Me refiero a la semana pasada, cuando en los comentarios hablaba de que “podo” mi prosa quizá demasiado. Pero no siempre fue así. Veamos.
Allá por los años dorados, yo tenía una prosa muy barroca, influenciada por los escritores que leía entonces y, sobre todo, por un periodista que luego fue famoso y con el cual había tenido una pequeña historia antes de irse a los Madriles en busca del triunfo. Una prosa con un adjetivo delante y otro detrás de cada sustantivo, con metáforas y retruécanos por doquier. Pero, mira por donde, a un amigo locutor de radio le encargan un programa de presentación de discos sin que él tenga ni idea de música “moderna”. Era la época en que los locutores de estas emisoras locales hacían de todo y lo mismo servían para un roto que para un descosido, así que el amigo, sabiendo que yo estaba por entonces bastante puesta en el tema, me pide ayuda y me propone que yo le escriba los comentarios a los discos y él me “pagará” con algún disco de los que regalan las discográficas a las emisoras y al personal. Y empiezo a escribir aquellos comentarios partiendo de la solapa del disco y con lo que buenamente se del asunto.
Ya en el primer programa me di cuenta de que aquello no funcionaba, que mi forma de escribir no encajaba con un programa así, que mi prosa no servía para ser leída en voz alta a través de las ondas. De modo que empecé a podarla. Suprimo adjetivos, acorto oraciones en las que mi amigo se quedaba sin aire, quito de aquí y de allá hasta dejarla en el puro esqueleto. Y como, por entonces, la poesía estaba también en mi vida, las metáforas y demás florituras las reservé para ella. Y en esas estamos todavía.
O sea, recordando a don José: yo soy yo y mi historia.
(Ay, ay, ay... qué puedo opinar si hago todo lo contrario...)
ResponderEliminarLa prosa contenida, fácilmente recorrida por la vista y claramente absorbida por el cerebro, es la ideal para ser leída en voz alta, sin las digresiones de las subordinadas y las pendientes de adjetivos que dejan sin resuello a quien pretende transmitir oralmente el mensaje.
(Pero, apreciada prosista, deja que, de vez en cuando, podamos deleitarnos también con esos poemas que con tanto celo guardas.)
No te preocupes por tu prosa, pues nadie se va a poner a leerla en voz alta mirando a la pantalla. En cuanto a mi poesía, algo hay repartido por el blog, más un viejo proyecto de otro blog de entrada restringida, que nunca he llevado a cabo. Pero primero tendría que pasarla a formato digital, que eso sí que es un proyecto viejo, de cuando tuve mi primer ordenador nada menos...
EliminarNo me preocupa; únicamente comparaba dos estilos de escritura opuestos.
EliminarSobre tus escritos poéticos deberías animarte y pasarlos al ordenador; de ahí a un espacio web hay menos trecho...
(Blogger vuelve a renegar de mi cuenta...).
Quizá no los he pasado al ordenador porque se que el trecho a un espacio web es enorme, tan grande como el que me impidió publicar en papel cuando me lo propusieron.
Eliminar(A ver cuando vuelve el siamés...)
Creo la escritura se debe de hacer dependiendo de lo que se quiera transmitir, hay veces en que debe de ser escueta, sin florituras que la alejen del mensaje, mientras que otras veces todas esas florituras la adornan pues no llevan un mensaje específico y sólo sirven para mostrar la belleza del lenguaje y la habilidad del escritor. El buen escritor es el que sabe elegir en cada momento cual es la forma mas adecuada para conectar con los lectores o los oyentes y ser entendido.
ResponderEliminarPero lo normal es que vayamos forjando nuestro estilo a lo largo de la vida, aunque haya veces que intentemos acomodarlo al medio que estamos utilizando.
EliminarSi ya de por sí es difícil escribir bien, más mérito tiene saber adaptarlo a las circunstancias. No estamos acostumbrados a leer en voz alta, pero quizás sería una buena idea para empezar a quitar palabras innecesarias, por no hablar de signos de puntuación, habitualmente mal ubicados. El arte de juntar palabras requiere de talento, pero también de mucha práctica y estudio. Una cosa es escribir bonito y otra, hacerlo bien.
ResponderEliminarEn eso también nos vamos creando un estilo, pues, sin caer en grandes errores gramaticales, cada uno maneja la puntuación a su modo, lo mismo que también hablando manejamos las pausas. Durante muchos años hice transcripciones de conferencias y aprendí que no tenía más herramienta que la puntuación para llevar al papel las pausas, los gestos, toda la expresión corporal del que hablaba, pero también pude ver que a cada persona tenía que puntuarla de forma distinta porque su forma de hablar no tenía nada que ver con la anterior.
Eliminar(Ejemplo al canto: Después de distinta correspondería una coma, pero yo hablando no hago pausa ahí.
Yo nunca he necesitado podar mi prosa ya que nunca ha crecido. Siempre ha estado constituida por una docena de palabras de las que entendemos todos y como mis conocimientos en lenguaje y estilo no han dado para más, no he sabido nunca hacer florituras con las palabras.
ResponderEliminarPues mira que bien has desarrollado la metáfora...
EliminarPode usté lo que quiera que paeso es suya la viña.
ResponderEliminarYo le leo mu ricamente, y mientras podamos seguir leyéndola, una poda tras otra, es que seguimos aquí rebrotando letras
un saludo
Que no es poca cosa en estos tiempos rebrotar letras hasta emular esos verdes campos bañados por el sol de los que habla la mejor canción de ese disco de ahí arriba..
EliminarAunque, ahora que me fijo, por aquella época no sabíamos inglés ni para las carátulas de los discos...
EliminarPor eso eran dos: uno él, Ortega, y otro sus circunstancias, Gasset. Así nos pintan a nosotros nuestras vivencias y en alguna cosa de las que ha escrito le diré que me traen algún recuerdo parecido en mi época en aquello que se llamaron "radios Piratas" o "Radios Libres" que tiempos... En cuanto a lo de escribir, supongo que es como andar en bici, y a medida que se hace, se puede ir mejorando, y así es que usted lo hace tan ricamente.
ResponderEliminarSalud!
Estas emisoras tenían poco de piratas y menos de libres, pues estábamos en pleno imperio del general y la libertad brillaba por su ausencia.
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