Hoy es un día grande en Granada, pues sale la procesión de la Patrona, la Virgen de las Angustias, y con ese motivo se instala muy cerca de su iglesia una feria de frutos de otoño y de las típicas “tortah de la Vihen” (dialecto granaíno).
Pero no voy a hablar de la Patrona ni tampoco de esa feria, sino de un poema de José Carlos Gallardo, a quien ya conocéis los visitantes de este blog y del que a final del mes que entra se cumplirán diez años de su muerte. Pertenece al libro Hombre Caído, escrito muy joven durante una larga estancia hospitalaria, y el poema que vamos a leer, probablemente, en la fiesta de hoy, en la del Corpus o en otra menor, ya que se titula FIESTA OÍDA. Oída desde el hospital, ese hospital donde un hombre en una cama tiene los brazos fuera de la vida, como dice en otro poema.
FIESTA OÍDA
Muy lejos de esta noche ríen los cohetes.
Tan lejos, que los oigo.
La fiesta es tan lejana que la siento.
Las muchachas, oscuras, en túneles de hombres;
tan distantes, que yo las veo,
casi las palpo: “aquí, el amor; aquí, la vida”.
Y ya las tiento: “aquí es una muchacha
crecida para esta fiesta”.
¡La fiesta!
¡Aquí está la fiesta, brillante!
El ruido está pegado a las fachadas,
cuatro hombres tiran de la gente
y la reparten como cuatro ríos.
¡La gente!
Aquí viene la gente con las caras
cubiertas de sonrisas,
con la fiesta en las manos,
haciendo y deshaciendo gestos, risas,
pisándose la voz.
Hay quien trae su lujuria en vez de una sonrisa.
(En los labios se llevan muchas cosas,
desde besos hasta mujeres muertas)
Pero es la fiesta.
¡Aquí está la lujuria!
Tan lejos como estaba, y aquí está.
Tan solo como estaba; tan enfermo, y ya tan lejos…
He de cerrar después todas las puertas
que han aprendido sangres y pañuelos.
Recoger corazones de la calle
antes de que los pisen.
Y oír después mi soledad desde allí,
desde la fiesta,
de tan lejos como estaba, amigos,
¡con la de cosas
que llevaba en los labios!...
Si ya de por sí los hospitales me parecen deprimentes (por muchos esfuerzos que se hagan actualmente de darles otro aire) debe ser muy duro oír los cohetes y las risas de la gente estando postrado en una cama. A veces creo que las fiestas son como catapultas en las que subes y consigues así llegar a la siguiente, saltando el foso de la inanidad.
ResponderEliminarY el hospital en el que estuvo Gallardo era el más deprimente de todos. Por las características de sus enfermedades y sin los avances que ha habido luego en la Medicina, pocas personas de las que allí ingresaban salían vivas después de años de estar aisladas de todo, no solo de las fiestas. Tuvo que ser tremendo para un chico joven verse allí y con tan pocas esperanzas de vida, pero la poesía que llevaba dentro lo ayudó a salir adelante y por sus poemas pasa la enfermedad y la muerte, muchas muertes, incluso la de un niño en “Elegía a un niño de 10 años”.
EliminarNo merecías la carne fría, el cuerpo
sin poderlo vivir, la boca así,
sin probar una risa, sin reírla.
Una fiesta alegre de gastronomía que humedece el paladar de quien se asoma a las imágenes o al recuerdo... Y un hombre físicamente desaparecido que revive en la memoria y en las letras. Y es que los festejos siempre traen una cierta nostalgia de risas y voces que un día fueron y estuvieron. Y permanecen. Porque nadie muere del todo cuando forma parte de la historia personal.
ResponderEliminarEste libro –Hombre caído- me lo dedicó en el año 1955, así que ya ha habido fiestas desde entonces, pero en muchas de ellas me he acordado de este poema, sobre todo si he pasado por un hospital. Y me acuerdo también cuando yo misma ya voy viviendo pocas fiestas y son también para mí fiestas oídas.
EliminarSabemos que primero es el silencio.
Sabemos que silencio es todo el día,
(silencio es este plato melancólico)
¡No calléis para estar en más silencio!
Hermoso poema, alegre desde la distancia descriptiva y triste a la vez, es como la virgen de las angustias, peazo nombre.
ResponderEliminarEse nombre, Angustias o María Angustias, antes era muy corriente en Granada, rara era la familia que no se lo ponía a alguna hija, pero ya se va usando menos.
EliminarEn el instituto había una docente con ese nombre, María Angustias; pero entre el alumnado, con toda la sorna y retranca aragonesa que suple a la guasa andaluza, se la conocía como La Agonías.
EliminarNo me extraña. A nosotros nos parece normal porque estamos acostumbrados a oírlo, no solo aquí sino en muchos pueblos de la provincia que también tienen de Patrona esa advocación de la Virgen, pero la verdad es que es un nombre triste, tan triste como el que tenía mi madre y que no quiso ponerme a mí precisamente por eso.
EliminarEscuchar la fiesta desde la cama de un hospital es que debe de ser una prueba muy fuerte... Incluso para los que no somos muy de fiestas....
ResponderEliminarSaludos!!
Supongo que solo oiría los cohetes lejanos, pues pocas fiestas había entonces donde estaba el Hospital de San Lázaro.
EliminarYa me he perdido otra fiesta, bien es verdad que suelo huir de ellas. Ayer fue el pregón de las fiestas de Pilar, "Siete voces por la igualdad y un futuro mejor" discurso en clave feminista de las pregoneras, que simbolizaron a "la mujer anónima de Zaragoza".
ResponderEliminarEscuché un poco por la tele, pero sinceramente si hubiera estado en un hospital, seguro que hubiera deseado con todo mi corazón asistir a este evento.
Es normal que a ti y a mí no nos apetezcan las fiestas, pero para un hombre como J.C. Gallardo, que estaba empezando a vivir, resultaría de lo más amargo oírlas a distancia. Sobre todo, pensando que en las siguientes fiestas ya no oíría ni los cohetes...
EliminarUn poema maravilloso, una triste añoranza toda una vida en versos y un final maravilloso. Gracias. Beso
ResponderEliminarEn YouTube hay varios vídeos de este poeta y, de ellos, te enlazo uno porque, entre poema y poema, habla de tu país, donde él vivió y murió.
Eliminarhttp://www.canalnorte.org/videos/3749/jose-carlos-gallardo-en-tertulias-de-autor-con-manuel-lopez-azorin-