Con motivo de la celebración del Día de Andalucía el pasado sábado, me he hartado de oír esa aberración lingüística que es lo de andaluces y andaluzas y he pensado con terror en la de cosas semejantes que nos quedan por sufrir a lo largo de este año, en que se empalmará una campaña electoral con otra. La de españoles y españolas, compañeros y compañeras que nos van a caer y, hasta es posible que, en pleno fragor del combate, lleguemos al sublime miembros y miembras, con que nos obsequió aquella ministra de cuyo nombre mejor no me acuerdo.
Feliz Navidad
Hace 1 día
Tengo que estudiarme bien eso de los miembros y miembras que ya no me acuerdo de nada.
ResponderEliminarHan pasado diez años de ese artículo y seguimos con las mismas idioteces.
EliminarNo te puedes ni imaginar lo que me molesta cuando les escucho hablar de esa manera, y es que creo que se olvida que en nuestra lengua al referirse a colectivos mixtos se utiliza el género gramatical masculino, lo que no significa en absoluto que se desprecie al género femenino como parece ser que es lo que piensan ahora muchos y por ello se empeñan en utilizar los dos géneros machaconamente. Luchar por la igualdad de en los derechos de la mujer nada tiene que ver con esto.
ResponderEliminarEs más, yo creo que con eso se pone de relieve que algo pasa con la igualdad de la mujer cuando hay que estar metiéndola con sacacorchos en todo. Es como la cuota en los partidos o en las instituciones, que nos deja con la duda de si una mujer está ahí por valía o porque toca. Y, sin embargo, todos los días ocurren cosas como esta.
EliminarComo usuario habitual de esa fórmula -y sus variantes genéricas-, no la tengo por estrambótica ni excesiva. Las normas de una lengua han de adaptarse a las situaciones de su época y si la Real Academia ha sido capaz de remodelar la ortografía y recoger vocablos de uso generalizado, terminará por dejar en suspenso la supremacía del masculino. Lo ideal, no obstante, es utilizar palabras que impliquen masculino y femenino (gentes, personas, seres humanos) porque, evidentemente, el abuso del -os/-as en el discurso acaba por desvirtuar el mensaje.
ResponderEliminarDicho lo anterior, reconozco que me repatea ese andaluces/andaluzas, españoles/españoles en boca del politiquerío porque, salvo excepciones, no se pronuncian de esa manera para nombrar y/o visualizar a las féminas o por convicción personal sino como vulgarísima estrategia diseñada por las asesorías. Y vaya cómo se nota ese femenino metido a presión en sus soflamas.
Tú lo has dicho, que lo ideal es utilizar palabras que impliquen masculino y femenino, pero en el caso de que no existan, yo no veo razón para forzar la lengua que venimos hablando desde que Nebrija nació en un pueblo de Sevilla. Más o menos. ¿Qué hay que adaptarla a la época? Pues sí, pero ¿resuelve algo esa adaptación en concreto? Yo, como mujer, no me siento más “igualada” porque se me mencione de esa manera. Por otra parte, tampoco creo que utilizar el género masculino para los colectivos sea darle supremacía, sino simplemente lo que la RAE llama limpiar, suprimir lo que es innecesario
EliminarEs que no considero que se fuerce la lengua utilizando el masculino y el femenino si somos capaces de construir una oración aceptable y comprensible.
Eliminar(Y, ojo, que no estoy haciendo proselitismo de una manera de expresarse. Jamás lo he hecho. Creo en la libertad propia y ajena de hacer malabarismos lingüísticos o seguir las normas. El idioma castellano tiene un vocabulario generoso, reconvertible y, desgraciadamente, desaprovechado.)
Supongo que cada uno de nosotros partimos de nuestra forma de expresarnos, tanto verbalmente como por escrito, y yo tiendo a “podar” lo que escribo. Cada vez que repaso un borrador, van cayendo palabras que considero innecesarias y, a más repasos, más palabras que me sobran. No es extraño entonces que traslade mis podas a lo que oigo o leo.
EliminarLa igualdad es otra cosa que nada tiene que ver con la gramática. Quien se conforma con la reiteración es que tampoco se siente capaz de reivindicar sus verdaderos derechos.
ResponderEliminarYo creo también que, para los políticos, es una forma de cerrarnos la boca.
EliminarEn Gramática se llama género animado a la propiedad de cambiar de masculino a femenino arbitrariamente según usos y costumbres y ello es una herencia del Latín.
ResponderEliminarAsí tenemos la palabra "silla" femenino cuando es pequeña y "sillón" masculino cuando es grande; "leño" masculino cuando es singular y "leña" femenino cuando es plural; "impresor" masculino cuando es humano "impresora" femenino cuando es objeto.
Para quienes tuvimos educación dirigista y rígida seguramente nos resulta chocante escuchar eso de españoles y españolas, maestros y maestras. Nos queda claro que cuando se dice "los presentes en esta sala" se esta refiriendo a ambos géneros y cuando se dice "las presentes en esta sala" no. Pero ¿Es esto lógico? Las grandes discusiones en la academia de la lengua siempre tienen origen en este punto: la lógica del lenguaje y como este no encuadra en una ciencia exacta, es el tiempo y el uso el que termina imponiendo un modismo. En latín, que por falta de uso se puso rígido y murió, no había discusiones sobre esto y en el nombre de este blog hay un claro ejemplo en la palabra "Senior".
La Lengua Castellana arrastra, campanuda, en sus acepciones las actitudes de siglos. Y entre esas actitudes se halla la del sexismo. Pero que una lengua mantenga, por tradición, determinados formulismos trasnochados, no implica que las personas hablantes y/o escribientes hayan de seguir ese mismo código, entre otras razones porque, demostrado está, la Real Academia va siempre a remolque de la realidad.
ResponderEliminarNo se trata de reivindicar la igualdad con el diccionario en la lengua o las yemas de los dedos sino de hacer uso de esa riqueza que la propia lengua nos proporciona. Porque si de lo que se trata es de defender el "ahorro expresivo" tendremos que lanzar vivas a los sms. Y no. De lo que se trata, pues, es de usar la lengua adaptada a nuestra propia actitud, de tal manera que llamar a Susana Díaz mujer pública tenga idéntica consideración al hombre público en referencia a Moreno Bonilla, y no el sentido peyorativo que se le ha venido dando desde... ni se sabe.
Las lenguas viven y evolucionan por el uso que de ellas hacen sus hablantes. Y cuando las palabras toman consciencia en nuestro cerebro transmitimos una actitud al pronunciarlas.
...e insisto: Me rechina el andaluces y andaluzas en según que bocas. Suena a pitorreo.
ResponderEliminarMe temo que me he metido en un jardín muy florido sin la formación suficiente para manejarme en él, pero solo trataba de poner de relieve que me fastidia, me cansa y me parece inútil esa repetición del género que se está imponiendo. Varias cosas de las que decís serían discutibles, pues, por ejemplo, una silla no tiene por qué ser más pequeña que un sillón y así tenemos la silla gestatoria bien grande y el sillón de bebé bien pequeño, lo mismo que se le llama sillería del coro a una hilera de sillones muy aparatosos. Por otra parte, limpiar la lengua de repeticiones innecesarias no es dar vía libre a una comunicación en SMS o whatsapp, aunque vayamos camino de ello, ni podemos entrar en los sentidos peyorativos porque, entonces, estamos perdidos si damos el salto al otro lado del charco.
ResponderEliminar¿Por qué en un jardín...? Simplemente has publcado un post interesante donde has expuesto tu hartura ante una manera de expresarse de la que ciertos políticos abusan en periodo electoral y/o cuando pretenden que creamos en su enoooooooorme preocupación por el elementos mujeril (oiga, que las mujeres votan y vamos a darles coba). Tú opinas. Nosotras y nosotros opinamos. Nadie necesita formación específica, creo yo. ¿O no te parece así?
EliminarBueeeeno... Ese nosotras... Hasta ahora no ha comentado más que una mujer, así que el plural sobra.
Eliminar(Es broma. Luego sigo, que ahora tengo que ausentarme de la tertulia)
Me refería anoche a que nos estábamos metiendo en un debate lingüístico para el que no me siento preparada y nunca -o casi nunca- hablo de lo que no se. Puedo opinar, por supuesto, a nivel de calle puedo discutir algunas de las cosas que habéis dicho, pero no entrar en profundidades.
EliminarPero la lengua es la herramienta que nos relaciona y es lógico que nos interese su manejo, independientemente de nuestros conocimientos filológicos. Cada punto de vista es un matiz enriquecedor.
EliminarPero, en mi caso, pueden ser matices subjetivos.
EliminarComentaristas y comentaristas todos, para no escuchar tonterías lo mejor es no encender la tele, especialmente en un año electoral como éste. Como aquí no puedo ver los documentales por la zona geográfica me conformo con Días de Cine como único programa. Además, lo veo por Internet. La radio la pongo cada vez menos y de los periódicos sólo leo los titulares. El caso es que soy más feliz.
ResponderEliminar¿No será comentaristos y comentaristas? Yo ya estoy hecha un lío con este asunto...
EliminarEl maldito corrector, que se mete por medio sin avisar...
EliminarTambién podía ser que hubieras puesto de relieve que se puede hablar en masculino terminado en a.
EliminarContra el uso del llamado lenguaje inclusivo en su variante más radical está lo pragmático que no es otra cosa que la economía del lenguaje, aún cuando con ello se pierda en calidad de significado. No se mucho de otras lenguas, más allá del francés´el euskera o el inglés, pero me parece que las que más cargan de género a su diccionario son el castellano y el francés, es decir, en las otras lenguas que menciono, hay muchos sustantivos sin género... A lo que voy es a que, sin tener demasiada idea de todo esto, considero que por comodidad, economía y efectividad, sería quizá mejor buscar la inclusión a través de los términos neutros.
ResponderEliminarDecimos que hablando se entiende la gente. Si nos hemos entendido siempre utilizando el masculino para los colectivos, ¿para que cambiar? La lengua tiene su propia evolución que viene del uso, del pueblo que la habla, pero en este caso el cambio ha venido de arriba, se ha impuesto por ideología no por uso. Yo no me imagino a los que oyen los discursos en la plaza del pueblo diciendo: Han venido los politicos y las políticas a presentar a los candidatos y las candidatas.
EliminarAndaluzas es una hermosa palabra, recia y dura, pero con un sonido armónico y cristalino. Además, evocadora donde las haya, (con "y" y con "ll"), mucho más que Andaluces. Cuando ambos se unen para un destino y comparten penas y alegrías, y evocaciones mutuas, se dicen andaluces. Y, quienes los separan escribiendo, "andaluces y andaluzas", es que los quieren separar porque les conviene, tenerlos así, separados, y reñidos verbalmente al menos.
ResponderEliminarBonito comentario, sí señora, que se agradece. Andaluces, andaluzas, Andalucía... Pena que los indígenas lo pronunciemos tan mal o de tantas formas diferentes, que en vez de ocho provincias parecemos ochenta. Hasta tuvimos un presidente que decía Andazulía por su dislexia...
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