12/4/21

Mejor sin nosotros




      Me encuentro a la hija de un antiguo amigo, le pregunto por su padre y me cuenta, con un punto de contrariedad en la voz, que desde que murió su madre está muy desanimado, que no quiere salir y que, si lo sacan a comer un sábado, está deseando volver a su casa. Luego, aumenta la irritación en su voz cuando me dice que nada le interesa, que la televisión no le gusta, no quiere ordenador y ni siquiera toca el móvil que le regalaron, por lo que pasa el día sentado en su sillón, sin hacer nada y mirando no se sabe donde. Y concluye diciendo: Creo que lo único que quiere es morirse…

      Entonces, yo le contesto:

      -Probablemente. Él sabe que vosotros, sus hijos, no lo necesitáis ya, que tenéis vuestras vidas plenas, tenéis pareja, hijos, una profesión… Trabajó mucho para que eso fuera así, pero ahora ve que ya no os hace falta para nada y que solo es un engorro, alguien que hay que acompañar al médico y hacer equilibrios con el horario para llevarlo a vacunar. En su lucidez, sabe que cuando muera lo lloraréis porque es vuestro padre y lo queréis, pero es consciente de que, en el fondo, estaréis mejor sin él. Por eso quiere morirse, porque su vida ya ha perdido sentido, ya no tiene razón de ser.

      Por la noche, hablo con una compañera del colegio que vive en otra ciudad y me cuenta lo inútil que se siente desde que empezó la pandemia. Antes, reunía a sus nietos en su casa los fines de semana, era una paliza cuidar de todos y darles de comer, pero le gustaba ver como sus hijos disfrutaban de un poco de libertad para ir a un espectáculo o un museo y, por otra parte, los nietos trataban unos con otros, hacían una piña entre ellos y estaban deseando que llegara el finde para jugar con los primos en casa de la abuela. El domingo por la tarde, cuando los recogían sus padres, estaba reventada, pero satisfecha de haber sido útil a sus hijos y sus nietos.

      Pero llega la pandemia, ella es anciana, de mucho riesgo por las enfermedades que ha padecido y padece, y como es lógico, los hijos la protegen no apareciendo por su casa más que para hacerle algún recado o llevarle la compra. Y los nietos… nada, pues es difícil controlar que no abracen a la abuela. Pasa un mes, otro, un año, ve que sus hijos han resuelto sus salidas de otra forma y que los nietos están distanciándose entre ellos, que ya los primos no son tan amigos y otros ocupan su lugar. Y ella se siente inútil, vacía, su vida ha perdido también su razón de ser. ¿Desea la muerte? No lo se, pero la veo abatida como nunca la vi e insinúa algo parecido a lo de antes: que se siente una carga para sus hijos y que estarían mejor sin ella.

20 comentarios:

  1. No he llegado a ese estado y ojalá que no me toque vivirlo nunca. Precisamente en el punto en el que me encuentro, mayor, con ciertas limitaciones, pero todavía junto a la mujer que me dio la vida y el amor, es el momento de hablar y meditar sobre estos asuntos. Tenemos que fortalecernos para saber afrontar aquello que nos toque vivir, aunque no sea placentero; pero vida es todo desde el nacimiento a la muerte.
    Un abrazo.

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    1. Que nuestro caso particular sea distinto no debería cerrarnos los ojos a la realidad que nos muestran los economistas hablando del problema de las pensiones, la sanidad del gasto sanitario, los psicólogos de la soledad de los viejos, los sociólogos de la falta de residencias y ayuda a domicilio... Somos un problema más que otra cosa y la sociedad estaría mejor sin nosotros, reconozcámoslo. La sociedad, la familia, todo nuestro entorno ganará cuando nos vayamos. Y quizá esta pandemia ha venido para eso...

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  2. Ese Mejor sin nosotros es fruto del desánimo, es un sentimiento que tienen algunas personas mayores, incluso sin la pandemia de por medio, porque se sienten una carga para sus familiares. Cuando la vejez convierte en dependientes a las personas, asoma la frustración, la sensación de ser un estorbo... Pero es una falsa apreciación porque el hijo/la hija que atiende al padre/madre con cariño no hace sino devolverles los cuidados recibidos, demostrarles su amor y su respeto.

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    1. No es necesario llegar a ser dependiente para sentirse así, ni tampoco tener hijos y darles demasiada tarea, pues en los dos casos que describo, los hijos se limitan a lo mínimo, ya que el amigo tiene una señora que lo cuida día y noche y la amiga se basta a sí misma con solo la ayuda de alguien que le limpia el piso una vez por semana y uno de sus hijos que le lleva la compra cuando hace la suya. Se trata más bien de que,cuando te haces viejo/a, te das cuenta de que ya aportas poco -o nada- a la sociedad y a las personas que te rodean, que algunas veces son personas queridas a las que quisieras darle lo mejor, pero ya no puedes, ya no está en tu mano darles lo que necesitan. Como esa amiga, que ya no puede hacer por sus hijos y nietos lo que antes hacía. Esa es la frustración: no poder dar. Y sin dar, la vida ya no tiene mucho sentido.

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  3. Me siento muy desanimado, la pandemia está haciendo mucha mella en mi, no como el señor que comentas, pero sinceramente me está afectando mucho y por supuesto ha trastocado mucho mi vida.

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    1. Ese señor es mucho mayor que tú porque es también mayor que yo. El caso es que ninguno estamos como antes de la pandemia, entre otras cosas porque cada año que pasa empeoran los achaques... o llegan unos nuevos. Al menos, esa es mi experiencia en este año y pico que llevamos y la verdad es que eso no ayuda precisamente.

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  4. Complicado asunto, ¿cierto? pero creo que son cosas diferentes. Una es quedarse sin la presencia de la familia por causa de la pandemia y otra distinta es quedarse sin la pareja de toda la vida. De esto último he conocido personas que no sobrevivieron un año. Esto de la pandemia, en cambio, habrá que aguantarlo hasta que pase, tratando de mantener el espíritu en alto. Lo de los achaques, con pandemia o sin ella van aumentando día a día, inevitablemente.

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    1. En estos dos casos, más que la ausencia de sus parejas, lo que les tiene mal es no sentirse útiles, y eso vale también para los que no hemos tenido hijos. No saberse útiles, necesarios, ser conscientes de que, cuando faltemos, la vida de los que nos rodean seguirá igual o, incluso, mejor.

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    2. Yo me siento inútil a veces, ya no puedo ni ir a comprar el pan en la esquina sin quedar exhausto, pero hay que asumir lo inevitable.

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    3. Decimos que asumimos esto o lo otro, pero no es verdad, nos mentimos a nosotros mismos. Asumir es aceptar y lo que hacemos es aguantarnos porque no nos queda otra, pero, en el fondo, nos bulle la rebeldía y el deseo irrefrenable de que las cosas sean distintas... o vuelvan a ser lo que eran. La pérdida nunca se asume; se soporta solamente. Y con dolor.

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    4. ¿Resistir, dices tú? ¿aguantar con la bandera en alto mientras nos quede aire? bueno, algo así hago, me mamtengo de pie, hasta cuando pueda.

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    5. No. Yo no hablo de resistir, sino de que no nos engañemos diciendo : "Lo tengo asumido, ya no me duele". Porque nos duele... y mucho. Hay quien piensa que porque eres mayor, ya te basta con comer, dormir y tener un sitio cómodo donde hacer estas dos cosas (y alguna más que no vamos a mencionar) De hecho, hay personas mayores que se conforman con eso. Pero otras no, otras pretendemos seguir vivas hasta el final y ahí es donde nos chocamos de frente con las limitaciones propias y las que nos impone la sociedad. Y eso es duro, duele todos los días y cada minuto.

      Renunciamos hoy a cosas que hicimos ayer... y duele. Vemos a personas más jóvenes hacer lo que nosotros deseamos... y duele. Duele todo, no nos engañemos ni engañemos a los demás.

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    6. Bueno, es sabido que nadie nos miente más que nosotros mismos...

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    7. Yo tengo el problema de que me miento muy poco. Se me da muy mal mentir... incluso a mí misma.

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  5. La pandemia nos afecta a todos, y más todavía a los que tienen más edad, es algo inevitable. Yo tomé medidas desde el primer día, no porque las necesitara, sino para no tener que depender de ellas cuando fuese demasiado tarde, precisamente por eso, porque preveía el efecto que la reclusión tendría en mi vida.

    Y eso que aquí en Suiza siempre hemos sido libres de salir a la calle. Cuando llegó el momento de volver al colegio, los suizos decidieron no cerrar los colegios precisamente por eso, porque decían que para los niños el impacto psicológico podía ser peor que la propia Covid.

    En mi empresa, con cantidad de expatriados muy jóvenes, lo primero en lo que pensamos fue en cuidar de ellos, en darles un apoyo que previniese la soledad y la apatía.

    No digo que haya que correr riesgos innecesarios, pero a veces un abrazo a un abuelo es la mejor medicina para esa otra enfermedad silenciosa que es la soledad, mucho más dañina que la Covid.

    Y ahí es donde fallamos todos. Los que no prevemos las consecuencias, los que no tomamos medidas antes de que sea demasiado tarde porque no pensamos más allá de esta tarde. Y los gobiernos, que en lugar de enseñar a la población lo que deben hacer por su salud mental se dedican a pegarse entre ellos mientras nos entretienen con programas de televisión inanes que no nos ayudan en nada.

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    1. En realidad, al problema que trato en esta entrada, no le influye demasiado la pandemia, pues hasta la amiga que no ha podido tener a sus nietos, reconoce que, de todas formas, estaba llegando el final de esos encuentros semanales, pues ella ya no está para tanto trabajo, y ahora sabe que, aunque volvamos a la normalidad, ya no podrá reanudarlos. El problema está en lo que le contesto a Una mirada: La falta de sentido que adquiere la vida cuando notas que ya no aportas nada a las personas que quieres, en particular, ni a la sociedad en general.

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    2. Precisamente he recibido de Una mirada un comentario con un enlace a este post. En el mío he escrito sobre mi experiencia con personas que ya están incapacitadas para vivir solas, con demencia senil. Pero es cierto que problema a menudo se presenta antes y creo como tú, que es muy difícil que alguien encuentre sentido a su vida cuando se ve obligado a internarse en esas condiciones pero manteniendo una consciencia de su situación real. Un saludo. Veset/Blog Derivas

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    3. Ya he visitado tu blog y seguiré curioseando a una hora más "decente", pues me parece interesante. Como he dicho allí, no tardaré mucho en hablar de ese tema de la demencia en las personas mayores.

      Bienvenido a esta casa virtual.

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  6. Es triste, todos sentimos un poco eso y no es fácil superarlo sin haber tenido otras aficiones antes.Nos toca vivir un momento difícil. Saludos. Deseo que estés bien.

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    1. Insisto en que la pandemia no tiene nada que ver con esto que digo, que sin pandemia sería igual. Es el proceso habitual en la vejez, del que solo se libran aquellos a quienes visita "el alemán".

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