Hace ya algún tiempo, veíamos aquí la recreación de una conferencia que pronunció Federico García Lorca en Buenos Aires. Hoy, cuando conmemoramos el V centenario del nacimiento de Santa Teresa, quiero recordar otra conferencia de esa misma visita a la ciudad argentina, pronunciada el 20 de octubre de 1933 en la Sociedad de Amigos del Arte de Buenos Aires y en la que el poeta habla de la santa diciendo:
Recordad el caso de la flamenquísima y enduendada Santa Teresa, flamenca no por atar un toro furioso y darle tres pases magníficos, que lo hizo; no por presumir de guapa delante de fray Juan de la Miseria ni por darle una bofetada al Nuncio de Su Santidad, sino por ser una de las pocas criaturas cuyo duende (no cuyo ángel, porque el ángel no ataca nunca) la traspasa con un dardo, queriendo matarla por haberle quitado su último secreto, el puente sutil que une los cinco sentidos con ese centro en carne viva, en nube viva, en mar viva, del Amor libertado del Tiempo.
La conferencia se titula Teoría y juego del duende y no la enlazo porque está en la Red en numerosos sitios y en varios formatos, pero os recomiendo que la leáis si queréis disfrutar de un texto lleno de vida, poesía y “duende”. Lo mismo que os aconsejo alguna lectura de aquella monja carmelita del siglo XVI, Teresa de Ávila, que, independientemente de que la Iglesia la subiera a los altares, fue una mujer notable y una escritora de gran valía.
Que Santa Teresa fue una persona especial, no hay duda, no se si "flamenquísima y enduendada" son los adjetivos que mejor le cuadren, pero desde luego no fue una mujer que siguiera las normas establecidas en su época para el género femenino.
ResponderEliminarSu poesía no me es desconocida.
Si por flamenca entiendes a alguien con traje de lunares y bailando sevillanas, desde luego que no, pero leyendo la conferencia de Lorca se ve por donde va. Por algo se titula Teoría y juego del duende.
EliminarPor supuesto que ni se me pasó por la cabeza que lo de definirla como flamenquísima tuviera nada que ver con traje de lunares y bailando sevillanas.
EliminarNo me imagino a la santa de tal guisa, pero sí la tenemos como una virgen barroca.
EliminarY qué duende el de Lorca, guiando con su voz a los privilegiados oyentes por ese territorio histórico del arte donde renacen de la muerte, con sus obras siempre vivas, Quevedo, Teresa de Cepeda, Goya...
ResponderEliminarLa vida de la de Ávila -lo que se conoce, lo expresado por ella misma y lo que se supone- es un recorrido que nunca decepciona. Qué obcecación impagable la de esa mujer. Qué narices, vaya.
Un profesor de esta Facultad de Teología decía que santa Teresa era "una mujer de pelo en pecho".
EliminarTuvo que ser un personaje rompedor con muchas de las convenciones de su tiempo, de gran carácter e impresionante capacidad de liderazgo. Es una santa, se lo digo desde la orilla de la frontera que a nuestros vecinos franceses -tan laicos, pero tan católicos-, les provoca tanta envidia, como lo han hecho Goya, Picasso y Almodóvar, que tuvieron que inventarse a su Teresa de Lisieux...
ResponderEliminarTan rompedora, que entró en el convento para escapar del destino de amas de casa de las mujeres de su época y condición y poder tener contacto con los libros, por lo que su mayor desgracia fue cuando la Inquisición le arrebató los libros de su convento y la dejó como a las personas-libro de Ray Bradbury, hablándole a sus monjas de memoria de lo que había aprendido en ellos.
EliminarEsta semana de solamente dos días, no me da tiempo para leer casi nada, pero no obstante a esta Santa casi la conozco en persona.
ResponderEliminarPues como ya conoces a la santa, puedes leer la conferencia de Lorca, que es más leve y divertida.
EliminarSiempre he pensado que la monja que se la encontró levitando se debió llevarse un susto tremendo. También se me ocurre que Santa Teresa debería ser la patrona de la aviación en vez de la Virgen de Loreto.
ResponderEliminarMejor sería Santiago, que murió en Jerusalén y los gallegos dicen que está enterrado en su tierra. Menudo viaje...
EliminarEn una barca de piedra, ni más ni menos.
EliminarO teletransportado el difunto.
EliminarLa conferencia no tiene desperdicio, aunque yo definiría el duende más como un don que como un poder. Algún día echaré mano a alguno de sus libros y me desquitaré, pero habrá de ser cuando tenga la mente más despejada.
ResponderEliminarDice el Eclesiastés que hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa.
EliminarLo dice muy sabiamente, por cierto.
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