19/4/15

Salvadores de la Humanidad






     Allá por los finales del franquismo y principio de la transición, en una época apasionante en la que los acontecimientos se sucedían vertiginosamente, yo viví también al ritmo que marcaba el momento. Estaba la lucha política y cien asociaciones, comunidades de base y grupos, que se encadenaban unos a otros ocupando mis tardes y hasta mis noches sin dejar ni un minuto libre. Pero yo me sentía haciendo un gran servicio a la sociedad, me sentía poco menos que la salvadora de la patria, hasta que un día ocurrió algo que me hizo replantearme las cosas y preguntarme qué estaba haciendo con mi vida.

     Una tarde, que salía de una reunión a las ocho y tenía que estar a las ocho menos cinco en otra, en la que no podían empezar sin mí porque llevaba unos papeles que eran necesarios, cruzaba Puerta Real a todo correr cuando me encontré con una conocida que me paró y empezó a contarme lo mal que se sentía y lo desesperada que estaba. Agobiada por mi prisa, la interrumpí diciéndole que por la noche la llamaría y podríamos hablar  con más tranquilidad de sus problemas y salí corriendo, dejándola con la palabra en la boca y gesto angustiado. Cuando volví a mi casa, efectivamente, la llamé, pero no me respondió al teléfono, repetí un rato después y tampoco, por lo que me dio por pensar que dado lo desesperada que decía que estaba podría haber hecho algún disparate al ver que nadie le prestaba atención. Ya os podéis imaginar la noche que pasé pensando que yo tendría parte de culpa si a aquella mujer le había ocurrido algo y decidí que mi vida no podía seguir así, que el ritmo en el que había entrado era excesivo y, sobre todo,  pensé que por servir a la sociedad estaba abandonando a las personas. Así que disminuí la actividad, fui dejando cosas y me di cuenta de que todas podían funcionar sin mí, que no era tan necesaria como creía, que la sociedad y el mundo podían pasarse perfectamente sin que yo impulsara su marcha.
      

12 comentarios:

  1. A veces, por atender a lo mucho abandonamos a lo poco, a lo más cercano. Pero tampoco es cosa de pensar que el mundo puede funcionar si nosotros, todos somos necesarios para hacerle caminar, lo que pasa es que tenemos que controlar la medida de nuestra colaboración no vaya a ser que nos ocurra eso de que quien mucho abarca poco aprieta, cuando sólo vemos el conjunto y dejamos de ver la individualidad, lo más cercano, puede ser que nuestros esfuerzos no sean todo lo productivos que habíamos deseado.

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    1. Después de esto y a lo largo de los años, he podido ver como hay personas que no llegan nunca a la conclusión que yo llegué y siempre anteponen su servicio a la sociedad. Lo he visto, lo he sufrido y no me ha gustado.

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  2. Hay muchas formas de "servir a la sociedad" o de sentirse "realizado" Cada uno ha de descubrir la suya, y, en la medida de lo posible, intentar lograrlo, lo que no siempre es fácil. En cuanto a lo de ser imprescindibles, ya se encargan las empresas de mostrarnos que no, que nadie lo es.

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    1. Pero es necesario que nosotros lo asimilemos, que no nos venga de afuera como algo impuesto.

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  3. La eterna lucha entre lo individual y lo colectivo... Sin duda, estamos más unidos a las personas y somos más sensibles a lo que les pasa como individuos. Más aún cuando nos une a ellas algún tipo de relación. Entiendo que muchas veces, el ánimo de ayudar a estas personas -de manera individual-, puede derivar con el tiempo en la dedicación a fines colectivos. El problema está en que puede pasar lo que cuentas: que creemos olvidar a las personas y sus problemas personales... Por no hablar claro está, de uno mismo...

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    1. Lo que hay en el fondo es que es más fácil lo colectivo que lo individual, es más fácil luchar por el 0,7% del Tercer Mundo que atender a la vecina de al lado que nos cae fatal. Más fácil y más gratificante.

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  4. Nadie es imprescindible y sin embargo en ocasiones nos comportamos como si lo fuéramos, en mi caso concreto hasta el año 1978, me comportaba casi de igual manera.
    - Jubi que ocurrió ese año.
    Que ante una petición rápida de ayuda, o de colaboración se me contestaba "Ahorita mismo te lo hago" por lo que tuve que ir recapacitando y cuando volví a España, cambié bastante mi forma de pensar y actuar.

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    1. Todos tenemos a lo largo de la vida varios momentos en los que recapacitamos y cambiamos de dirección.

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  5. Esa sensación tuya es idéntica a la de quienes se embarcan en todos los proyectos borrando el NO de su vocabulario. Son esas personas de quienes el resto aseguran que "mira que bien se organizan que les da tiempo para todo"; pero no es cierto, porque todo ese tiempo cedido en exclusiva a la comunidad siempre es a costa de la renuncia a los momentos personales, esos de los que no se puede prescindir porque conforman el entramado de la propia vida.

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    1. Algunas veces, es posible que la persona que pretende tener ocupadas las 24 horas del día, lo único que busca es huir de sí misma, no encontrarse a solas con su propio yo.

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  6. Tiene razón, el mundo no necesita de usted,
    nosotros si.
    Deje en paz al loco mundo, e intente, iluminarnos a nos, luego... si le queda tiempo, puede cenar y dormir.

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    1. Esto merece meter la mano en un cajón y sacar un papelito escrito a lápiz como el que saca el número de una rifa. Descifrarlo y darlo a luz en la pantalla.

      Amigos, no os extrañe que cante a mi manera
      esta canción antigua de amor y desengaño,
      la triste letanía de las palabras idas,
      el renacer violento de un remoto pasado.

      Amigos, no os asuste que trate de estar viva,
      que intente respirar desde que me levanto,
      que conforme mi cuerpo con el color de un sueño
      y extienda bien abiertas las palmas de las manos.

      Pero es mentira todo, y lo se, no me engaño.
      Estoy tan sola, amigos, que no oigo ni mis pasos.

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