícil por lo novedosa, y el equilibrio entre la salud y la economía muy difícil de mantener.
    Un abrazo.

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    1. Sí, pero antes de esta pandemia habrá habido bares de ese tipo que les haya ido mal y hayan tenido que cerrar perdiendo lo invertido. Por ejemplo, cuando la crisis de 2008, no bajaron mucho los clientes, pero sí el consumo de estos y hubo algunos a los que no les salían las cuentas y tuvieron que cerrar. Pero nadie les compensó ni les rescató y, con la crisis financiera, tampoco pudieron recurrir a los bancos, que habían cerrado el grifo de los créditos, cosa que ahora no ocurre.

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  2. No entiendo nada de economía, pero trato de ver dos cosas, si eres trabajador por cuenta ajena de una pequeña empresa, lo lógico desde mi punto de vista es que ayuden al empresario a salir adelante, ya que si se hunde arrastra consigo a todos sus trabajadores.
    Otra cosa es que los trabajadores autónomos, hostelería, pequeño comercio familiar... sean estos los que reciban las ayudas.
    Habría materia para estar hablando largo y tendido del tema y seguro que no llegaríamos a ninguna solución.

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    1. Lo que yo no entiendo muy bien es lo que dices, pues no se si, al distinguir los empresarios del primer párrafo de los trabajadores autónomos del segundo, te estás refiriendo a los autónomos por cuenta ajena, pues si entramos en el maremagnum de las clasificaciones de los autónomos, ahí si que nos perdemos.

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  3. El asunto es muy complicado, sobre todo porque depende del ángulo del que se mire. Yo creo que no está mal que el pequeño empresario (hay algunos muy pequeños) reciba una ayuda, porque se trata de que sobreviva. Pero los grandes empresarios, que también claman por ayuda, ¿estarían dispuestos a devolver dicha ayuda, de alguna manera, cuando las cosas se normalicen? Ahora, como concepto, a muchos no les gusta el Estado paternalista, porque se inmiscuye en la administración de los negocios, pero cuando las cosas se ponen malas, ahí es cuando claman por ayuda, es decir, por un Estado paternalista. Es complicado el género humano...

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    1. Tu comentario no puede ser más completo y lo suscribo totalmente. Hay quien es muy liberal en las maduras y muy socialista en las duras. Lo que digo arriba: los buenos tiempos para él y los malos para las Administraciones, o sea, para todos nosotros.

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  4. Desde que tengo criterio propio vengo escuchando cómo, año tras año, la hostelería se queja del bajón, de que hay menos turismo (no hablo de las zonas que viven de/por el turismo). Con la pandemia es lógico que con los horarios restringidos también haya disminuido la clientela, aunque por lo que veo (sigo saliendo mucho y voy a las terrazas de costumbre) la gente acude a los establecimientos; hay menos flujo, pero gente hay. En algunos restaurantes sirven comida para llevar (yo hago uso de ese servicio tanto en la ciudad como en el pueblo) y, se quiera o no, es una pequeña ayuda para mantener a flote el negocio.

    No he reflexionado sobre qué medidas se podrían arbitrar, pero también conozco casos de negocios que ya no eran boyantes antes de las restricciones y hete aquí que tropiezo, en un periódico local, con las declaraciones de un hostelero -que en septiembre de 2019 ya comentaba de traspasar el bar- que reclamaba ayuda gubernamental "para no morir de hambre" (palabras textuales); y, a mí, que conozco el historial del bar en cuestión, esa actitud me parece inaceptable.

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    1. En este momento, estamos todavía en pleno proceso de esta crisis derivada de la pandemia, por lo que aún no tenemos suficiente perspectiva. Sin embargo, sí la tenemos de la crisis anterior y entonces pudimos ver como empresas y negocios que se habían forrado en los años del boom de la construcción, echaban el cierre de la noche a la mañana y despedían a los empleados sin indemnización por quiebra o con un juicio para reclamarla que podía durar años. ¿A donde fueron a parar las ganancias de los años buenos? Ni se sabe. Lo que sí se sabe es que los ERE y los ERTE son para el trabajador, no para el empresario, que suele tener sus bienes a buen recaudo para no responder con ellos.

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    2. Pues fíjate que Garamendi, cabeza visible de los empresarios, decía que debía contemplarse un ERTE al funcionariado, para equiparar... Supongo que ni él ni sus antecesores hablaban de equiparar al funcionariado en aquellos años de bonanza empresarial. Y, por supuesto, nada de subir las pensiones...
      Cuando escucho/leo argumentar tropelías se me agua el café.

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    3. En aquellos años buenos, reformé la cocina y, en la tienda donde compré los muebles y los electrodomésticos, tenían lista de espera para hacer el proyecto y había que ir cuando cerraba la tienda para no entorpecer la venta. Yo me vi allí a las 10 de la noche eligiendo donde iba a ir la lavadora... Bueno, pues unos años después, despidieron a todo el personal que yo había tratado y hacían subcontratas. Y poco después, se jubiló el dueño y cerraron. Como decía antes: ¿A donde fueron a parar las ganancias de los años buenos?

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  5. Todo es discutible, cada uno con su verdad o su forma de verla. Los boyantes de siempre tienen un piso e inversiones para pasarlo, los laburantes sencillos de siempre no tienen piso, entrada ni casa y los alquileres hay que pagarlos. Esto se pone feo para los más necesitados. Saludos

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    1. Por eso, me inclino porque las ayudas sean para los trabajadores. Hasta la propia CEOE, los propios empresarios, han pedido que la ayuda se haga a través de desgravaciones y no en subvenciones, para que el dinero no vaya a empresas "zombies". Si se fiarán de ellos mismos...

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  6. Yo pienso que, de momento, la política económica está más interesada en salvar a las empresas que en esperar a que caigan y a continuación ayudar a los desempleados. Está claro que eso parece más lógico: se trata de mantener el tejido productivo durante un tiempo (aunque sea de un modo artificial) y que este siga siendo posteriormente el sostenedor del empleo. En cualquier caso, estamos ante una crisis económica de tal magnitud que, lamentablemente, habrá lugar para todo: muchas de esas empresas a las que se está ayudando con un compromiso de mantener el empleo, se acabarán dando cuenta de que son inviables con ayudas y sin ayudas... y acabarán despidiendo al personal y cerrando. Quizás también porque esta pandemia hará que muchas cosas, muchas necesidades, no vuelvan a ser las mismas nunca más...

    También tendemos a pensar que empresario es una empresa grande, con cientos o miles de trabajadores, nada más lejos de la realidad. En Andalucía el tejido empresarial está formado en la mayoría de las ocasiones por empresas familiares o autónomos con unos pocos empleados.

    Creo, además, que ante la gravedad de la situación, se está utilizando uno de los pocos instrumentos que puede mejorar la situación (aún a costa de hipotecar el futuro de generaciones, algo muy grave), es el llamado "helicóptero del dinero" de Milton Friedman. La imagen que nos trae a la cabeza la expresión, es bien totalmente descriptiva: gobiernos o bancos centrales repartiendo dinero a los ciudadanos y empresas para evitar que la economía colapse. Se trata de mantener su capacidad de gasto y consumo, sin generarles obligaciones financieras. Ya digo, es una situación excepcional y requiere una solución excepcional: sólo el tiempo mostrará si fue o no equivocada.

    Tiempos convulsos....

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    1. Empecé diciendo que este tema no lo tengo claro... y sigo sin tenerlo. Todo eso que dices lo se y comprendo que es necesario en esta situación, pero me sigue quedando la duda de si el "mensaje" que transmite no será dañino a la larga. Vamos, que ese "helicóptero del dinero" está contaminando de ideas equivocadas a los emprendedores del futuro.

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  7. Te olvidas de una cosa. El dinero que se da a los trabajadores es dinero gastado que se pierde. El que se da a los empresarios es dinero invertido y se mantiene en el tiempo. Dicho de otra forma, si el restaurante cierra habrá que dar dinero al camarero (y al empresario, salvo que quieras que muera de hambre) de por vida hasta que se muera, pero si salvamos el restaurante sus clientes podrán pagar al empresario y éste al camarero. Es la eterna disyuntiva entre gastar e invertir. Gastar conlleva una pobreza segura. Invertir, con sus riesgos, llev la esperanza de un enriquecimiento para todos. Todos los que piensan que los empresarios son ricos deberían montar una empresa y ver qué se siente. Menuda sorpresa se iban a llevar.

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    1. No estoy yo tan segura de eso... El dinero que se da a los trabajadores no se pierde, pues lo gastan en consumir y el comercio se mantiene, mientras el dinero que se da a los empresarios, puede ser que lo gaste en mantener la empresa o que vaya a su bolsillo y termine por cerrar. Que todos conocemos casos de esos.

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