Foto tomada de eldiario.es
Empezando el verano, se publicó en la sección de Cartas al Director de IDEAL, una carta que me llamó la atención. La firmaba un señor que escribe con frecuencia y trata diversos temas, pero en esta ocasión trataba un tema personal, aunque de forma distinta a como podría esperarse.
Poco antes se había hablado en el mismo periódico de la llamada “Desbandá”, uno de los hechos más terribles de nuestra Incivil Guerra, y este hombre contaba que su madre la vivió, que en ella perdió toda su familia y solo encontró muchos años después a un hermano tras una larga búsqueda. Una tragedia por la que pocas personas pasan, pero lo notable es que este hombre de lo que se quejaba era precisamente de que los de la Memoria Histórica quisieran remover aquello con afán reivindicativo, quisieran mantenerlo vivo, sin olvido ni perdón. ¿Por qué esta postura cuando se supone que tendría que ser la contraria? Volvamos atrás para ello.
Ocurre que, por sus apellidos, siempre he sospechado que este señor era hermano de un antiguo amigo con el que perdí el contacto, pero ahora esta carta me lo confirma, ya que aquel amigo me contó hace muchos años esta misma historia y me la contó de la misma manera, sin odio, sin rencor. O sea, que estos hermanos conocieron la historia de su madre, pero ella supo transmitírsela de forma que no crecieran con odio, porque sabía que eso podría marcarlos para toda su vida y ella no quería esa carga para ellos. Otras mujeres por la época vivieron tragedias semejantes y callaron después ante sus hijos, seguramente por el mismo motivo, pero ella no pudo, tenía que buscar a su hermano, todos se enteraron, sus hijos también.
Y ahora, tantos años después, uno de ellos escribe una carta en IDEAL pidiendo algo que parece contradictorio, pero que para mí está muy claro. Sencillamente, está pidiendo que nadie eche por tierra la labor que su madre hizo con ellos, probablemente con mucho sacrificio, que nadie levante la polvareda de odio que su madre no quiso.
Hoy, después de un verano de víctimas y verdugos, con tantos motivos para odiar, con tanto odio circulando en redes y medios, yo quiero recordar a esta mujer y a todas las mujeres que han vivido, viven y vivirán tragedias que no quieren legar a sus hijos. Los parieron con amor, los criaron con amor y no quieren odio para ellos.